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Juan Pérez, alcalde de Lucena: «La convivencia con los menas es sensacional»

El alcalde de Lucena (Córdoba), Juan Pérez, alaba y agradece públicamente la labor llevada a cabo durante la crisis sanitaria por los diferentes colectivos sociales que desarrollan su labor en el municipio, entre los que se encuentra el centro de menores Los Santos, gestionado por Fundación SAMU.

Tras el estado de alarma, el Ayuntamiento de Lucena envió una carta de felicitación a diferentes asociaciones de la localidad que tienen un desempeño social por su labor durante la crisis sanitaria de la Covid-19. ¿Cómo han vivido esta situación en su localidad?
—Pues lo vivimos con enorme preocupación. La situación de emergencia sanitaria, inédita para todos, también sorprendió al Ayuntamiento, que no tiene en su estructura de servicios públicos recursos de tipo sanitario. A pesar de todo, afrontamos la situación de emergencia con una gran determinación. Todo aquello que estuvo en nuestras manos como Ayuntamiento, lo hicimos. La prioridad uno pasó a ser la salud pública y evitar la propagación del virus en la ciudad.

—¿Cómo ha sido la gestión municipal durante la primera ola de contagios?
—El trabajo ha sido intenso por parte de muchos empleados municipales. Es justo que los reconocimientos de la ciudadanía se vuelquen en el personal sanitario, imprescindible en una crisis de esta tipología. Ahora bien, en el ámbito municipal, en una ciudad como Lucena, el papel de la Policía Local, Protección Civil y el personal de Servicios Operativos, ese que cada día cuida de la limpieza y mantenimiento de los espacios públicos, ha sido determinante. Fueron días, semanas y meses de dedicación plena. La vocación de servicio público, escrita en mayúscula.

—¿Cómo valora el papel de los colectivos sociales durante la crisis sanitaria?
—De gran colaboración con las administraciones y de gran responsabilidad. Prácticamente desde el principio del estado de alarma, con la población confinada en casa, los centros sociales donde conviven un importante número de personas acapararon parte de la atención. Desde el Ayuntamiento, a diario ofrecíamos lo que estaba en nuestras manos. Entregamos material de protección y reforzamos la limpieza y desinfección de exteriores para ayudar a que la entrada y salida de usuarios, cuando era necesaria, y del personal fuera lo más segura posible. Incluso se contrataron trabajos de limpieza en el interior de los centros que lo solicitaron. La respuesta por parte de los colectivos ha estado a la altura de lo que crisis sanitaria requería. Tienen el agradecimiento y el reconocimiento de nuestro Ayuntamiento.

—¿Cree que la crisis sanitaria que atravesamos ha puesto de relieve la importancia de la colaboración y coordinación público-privada durante la crisis?
—Si hablábamos antes de una situación inédita, la respuesta tenía que ser de esa misma naturaleza. En la gestión pública, mucho se suele hablar de la colaboración pública-privada. Es una fórmula interesante y necesaria en algunos ámbitos. En este episodio, ha sido crucial. Nosotros lo hemos visto en la colaboración ofrecida por empresas en la entrega de materiales de protección o de productos de alimentación para el comedor social. Pero voy más allá: esta crisis nos ha permitido descubrir o reencontrarnos con una colaboración ciudadanía-administraciones escasamente perceptible anteriormente. Cuidar esta relación deberá ser una obligación colectiva.

—Sobre la situación particular del centro de menores no acompañados Los Santos gestionado por SAMU en Lucena, ¿cuál es su valoración desde la alcaldía sobre la actividad de este centro?
—La valoración es tremendamente positiva. Antes nos referíamos a la colaboración público-privada como un aspecto necesario. Qué podemos decir de la cooperación entre administraciones. Cuando dimos un paso al frente y ofrecimos instalaciones municipales para albergar un servicio competencia de la Junta de Andalucía, demostramos nuestra definición de la política y los recursos públicos al servicio de quien más lo necesita. Los menores no acompañados que llegan a nuestro país deben de sentirse arropados por la sociedad española. Pongamos, por tanto, en primera línea de esa atención a las administraciones. Seguro que la ciudadanía toma buena nota.

—¿Cómo es la convivencia de los jóvenes de Los Santos con los vecinos?
—Me consta que la labor de SAMU en el día a día del centro es tan profesional como humanitaria. El resultado es visible para todos y la convivencia es sensacional, sin ninguna fisura ni altercados. De máximo respeto. Estoy convencido de que seguirá siendo así en septiembre, cuando algunos menores se incorporen al curso escolar en los institutos.

