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Fin de un Ramadán lejos de casa

Para los más de 20 centros de menores gestionados por Fundación SAMU en toda España, mayo y junio han sido unos meses especiales por la celebración del Ramadán, uno de los preceptos ineludibles de la confesión islámica, religión que profesan la gran mayoría de los Menas que residen en estos centros. Esta tradición sagrada comenzó el 7 de mayo y finalizó la primera semana de junio con la llegada de eid al fitr, la fiesta que simboliza el final del Ramadán y en la que los más jóvenes reciben dulces y regalos.

Los centros de SAMU en Dúrcal y Motril (Granada), Miguel de Mañara (Dos Hermanas, Sevilla) o Rivas (Madrid), entre otros, han celebrado esta fiesta para que los menores se sintieran lo más cerca posible de sus hogares y vinculados emocional y culturalmente a su origen. Así, el sábado 8 de junio, los menas del centro ARB Miguel de Mañara celebraron una gran barbacoa en la que los chicos pudieron disfrutar de un gran día de piscina entre patatas, tortillas y carnes. Además, todos ellos recibieron un regalo por parte de los monitores del centro por su esfuerzo durante este mes tan importante para ellos.

Las obligaciones laborales y académicas de los menores acogidos en el COISL SAMU Motril no facilitaron la realización de este festejo y los propios menores propusieron al equipo profesional del centro posponer esta celebración hasta el fin de semana.

Llegado el día, menores y monitores se desplazaron hasta un merendero en el río Guadalfeo, ubicado en el pueblo limítrofe a Motril, Vélez de Benaudalla, donde pudieron disfrutar de una barbacoa con ricos manjares, juegos y algún que otro chapuzón. Como colofón a una jornada de ocio, compañerismo y buen ambiente, estos menores, después de la cena, también fueron obsequiados con diversos regalos, según explican desde el centro granadino.

Desde el centro SAMU Rivas, los menores residentes reconocen que existen muchas diferencias entre celebrar el Ramadán en España o en su país de origen. “En España no lo sientes igual porque la mayoría de las personas que nos rodea no celebra esta fiesta. Además, en Marruecos estás acompañado por la familia, la comida es distinta, la manera de romper el ayuno, por ejemplo… ¡no solemos comer hamburguesas!”, comenta uno de los jóvenes al mismo tiempo que otro compañero asiente con la cabeza. “En Marruecos todo el mundo hace Ramadán, todos estamos en las mismas condiciones. Aquí no se oye la llamada al rezo. Los hombres y las mujeres no van vestidos con la tradicional chilaba. No comemos las mismas cosas y los platos más típicos tampoco están cocinados de la misma manera”, añade su compañero.

Otros, sin embargo, subrayan la importancia de la convicción para cumplir con su mes de ayuno a pesar de estar lejos de su hogar. “La convicción de querer hacerlo es suficiente, muchas veces no tiene nada que ver con lo que te rodea. Yo sé que quiero hacerlo y el hecho de estar alejado de mi tierra no me lo pone más difícil”.

Algunos de estos jóvenes sí reconocen que éste “ha sido un Ramadán un poco triste y un poco más duro”, ya que “el sentimiento de añoranza es mayor”. “Te acuerdas más de la familia y te sientes raro, un poco solo y un poco perdido”, comenta otro chico, que agradece el esfuerzo de los monitores de Fundación SAMU por ayudarles a celebrar esta fiesta tan importante para ellos.

“El Ramadán te enseña a ser más paciente, a cuidarte, a estar del lado de los que más lo necesitan, a coger fuerzas, tiene muchas cosas positivas y en mi proyecto de futuro estoy seguro que me ayudará, porque todas estas cosas son beneficiosas para mí”, apunta otro de los jóvenes en su recapitulación de un mes crucial en sus vidas.

Entender y compartir el Ramadán

La totalidad de los menores del Centro de Atención Inmediata SAMU Dúrcal profesan la religión musulmana. El 7 de mayo daba comienzo para ellos, y para todos los que compartimos su vida, un mes muy especial. El Ramadán constituye uno de los preceptos ineludibles de la confesión islámica. Este mes, sagrado para los musulmanes, da comienzo cuando se hace visible el primer cuarto creciente de la luna nueva. La noche del comienzo, lailat ech-chek, o noche de la duda, los menores esperaban nerviosos el avistamiento de la luna para dar comienzo el ayuno, a sawm, del alba hasta la puesta del sol.

