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Aniversario de UED San Lucas: Una celebración de diez

La Unidad de Estancia Diurna (UED) San Lucas de SAMU está de aniversario. Hace diez años abría sus puertas por primera vez en el barrio sevillano de Bellavista. Hoy San Lucas atiende a más de 40 personas con discapacidad intelectual y trastorno de conducta, principalmente, pero cuando empezó sólo había 13 usuarios.

Para celebrarlo, el centro, con el apoyo de Fundación SAMU, organizó una jornada de convivencia y llena de actividades lúdicas en el Parque del Alamillo de Sevilla a la que acudieron tanto los trabajadores y usuarios de la unidad como sus familiares, así como los residentes del resto de centros sociales gestionados por SAMU y la directiva de la entidad. El presidente de la Fundación SAMU, Don Carlos Álvarez Leiva dio un discurso al principio de la jornada. De él partió el proyecto original, que, en un principio iba a estar dirigido a personas mayores, pero la necesidad social del momento hizo que el Dr. Álvarez Leiva aceptara una petición por parte de la Junta de Andalucía para la apertura de un centro que atendiese a personas con discapacidad intelectual y trastorno de conducta.

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Las actividades deportivas, de sensibilización e inclusión fueron las protagonistas de la jornada. Además, se desplegó una gran sábana para que todas las personas invitadas mostrasen su apoyo al proyecto San Lucas dejando la huella de sus manos en ella.

La UED San Lucas cuenta con 31 plazas para personas con discapacidad intelectual con trastorno de conducta (asociado en algunos casos a una enfermedad mental), 9 para personas con daño cerebral sobrevenido y 3 plazas especiales para un perfil de discapacidad intelectual sin trastorno de conducta. “Las personas que vienen aquí presentan generalmente un perfil más autónomo que los atendidos en la Residencia Santa Ana de SAMU”, explica Almudena Chávez, actual directora de la UED San Lucas, tras la trabajadora social Rocío Álvarez y el enfermero Nacho Ávila, hoy en el servicio de SAMU Huelva, además de las enfermeras María Vargas y Paola Mora, ésta última actual subdirectora de la clínica de salud mental SAMU Wellness.

“La atención especializada de personas con discapacidad intelectual y trastorno de conducta es muy nuevo. Antes eran atendidos en manicomios si además padecían una enfermedad mental o en asociaciones de personas con discapacidad intelectual sin trastornos de conducta, que no les hacía ningún bien porque estos centros no estaban preparados para atender correctamente a estas personas”, continúa Chávez, directora del centro desde hace ocho años.

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Uno de los aspectos que caracteriza a esta unidad desde sus comienzos son las rutas. A San Lucas acuden personas de Camas, Gelves, Alcalá de Guadaíra, Coria del Río y Sevilla, principalmente. Cada mañana, desde las ocho, trabajadores de la unidad realizan una ruta por la provincia de Sevilla recogiendo a los usuarios lo más cerca posible de sus domicilios. “Si no fuera por el servicio de ruta, muchas personas no asistirían porque sus familiares no pueden traerlos todos los días”, indica la actual directora de San Lucas.

El centro tiene por delante nuevos retos y ya trabaja en la mejora de su servicio con el objetivo de dar mayor difusión a la labor que aquí se realiza e impulsar nuevos proyectos relacionados con la ayuda a domicilio y el respiro familiar.

SAMU en la Zúrich Maratón Sevilla 2018: cuidadores para 12.000 filípides

Un total de 114 compañeros de SAMU participaron el 25 de febrero en el dispositivo sanitario desplegado por SAMU con motivo de la XXXIV Zúrich Maratón de Sevilla. La marroquí Kaoutar Boulaid logró el récord en la prueba (2:25:35) y el keniano Dickson Kipsang venció en la categoría masculina al cruzar la meta tras 2 horas, 8 minutos y 22 segundos. Pero más allá de los deportistas profesionales, el maratón congregó a más de 12.000 corredores populares para enfrentarse a la distancia de Filípides, los 42 kilómetros que el héroe griego recorrió entre Maratón y Atenas para anunciar la victoria sobre el ejército persa, y que le costaron la vida.