—¿Cree que se está logrando la inclusión social de estos jóvenes?
—La situación de excepcionalidad que vivimos a nivel general en los últimos meses ha podido ralentizar el desarrollo de la estrategia de integración en la sociedad local. Confiemos en que a medida que las restricciones sanitarias vayan desapareciendo, esa inclusión, que todos deseamos, sea más efectiva. No hubo problemas de convivencia en la anterior etapa de este centro en Lucena y no tiene por qué haberlos ahora. Siempre nos hemos expresado en estos términos.

—¿Se han superado las reticencias iniciales o aún queda camino por recorrer?
—Seré sincero: queda camino por recorrer. También dijimos que el miedo o las dudas de algunos vecinos pueden ser, en un momento dado, hasta lógicas, pero aquí estábamos todos, como responsables de la seguridad y la gestión de la ciudad, para derrumbar esos obstáculos. Se hace camino al andar. Avancemos en la eliminación de prejuicios y demos una oportunidad a la solidaridad. Con respeto, todo irá bien. Asumamos que estos menores no acompañados son parte de nuestra sociedad. Démosles su sitio, que está entre nosotros.

—¿Qué pueden hacer las administraciones públicas por el futuro de estos jóvenes?
—Caminar en la senda de la cooperación. El modelo de la ciudad de Lucena está ahí, sobre la mesa, para mejorar la percepción de la ciudadanía sobre estos centros de menores no acompañados. Instituciones como Fundación SAMU deben contar con la ayuda de todas las administraciones, también los ayuntamientos, en la gestión de un servicio que es, ante todo, humanitario, más allá del mapa competencial vigente entre administraciones. Un ejemplo muy concreto: nosotros estamos trabajando para que el servicio de bus urbano pueda llegar hasta Los Santos, será otra aportación municipal para la inclusión, para la integración, de este colectivo en la ciudad.

Jóvenes del ISL Dúrcal que sí se toman en serio el Covid-19

Los chicos del ISL SAMU Dúrcal, en Granada, son un ejemplo de tesón y paciencia. Desde que en marzo se declarase el estado de alarma, todos han mostrado una enorme responsabilidad respecto al seguimiento de todas y cada una de las medidas decretadas por el Gobierno y por los distintos protocolos dictados desde la dirección de este centro de inserción sociolaboral, según informan desde la propia entidad.

Durante los largos meses de confinamiento, estos jóvenes han mostrado un alto nivel de conciencia sobre la nueva realidad. A ello ha contribuido la realización de una asamblea informativa con los menores al inicio de esta situación excepcional. En esta reunión, el equipo directivo del centro les hizo conocedores de las medidas de prevención establecidas, como el distanciamiento social de dos metros entre personas incluso dentro del recurso residencial, hasta el uso obligatorio de mascarilla e hidrogel cuando esta distancia interpersonal no sea posible.

Por otro lado, los chicos han asimilado con facilidad la dinámica protocolaria de su propio registro y control de temperatura corporal, así como de limpieza e higiene diaria de la unidad, prestando especial atención a los pomos de las puertas y zonas de uso común.

Los menores se muestran preocupados por la situación mundial, y, más aún, por cómo se está viviendo en sus países de origen y en sus propios núcleos familiares. A pesar de esta vivencia compleja, se sienten afortunados del lugar de residencia que tienen en estos momentos. Los chicos manifiestan que estar cerca de la montaña y contar con amplios espacios comunes en el centro les ha permitido que la situación de confinamiento y las restricciones posteriores sean más llevaderas. Prueba de ello, es su entera disposición a la realización de tareas de mantenimiento del centro y de implementación de actividades deportivas.

El equipo educativo del ISL SAMU Dúrcal ha querido transmitir el orgullo y admiración que los jóvenes han generado en todo el equipo. Una vez más, nos dan una lección de humildad, responsabilidad y paciencia.

Proyecto Cáritas-Fundación SAMU: Un hogar para empezar una vida

La falta de recursos en Andalucía para jóvenes mayores de edad que llegaron a España siendo menores en una situación irregular ha impulsado a Fundación SAMU y a Cáritas Diocesana de Sevilla a poner en marcha, de forma conjunta, un proyecto de emancipación e inclusión social en Montequinto (Sevilla)dirigido a este colectivo.

Este proyecto social, que arrancó en el invierno de 2019, consiste en la habilitación de un piso en el que conviven cuatro jóvenes de 18 años y que anteriormente estuvieron en el ARB Miguel de Mañara de Montequinto (Sevilla), un centro especializado en la atención de menores extranjeros no acompañados gestionado por SAMU. Es el tercer recurso para mayores de edad con el que cuenta la Fundación, junto con los centros de jóvenes ex tutelados migrantes (JEM) de Valencina y Polanco, ambos en la provincia de Sevilla.