Estaba todo preparado. Los días y las semanas previas al noveno mes del calendario lunar se habían dedicado a la preparación de su recepción. El Ramadán en nuestro centro se está viviendo desde una triple dimensión: espiritual, religiosa y social. El ayuno va más allá de la abstinencia (comida, bebida y relación sexual), que es una dimensión únicamente fisiológica, la más visible, pero no la más importante.
La dimensión espiritual del ayuno consiste para nuestros menores en no mentir, no calumniar, no enfadarse, no ser irrespetuoso con los compañeros y con los profesionales, o, en definitiva, con su familia, valores que también cultivamos desde la Fundación SAMU.

La dimensión religiosa consiste en celebrar la fecha en la que el profeta Mahoma recibió la primera revelación del Corán, el libro sagrado de los musulmanes.

La dimensión social del ayuno supone para ellos una situación de igualdad y un ejercicio de empatía. El ayuno les permite comprender el sufrimiento de los más desfavorecidos, sentir una conmiseración hacia los que han pasado o pasan hambre. Despierta, en ellos, un sentimiento de caridad y solidaridad.

Los menores del centro de AI Dúrcal han afrontado la llegada del mes de Ramadán con ilusión, pero también con nostalgia e incertidumbre. Es la primera vez que lo hacen lejos de sus seres queridos.

Una de las mayores preocupaciones de nuestros chicos era la rutina. En sus países de origen, Marruecos, Guinea y Mali, países de mayoría islámica, durante el mes de Ramadán la actividad social y cultural se traslada a la noche y los horarios sufren modificaciones, adaptándose a tal fin.

En nuestro centro ha habido cambios en ciertas rutinas, fundamentalmente, las que guardan relación directa con los horarios del sueño, la gastronomía y la programación de actividades deportivas.

Los cambios introducidos pretenden flexibilizar los horarios del funcionamiento interno de centro con el objetivo de garantizar un “Feliz y saludable Ramadán”.

Gastronomía

El Iftar o ruptura del ayuno se hace con el plato estrella de este mes, la harira. Se trata de una sopa con los elementos fundamentales de la pirámide nutricional: verduras, legumbres, cereales, carne, y por supuesto, el sabor a especias. Sería impensable un Ramadán sin harira. Ésta va acompañada de dátiles y Shebbakiyya, un dulce típico de Marruecos pero que hace las delicias de todos nuestros menores.
Aquí está cobrando protagonismo Mohamed Azzouzi, un joven nacido en Tánger que prepara este dulce todas las semanas junto a su compañero Ali Ahdour. Lo hacen porque, además de ser unos profesionales de la repostería, les hace una especial ilusión traer a nuestro centro sabores y olores que todos añoran.

Sueño

Durante el Ramadán se hace el sohur una comida al alba, previa al comienzo de un nuevo día de ayuno, lo que significa que deben interrumpir el sueño. Para evitar que el patrón de sueño de nuestros chicos se vea alterado, tras la cena y el rezo, se acuestan. Se levantan poco antes de la oración del alba y vuelven a dormir otra vez. A la vuelta de los centros escolares, hacen una siesta que les permite descansar. De esta manera distribuyen sus horas de sueño y no se sienten fatigados.

La programación deportiva se ha retrasado a media tarde, haciéndola coincidir con las horas previas a la ruptura del ayuno.

Desde Fundación SAMU se ha garantizado que los chicos puedan disfrutar de un Ramadán que se asemeje todo lo posible al que han vivido hasta la fecha. Desde el equipo del centro de AI Dúrcal se ha realizado el esfuerzo necesario para que nuestros menores puedan poner en práctica uno de los pilares fundamentales de su religión, desde el respeto más profundo, garantizando así su libertad religiosa. Pero no podemos olvidar que el contexto en el que celebran el Ramadán es un contexto occidental, circunstancia que ofrece un Ramadán distinto al que practicaban en sus países de origen. Como tampoco olvidamos nuestro objetivo y responsabilidad con ellos: prepararles para su inclusión en su país de acogida. De cara a su emancipación, los menores deberán aprender a conciliar ambas culturas, la de origen y la de acogida.

Para los que formamos esta familia, la familia de Dúrcal, está siendo un mes muy emotivo. Es emocionante ver la convivencia y la hermandad entre los menores. Es emotivo ver la ilusión con la que preparan la ruptura del ayuno.

El Ramadán terminará los primeros días de junio y, desde el equipo, estamos seguros de que más emocionante será la llegada de eid al fitr, la fiesta que simboliza el final de Ramadán. Esta festividad es muy especial para los más jóvenes. Es el momento del año en el que reciben dulces y regalos. Una fiesta familiar donde los jóvenes se convierten en los principales protagonistas.

Cuando llegue ese día, el centro de Dúrcal estará preparado para que nuestros chicos lo reciban como merecen.

Autor: Siham Khalifa El Abdi. 

Auxiliar Técnico Educativo de la Unidad de Atención Inmediata SAMU Dúrcal.