Justo para evitar accidentes mayores y velar por la seguridad de los deportistas ante un reto físico y mental tan exigente, SAMU desplegó un dispositivo de gran magnitud en una jornada, literalmente, maratoniana. Tomaron la salida médicos, enfermeros, Técnicos de Emergencias Sanitarias, Técnicos en Cuidados Auxiliares de Enfermería, fisioterapeutas y personal de la Escuela SAMU, además de 30 vehículos distribuidos en equipos y adiestrados para intervenir en cualquier escenario de máxima peligrosidad como atentado terrorista, aplastamientos, avalanchas y desplome de estructuras.

Zurich Sevilla Maratón

SAMU instaló dos clínicas en el Estadio de la Cartuja, punto neurálgico de la prueba, una para deportistas y otra para público. Además, se habilitaron puntos asistenciales distribuidos por el estadio, ocho puntos médicos periféricos en diferentes puntos kilométricos de la carrera, la asistencia de cola de carrera y apoyo en circuito con vehículos ligeros. En el recorrido se habían repartido 14 puntos de desfibrilación temprana.

La mayor parte de las asistencias que se registraron en el circuito fueron de carácter leve, mientras que en las dos clínicas instaladas en el estadio los especialistas de emergencias atendieron a unas 80 personas, la mayoría de ellas, corredores que sufrían cansancio extremo. Solo una de estas asistencias fue de gravedad.

El operativo de emergencias de SAMU estuvo activo desde las seis de la mañana hasta las cuatro de la tarde, a pesar de que la carrera empezaba a las 8:30 horas y finalizaba a las 15:00. Todo el dispositivo estuvo bajo la dirección médica de Carlos Leiva Álvarez, con Nacho Ávila como Jefe de Operaciones.

SAMU ha prestado asistencia sanitaria en la maratón de Sevilla en once ocasiones con anterioridad a la presente edición de la prueba, consolidada como una de las más importantes del país. Desde la empresa de emergencias sanitaria explican que el número de participantes ha ido creciendo conforme avanzaban las ediciones pero las intervenciones han mostrado una tendencia a la baja, aunque las asistencias han tenido criterios de mayor gravedad, en dos campos concretos, patologías coronarias agudas y disfunciones metabólicas severas.

SAMU también ha sido el encargado de desarrollar un Plan de Autoprotección para asegurar la alerta, movilización y coordinación de los medios humanos y materiales disponibles a fin de garantizar una respuesta rápida y eficaz en las situaciones de emergencias, evitar improvisaciones y minimizar los efectos nocivos que puedan producirse sobre las personas y sus bienes durante esta carrera, organizada por el Ayuntamiento de Sevilla y y Motorpress Ibérica.

En este documento indispensable para una prueba con tal alta participación se incluye información sobre el recorrido, un trazado alternativo en caso de necesidad, los cortes de tráfico, el material sanitario desplegado, el protocolo de actuación en caso de emergencia, las vías de evacuación, los puestos de avituallamiento o los puntos de mayor riesgo, entre otros temas.

Tanto la salida como la meta, en el Estadio de la Isla de la Cartuja, eran dos de los puntos más conflictivos. En ambos lugares se aglomeró un alto número no sólo de participantes, sino también familiares y otras personas interesadas en la carrera.

“Yo no he hecho la mili, he hecho el máster de SAMU”

El enfermero Nacho Ávila Guerra (La Palma del Condado, Huelva, 1982) es desde febrero el nuevo jefe de operaciones de SAMU, cargo que compagina con guardias en ambulancias en Sevilla y Huelva.