En este piso de Montequinto conviven Samuel Sahnen, Bilal El-Guemry, Mohamed Mgniti y
Badr Bencheick. Todos ellos tienen 18 años y llegaron a las costas andaluzas en 2018 en patera tras un difícil viaje.

Al llamar al timbre de este particular hogar, es Bilal El-Guemry el que abre la puerta y da la bienvenida a su casa, un tercero sin ascensor. El piso consta de dos habitaciones con dos camas cada una, más un cuarto-vestidor, salón-comedor, un cuarto de baño y cocina. La decoración es sencilla y todo está muy ordenado.

Antes de enseñar la casa, los jóvenes se sientan en la mesa del comedor para relatar cómo han llegado desde su país de origen hasta ese piso que consideran “una gran oportunidad” para lograr su sueño de labrarse un futuro en España. Sólo falta Mohamed Mgniti, que estos días se encuentra fuera de Sevilla por un asunto familiar.

Badr Bencheick, musulmán y natural de Marruecos, es el encargado de romper el hielo. Llegó a las costas de Cádiz en agosto de 2018 en una patera. “Sufrimos mucho, estuvimos tres días en el mar”, recuerda el joven, que actualmente estudia un curso de Formación Profesional Básica de Peluquería.
Ese mismo verano llegó también en una patera a Barbate su compañero Bilal El-Guemry, natural de Marruecos. “Fue muy duro. Al llegar, me llevaron a unas dependencias policiales hasta que me enviaron a un centro de menores”, recuerda el joven, que ahora estudia un curso de FP Básica de Mecánica. “Decidí emigrar porque en Marruecos no tenía ningún tipo de oportunidad ni futuro. Quería estudiar y si me quedaba, terminaría trabajando en el campo como única opción”.

La historia de Samuel Sahnen es la más impactante de las tres, dada la edad que tenía cuando se marchó de Camerún, su lugar de origen: 15 años. Con rostro serio y sin ningún tipo de pausa, el joven relata cómo el conflicto político que sufre su país desde 2016, el conocido como problema anglófono (los líderes de la antigua zona británica piden una mayor autonomía o la secesión en lo que sería la República de Ambazonia), le obligó a huir solo, sin su familia. “No había colegio, todo era un caos. Había una guerra militar. No tenía futuro”, explica con semblante serio y palabras atropelladas.

De Camerún pasó a Nigeria, donde estuvo varios días sin poder contactar con su familia. Y de allí pasó a Níger, donde estuvo cuatro meses. “No tenía dinero para llegar a Argelia y trabajé para un hombre que se dedicaba a pasar de forma irregular a personas por la frontera, hasta que conseguí el dinero y pude pasar yo también”, continúa el joven, que recuerda cómo le estafaron en Argelia, donde estuvo 14 meses trabajando hasta que pudo cruzar a Marruecos y de ahí a España en una embarcación sin motor, con remos. “Salimos a las diez de la noche y llegamos a las seis de la tarde. Nos interceptaron en medio del mar, a la deriva, y nos llevaron a Tarifa. Estuvo en varios centros de menores antes hasta que llegó al ARB Miguel de Mañara (Sevilla).

“En SAMU me han tratado siempre muy bien. Yo soy católico y en Miguel de Mañara había 28 chicos musulmanes, pero nunca hemos tenido problemas de convivencia, tampoco en el piso. Respetamos las creencias de cada uno”, señala Samuel, en cuyo cuello cuelga una cruz de madera y que hace unos meses se confirmó en la parroquia de San Juan Pablo II de Montequinto, cuya comunidad realiza numerosas actividades con los chicos de Miguel de Mañara.

Al igual que sus compañeros, Samuel también está estudiando, en concreto un grado medio de Instalaciones Eléctricas y Automáticas. Los tres se expresan perfectamente en español, aunque reconocen que a veces les cuesta entender algunas lecciones en clase.

En la casa se respira un ambiente de buen rollo. Existe complicidad y respeto entre ellos. “Son muy buenos chicos, los mejores”, destaca Hassan Al Haffar, educador de Miguel de Mañara y que esta tarde ha querido acompañar a los chicos en la entrevista por si hubiera algún problema de comprensión.

“Cuando estos chicos cumplen la mayoría de edad, todo el trabajo que se ha hecho previamente con ellos en los centros de menores se corta. Por esta razón es tan importante que existan recursos de este tipo. Permiten a los chicos seguir progresando en la sociedad y que realmente tengan una oportunidad en la vida, aunque, por desgracia, hay muy pocos recursos para mayores de edad”, comenta el educador.

Este proyecto ha sido posible gracias a los acuerdos de colaboración firmados en marzo de 2018 entre Fundación SAMU y Cáritas que permiten a ambas entidades apoyarse en el desarrollo de proyectos.
A raíz de estos acuerdos, Cáritas ofrece apoyo de voluntariado al centro de menores de Miguel de Mañara. Este convenio incluye trabajo voluntario con menores, apoyo extraescolar, actividades lúdicas y deportivas, y la participación de los menores del centro residencial en el campamento de ocio y tiempo libre programado por la Parroquia San Juan Pablo II. Es aquí donde Cáritas conoce a Mohamed, Bilal, Badr y Samuel, que además participa de forma activa en la parroquia, y los selecciona para este proyecto piloto.

“Aunque estos chicos sean mayores de edad, nuestra labor ahora es orientarles, asesorarles y apoyarles”, explica Julia Almeida, directora del proyecto. “Un educador, una psicóloga y yo misma visitamos con frecuencia a los chicos para hacerles un seguimiento, ayudarles en lo que necesiten y ofrecerles una orientación formativa y laboral. Ya no hacemos una labor de acompañamiento, como hacemos con los menas, pero sí de asesoramiento”.

Tras la conversación en el salón, los tres chicos enseñan su casa a la periodista y a la fotógrafa, que les persigue con su cámara captando cada detalle, algo que causa cierta vergüenza a los jóvenes. Badr comparte habitación con Samuel, que para Julia Almeida es el referente del grupo, el líder. En la otra habitación, duermen Mohamed y Bilal.

Los chicos reconocen que la convivencia es buena y que se reparten entre todos las tareas domésticas. “Por lo general, limpiamos a fondo el fin de semana”, explica Badr, que se autoproclama entre risas como el cocinero de la casa. Su plato estrella es el pollo con patatas.

Samuel y Bilal bromean con Badr, estudiante de Peluquería, y aseguran que no dejan que su compañero les pele. “Está aprendiendo aún”, se excusa Samuel al mismo tiempo que muestra una guitarra que hay en el salón. “Él también está aprendiendo a tocar la guitarra”, se ríen todos.

Los chicos coinciden en afirmar que a pesar de haber estado tantos días juntos y sin salir a la calle durante el confinamiento, la convivencia es buena y se tienen mucho respeto.

Menas titulados en ESO con matrícula en superación

En un curso académico desconcertante por la irrupción de la Covid-19 y posterior confinamiento, que obligó a suspender las clases y continuar a contrarreloj la formación a través de internet, varios menores extranjeros que habitan en centros de Fundación SAMU han conseguido obtener sus títulos de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) dando un ejemplo de perseverancia. Con el apoyo de sus tutores en SAMU, han superado todas las dificultades propias de su integración en España y la traba del idioma para terminar con éxito esta primera fase de sus estudios. Algunos de ellos incluso lo han hecho en un tiempo récord.

Bader K., de 17 años y natural de Marruecos, y Daouda V., de 16 años y nacido en Costa de Marfil, son motivo de orgullo para sus educadores en el ARB Miguel de Mañara, en Sevilla. Ambos han obtenido su título de ESO este curso en el IES Mariana Pineda, cuyos profesores le han prestado una atención providencial para conseguir su objetivo. Lo han hecho en menos de un año y esto tiene un mérito especial porque el punto de partida de estos chicos no es el mismo que el de sus compañeros españoles.

«Al principio no entendía nada, sobre todo en la asignatura de Historia, pero después empecé a entender lo que se hablaba en las clases y a estudiar a través de los libros”, recuerda Bader, que llegó a España el 8 de mayo de 2019.

Antonio Luis Ojeda, educador en el centro de Montequinto, ensalza la actitud de ambos jóvenes como “ejemplares”. “Durante el confinamiento han demostrado ser unos luchadores. Siempre han estado intentando mejorar y entregar toda la tarea posible, y eso que no ha sido poca. Han pedido ayuda a los profesores para completar sus ejercicios, han sido enormemente responsables. Daouda, además, ha complementado sus estudios con el deporte, porque es un amante del fútbol y entrena a diario. También son chicos que se muestran colaboradores y ofrecen su ayuda a diario para cualquier tarea del centro. Son un ejemplo a seguir para el resto de compañeros”.

En el ISL Dúrcal (Granada), Mohamed A., Hicham K. Mohamed A. y Abdellah A. se suman a esta nueva hornada de titulados en ESO. Comparten una motivación: encontrar un trabajo que les permitan tener una vida estable en España, “un futuro”, y poder ayudar a sus familias. Y ese impulso es el que les lleva a superar etapas en su formación, nunca sin dificultades. En estos meses, varios de ellos hacen prácticas laborales en un supermercado de la empresa Covirán. Están muy ilusionados.