—¿Cómo conoció SAMU?
—Tras terminar Enfermería en 2005, empecé a trabajar en un centro de salud haciendo guardias sueltas. En el verano de 2006, en Matalascañas, tuve una guardia muy mala, con muchos accidentes de tráfico. El conductor de la ambulancia me sacó las castañas del fuego y al verme sobrepasado por los avisos me dijo que había una empresa en Sevilla que se dedicaba a la formación en emergencias y que creía oportuno que hiciera el curso.

—¿Qué recuerda del máster de SAMU?
—Yo siempre digo: no he hecho la mili, he hecho el máster de SAMU. Es muy intenso, absorbente, con formación paramilitar. Hacemos muchos simulacros junto con fuerzas especiales y trabajamos en equipo con diferentes dispositivos. Es un ambiente de entrenamiento severo. Pero al que le gusta este mundo, cuando lo prueba, le pica el gusanillo y no para.

—¿Por qué estudió Enfermería?
—Cuando tenía 15 años saqué a un niño de una piscina que se estaba ahogando. Todo el mundo me dijo que tenía que ser socorrista o sanitario, lo típico. Además, yo tengo un tío que es enfermero y me contaba cosas de este mundo, y me entró el gusanillo. Ya cuando entras en contacto con la profesión te das cuenta de si esto es realmente tu vocación.

—¿Qué significa ser jefe de operaciones?
—Todo. Control de personal, de cuadrantes, de vacaciones, sustituciones. A la primera persona a la que acuden los profesionales de guardia cuando se produce cualquier incidente en los servicios de Sevilla, Huelva y Málaga es a mí.

—¿Por qué decidió asumir este reto?
—A nivel profesional y personal, creo que era el momento. Yo ya había sido, de forma accidental, director de la unidad de día San Lucas, por lo que tenía experiencia en el ámbito de la dirección de SAMU. Además, la plaza de jefe de operaciones no sale todos los años. La anterior compañera, Victoria Galiani, se ha llevado más de 12 años en el cargo. Hubiera sido más fácil quedarme en mi puesto de enfermero normal, pero me gustan los retos, asumir nuevos proyectos e ir creciendo.

—Durante tres años trabajó en Málaga, ¿cómo fue la experiencia?
—Hubo un periodo de reestructuración de la plantilla de Huelva y me mandaron para Málaga, pero no cambié de residencia, seguí viviendo en La Palma del Condado. Eso suponía salir de casa a las cuatro y media de la mañana para entrar a trabajar a las ocho. Al día siguiente, sales a las ocho de la mañana y sobre las once y media o doce llegas al pueblo. Te pegas una ducha y te vas a por tu hija a la guardería y disfrutas de ella durante la tarde. Era mi forma de verlo. Cuando estaba en Málaga tenía más tiempo para estar con mi hija que ahora que estoy en Sevilla.

—Participó en la misión de SAMU en Haití en 2010. ¿Cuál fue su función allí?
—SAMU envió cinco expediciones. Yo fui como jefe del último contingente y con la misión de hacer un repliegue lo más ordenado posible. El periodo de emergencias ya había pasado.

—¿Qué vio en Haití?
—Cuando llegué se suponía que lo peor ya había pasado pero lo cierto es que Haití no podía estar peor. No tenían agua potable en las casas, los escombros estaban sin recoger y la gente vivía en campamentos de refugiados. Siete años después, esto sigue igual. Estructuras como el Parlamento, la comisaría central, la escuela de policía o facultades como Medicina o Enfermería se habían derrumbado, matando promociones enteras de profesionales. No tenían policías ni sanitarios porque habían muerto en el terremoto.

—¿Qué significa SAMU para usted?
—SAMU es mi segunda familia. Es un gran conglomerado de distintos profesionales que nos apasiona lo que hacemos. Es una filosofía de vida, una forma de entender el trabajo y las responsabilidades, una religión. Es algo más grande que una empresa en sí.