Beatriz, Técnica en Inserción Social y Laboral en el centro de Dúrcal, destaca de estos jóvenes su “voluntad de avanzar hacia sus sueños” y su enorme flexibilidad y “capacidad de adaptarse a los cambios”.

“Ellos son persistentes, tienen claro a qué han venido y es difícil que nada los pueda desviar de su camino. Tienen que superar dificultades como la barrera idiomática y el no disponer de lazos sociales en nuestro país, pero se han integrado perfectamente en la dinámica del centro y son activos y colaboradores. Hicham, por ejemplo, es tan colaborador que se ha convertido casi en uno más de nuestro equipo de trabajo para las tareas cotidianas. Mohamed A. era un chico tímido y retraído; hoy es una persona alegre y extrovertida, y tiene un alto grado de autonomía. Son ejemplos de cómo evolucionan estos chicos no solo en el plano educativo, sino también en el humano”.

Achraf M., de 16 años y natural de Casablanca (Marruecos), llegó a España el 3 de agosto de 2019 en una barca inestable en la que se apiñaban 40 personas. Desde entonces, ha pasado por tres centros de atención a Menores Extranjeros no Acompañados (menas), el último, el ISL Cortijo, en Jimena de la Frontera (Cádiz). Gracias al apoyo de sus compañeros y docentes en el IES Castilla del Pino, y de sus educadores de Fundación SAMU, Achraf tiene el título de la ESO después de un año de trabajo.

“Achraf ha pasado de ser una persona que no hablaba con casi nadie, incluso ni en árabe, a abrirse poco a poco e ir expresando cada vez más y más sus opiniones e ideas”, analiza Iván Ramírez, educador en ISL Cortijo. “Es un chico tímido pero inteligente. Tiene claro sus objetivos, ha querido seguir formándose y mejorar poco a poco su vida. Es un luchador de los pies a la cabeza, en menos de un año ha conseguido sacarse el título, con lo que implica. Es todo un reto que no todo el mundo puede lograr”, apunta.

El joven explica que su sueño es “poder vivir tranquilo, tener un buen trabajo y una casa”, y poder ayudar a su familia “en todo lo que necesite”. En el horizonte de los 18 años, como el resto de los protagonistas de este reportaje, vivirá una cuenta atrás para terminar su formación y encontrar ese empleo soñado que le permita afianzar su proyecto de vida en España. El equipo de Fundación SAMU estará a su lado, acompañándole tanto en sus frustraciones como en sus logros.

ISL SAMU Dúrcal: Deporte, cohesión social y participación

La adolescencia se caracteriza por ser un periodo crítico, pues se acentúa el desarrollo de diferentes aspectos de la persona, tanto psíquicos como físicos. Se trata de una etapa repleta de oportunidades en la que las capacidades cognitivas, emocionales y físicas de quienes se encuentran inmersos en ella están a pleno rendimiento. No obstante, para sacar lo mejor de las mismas, es conveniente articular buenas estrategias que lo permitan.

Diversas investigaciones ponen de manifiesto el fomento de la participación de los menores en diversas actividades como una buena estrategia, ya que contribuye a la salud en todas sus vertientes. En este sentido, es esencial que formen parte activa en el diseño, planificación y ejecución de las actividades. Será así como se promueva un buen autoconcepto, un adecuado sentido de autoeficacia y el desarrollo de habilidades que permitan realizar una gestión óptima de las emociones.

Por otro lado, no debemos olvidar la importancia que cobra el plano social en esta etapa del desarrollo. El grupo de iguales se muestra como principal fuente de referencia y, además, tiene un fuerte impacto en los aspectos anteriormente citados. De tal manera, existe una interdependencia entre el desarrollo acontecido en el plano individual y el social, ya que las mejoras en uno se verán recompensadas en el otro y viceversa.

Por todo ello, en el centro ISL SAMU Dúrcal, la mayoría de las acciones con carácter interventivo, articuladas por y para los menores, cuentan con su implicación tanto en su planificación como ejecución. Es vital su papel activo, ya que contribuye al fomento del sentido de su responsabilidad en su propio progreso.

Ejemplo de ello son dos actividades iniciadas en junio. En la primera de ellas, llamada El menor de la semana, han sido los propios menores los que han determinado las características (responsabilidad, autonomía, limpieza, aseo personal) que debería cumplir el chico seleccionado. A éste se le asigna una recompensa, fruto del azar depositado en una ruleta que contiene distintas opciones de gratificación propuestas por ellos mismos.

La segunda actividad es un torneo multideportivo. A los menores del ISL SAMU Dúrcal les encanta el deporte, y han sido ellos mismos quienes han diseñado y planificado el primer campeonato deportivo de fútbol. Han fijado los días, asignado el tiempo de los partidos, formado los equipos y establecido las normas, así como las consecuencias derivadas de su incumplimiento. Además, esta actividad se presenta como una oportunidad de trabajar distintas habilidades, tanto físicas como psicológicas (gestión del estrés, motivación, habilidades sociales, cohesión grupal) que, posteriormente, podrán ser trasladadas al plano de las relaciones sociales.

Culminar este artículo volviendo a enfatizar la importancia de la participación de los menores en sus procesos de desarrollo se hace inevitable. Su papel activo es fundamental en el alcance del objetivo vertebrador y que da sentido al Centro ISL SAMU Dúrcal, su inserción social y laboral en la sociedad que los acoge y de la que ya forman parte.

Lourdes Vázquez: «Vamos a cambiarle la vida a muchos jóvenes»

Licenciada en Pedagogía, Lourdes Vázquez (Fuente de Cantos, Badajoz, 1984) dirige desde su apertura en enero el proyecto de la Escuela de Oficios de SAMU. Durante su carrera profesional ha trabajado con menores en situación de riesgo social, personas con discapacidad intelectual y graves trastornos de conducta, y como orientadora de Formación Profesional.

—¿Cómo surgió el proyecto de la Escuela de Oficios SAMU? ¿Qué motivó su puesta en marcha?
—SAMU cuenta con numerosos centros de menores en acogida en todo el territorio nacional. La mayoría de estos jóvenes se encuentran en edad de preemancipación y no existen recursos suficientes para acoger a estos chicos cuando cumplen los 18 años. El proyecto de la Escuela de Oficios surgió de la necesidad de ayudar a este colectivo para su inclusión social y laboral, y de la preocupación y labor que realiza SAMU en darles las herramientas necesarias para que puedan llegar a ser personas adultas responsables y autónomas.

—¿No se trabaja este aspecto ya en los Centros de Inserción Sociolaboral de SAMU?
—Sí, pero con la Escuela de Oficios hemos querido dar un paso más en la formación de estos chicos, ampliando la oferta de los programas formativos, su duración teórica y práctica, y estamos trabajando para obtener la acreditación por parte de distintas entidades.

—¿Cuál es su labor como directora de este proyecto?
—Mi principal labor es de coordinación: tener en cuenta a todas las partes implicadas en el proyecto, diseñar los programas formativos que mejor se adapten al perfil de los alumnos, tener en cuenta la visión de los especialistas en cada sector, sentar las bases pedagógicas de la Escuela, apoyar y coordinar al equipo docente, y marcar los protocolos de actuación para que exista buena comunicación entre la escuela y los centros de inserción sociolaboral.

—¿Cuál es el principal objetivo de la Escuela de Oficios?
—El proyecto nace con la convicción de que es necesario desarrollar acciones que favorezcan la integración social y laboral de nuestros alumnos. El objetivo final es conseguir la contratación de los chicos en empresas colaboradoras.

—¿Cuál es el perfil de los alumnos?
—Son jóvenes de 16 y 18 años. Algunos tienen dificultades con el idioma, pero se están esforzando mucho, tienen muy claro lo que quieren y están muy motivados.

—¿Qué tipo de oficios se enseñan en esta escuela?
—En enero arrancamos con dos cursos: auxiliar de albañilería y atención sociosanitaria a personas dependientes. Ahora estamos trabajando en los próximos cursos: auxiliar de jardinería, mediador intercultural, auxiliar de cocina y soldadura.

—¿Cuál está siendo la actitud de los alumnos?
—Los alumnos están muy motivados. Los docentes me han transmitido que se muestran muy participativos, hacen preguntas, comparten sus experiencias, e incluso bromean en las clases, generando así muy buen ambiente. En algún momento, incluso les han pedido más material de estudio a los profesores. Se han adaptado muy bien a la escuela, son un grupo más en Escuela SAMU.

—¿Cómo transcurrieron los primeros días?
—Me quedo con la cara de los chicos el día de la inauguración. Se les notaba nerviosos e ilusionados, mirando lo que hacían otros alumnos en la escuela. Me encantaron las palabras de agradecimiento de uno de los chicos, en las que contaba su experiencia de vida y la oportunidad que suponía para él esta escuela.

—Tras dos meses, la primera promoción ya ha terminado su formación teórico-práctica. ¿Cuántos alumnos se han graduado?
—Se han graduado 10 alumnos en auxiliar de atención sociosanitaria a personas dependientes, y ocho en auxiliar de albañilería. Los alumnos están muy agradecidos, valoran mucho la formación, se sorprenden al conocer todo lo que hacen los profesionales en los centros y se han establecido unos vínculos muy bonitos entre profesores y alumnos.

—¿Dónde están desarrollando los alumnos sus prácticas profesionales?
—En centros de SAMU. Los alumnos de auxiliar de albañilería están colaborando en las obras de SAMU Wellness y las del centro ISL de Alcalá de Guadaíra. Por otro lado, los chicos de auxiliar en atención sociosanitaria están trabajando en la Unidad de Estancia Diurna de San Lucas y en la Residencia Santa Ana, ambos en Sevilla capital, y especializados en la atención de personas con discapacidad intelectual y/o trastorno de conducta. Los alumnos están muy implicados, muestran una actitud ejemplar, quieren colaborar en todas las tareas y aprender todo lo que pueden de los profesionales de SAMU. El feed-back de los tutores de prácticas está siendo muy positivo.

—¿Cómo está afectando el estado de alarma decretado por el Gobierno de España como consecuencia de la expansión del virus Covid-19 a la formación y las prácticas de estos chicos?
—Nuestros alumnos solo han podido disfrutar de dos semanas de prácticas. Al igual que en todos los centros educativos, hemos tenido que parar nuestra programación. Ahora mismo, los chicos siguen las programaciones de sus centros, no pueden salir. La escuela adaptará el calendario cuando todo esto acabe para que no pierdan esta oportunidad.

—¿Qué está significando este proyecto para usted?
—Es un proyecto que me enamoró desde el primer día. Es todo un reto que estoy viviendo con mucha ilusión. Si lo hacemos bien, vamos a cambiarle la vida a muchos jóvenes. Y a nivel profesional, me está ayudando a seguir creciendo y aprendiendo, tener experiencias nuevas, y a reilusionarme con el trabajo. Cuando sabes que con tu trabajo estás poniendo un granito de arena para ayudar a alguien, todo el esfuerzo merece la pena

—¿Cuáles son los retos futuros que se plantea la Escuela de Oficios?
—A corto plazo, nuestros retos son ampliar la oferta formativa y ofrecer los cursos a todo aquel que esté interesado en participar en nuestra formación. Y, a largo plazo, crear una amplia red de empresas colaboradoras para las prácticas y futuras contrataciones, y convertir nuestros cursos en certificados de profesionalidad.

SAMU, en estado de alerta para cuidar de las personas

Hace un mes no podíamos imaginar dónde estaríamos en este raro comienzo de primavera. La crisis del coronavirus ha cambiado las pautas de trabajo y las costumbres domésticas de todos. Vivimos bajo confinamiento y en estado de alarma, y todos los esfuerzos se dirigen a evitar los contagios, especialmente en la población de riesgo.

SAMU, como organización que aspira a la excelencia en la atención médico sanitaria y a colectivos vulnerables, está en la primera línea de la batalla contra el coronavirus en todos sus servicios, centros y delegaciones. Además de nuestro servicio de ambulancias, a cuya actividad hemos dedicado un capítulo especial de esta edición, hemos hablado con responsables de los recursos de la organización, todos son esenciales en estas semanas: la Escuela SAMU, los centros de menores extranjeros no acompañados, los centros para personas con discapacidad intelectual y los pisos para menores extranjeros no acompañados. Todos están dando lo mejor de sí mismos para, en el ámbito de sus responsabilidades, ayudar a contener el coronavirus.

Centros de menores: un “vuelco total”

¿Cómo convencer a un adolescente de que durante unas semanas no podrá salir con sus amigos? ¿Cómo concienciarle de que su contribución es clave para parar al virus? Los centros de menores de SAMU trabajan con decenas de menores que, de la noche a la mañana, han tenido que cambiar radicalmente sus costumbres: no más salidas, no más colegio, no más prácticas.

Los directores de los centros de El Castillejo (en El Bosque, Cádiz), Miguel de Mañara (en Montequinto, Sevilla) y de la Unidad de Acogida Temporal de Emergencia de Ceuta aseguran que los chicos han comprendido la gravedad de la situación y respetan las nuevas normas. “Es un vuelco total, pero hasta ahora su comportamiento está siendo excelente. Me tienen sorprendido”, admite Javier Olier, director de un centro para 24 chicos (de entre 16 y 18 años) en El Bosque.

Los centros son estos días un “búnker” en el que han cambiado horarios y actividades. En Ceuta, donde hay un grupo de 15 niños de entre 10 y 15 años (de un total de 80), los monitores han tomado el relevo del colegio en las tareas de alfabetización. “También estamos haciendo el juego del coronavirus, pintar un virus en la parte de arriba de la mano. Por la noche, cuando se acuesten, tienen que tener el muñeco borrado”, añade Rafael Gallardo, director del centro.

Todos prestan especial atención a las medidas higiénicas. En Miguel de Mañara han tenido que tomar especial precaución con un niño que sufre una enfermedad del sistema inmune: pasa estos días en una habitación para él solo y, si sale, es con mascarilla y guantes.

Por la tarde, los centros suelen programar talleres especiales sobre las tareas más variopintas, casi siempre útiles para luchar contra la pandemia: cómo elaborar mascarillas con camisetas, manualidades de murales y pancartas, risoterapia, música en directo, autoestima, cinefórum con películas y reportajes sobre el coronavirus…

En el centro de Inserción Socio-Laboral de Corteconcepción, en la Sierra de Aracena de Huelva, por ejemplo, el equipo educativo combate el sedentarismo y la inactividad con talleres de movimiento expresivo. “A través de esta actividad, los chicos desarrollan la imaginación, el placer por el juego, la improvisación, la espontaneidad y la creatividad, con el objetivo fundamental de ayudar a gestionar el estrés diario”, explican desde el centro.

“Tener a los niños todo el día encerrados nos obliga a darnos a la imaginación”, explica Julia Almeida, directora del Miguel de Mañara (25 niños de 12 a 18 años), que detalla una actividad muy especial: consiste en que cada chico exponga un objeto personal y cuente la historia de ese objeto. Así se trabaja el arraigo, la autoestima y el conocimiento de los compañeros.

En el caso de El Bosque tienen la suerte de que cultivan sus propias verduras en un huerto que estos días los chicos miman con especial cariño. Producen cebollas, lechugas de roble, escarola, pimientos… “No hemos llamado al frutero, las verduras han salido de aquí”, cuenta con orgullo Olier.

Pero si algo tienen claro en todos estos centros es que para seguir en la buena línea será esencial trabajar la motivación y la disciplina. “De nada vale que lo hagan dos días y luego se les olvide”, advierte Gallardo. “Todas las mañanas, antes de desayunar, durante el recuento, me siento con ellos y les cuento la situación para que sean conscientes de que hay que continuar con las medidas”, concluye Olier.

Pisos de acogida: el papel de los referentes

Si es difícil concienciar a un grupo de adolescentes de un centro, la situación es aún más compleja cuando los chavales viven en un piso con mayor libertad de movimientos. “Al principio el confinamiento fue complicado. La mayoría están acostumbrados a entrar y salir a sus centros escolares, sus prácticas o su ocio. Son adolescentes y algunos rompían la norma”, admite Juan Carlos Rodríguez, responsable de tres pisos para un total de 40 menores no acompañados (de 12 a 18 años) en Coslada, Rivas y Fuencarral (Madrid).

Sin embargo, el esfuerzo del equipo educativo está logrando revertir la situación: “Poco a poco, hablando mucho con ellos, están cumpliendo. Están entendiendo que, aunque a ellos no les afecte considerablemente, pueden generar una situación muy compleja”, añade Rodríguez.

Es el momento de poner en práctica estrategias y habilidades de negociación y mediación y de echar mano de cualquiera que pueda ayudar. Es el caso de Allae y Salah, dos chicos que acaban de cumplir la mayoría de edad, pero que siguen en los pisos por la alerta sanitaria. Su ayuda está siendo esencial: “Cuando son modelos positivos se convierten en referentes muy fuertes. Se les escucha bastante ante cualquier crisis o frustración, a veces más que a un educador, porque los chicos se identifican con ellos”.

Centros para personas con una discapacidad intelectual: “Gracias por ser la sonrisa”

Hace unos días los usuarios de la residencia Santa Teresa de Villafranca de los Caballeros (Toledo) grabaron un vídeo en el que demostraban que ellos también saben lo que nos estamos jugando: “Tenéis que ser responsables, quédate en casa”. “Tenéis que lavaros las manos con frecuencia”, decían. Son personas con una discapacidad intelectual entre leve y moderada, y un día antes habían grabado otro vídeo para agradecer el trabajo de sus cuidadores. “Fue emocionante. No hacemos más que nuestro trabajo, pero llevamos unos días de muchos nervios y tensión para intentar protegerlos”, cuenta Sonia Oliver, directora del centro, que da servicio a 34 personas.

Estos días los pasacalles, las obras de teatro, los paseos con los perros que acoge la protectora de animales, el coro, los partidillos de fútbol o los cafés con las mujeres de este pequeño pueblo manchego se han sustituido por actividades de interior. Según Oliver, un cambio “brutal” que empezaron a aplicar dos días antes de que se decretara el estado de alarma.

“No salir es lo que peor llevan, porque lo asocian con una falta de premio”, confirma María José Tinoco, que dirige la residencia San Sebastián en Cantillana (Sevilla), con 56 usuarios. En este centro están documentando estas semanas en un diario fotográfico de la cuarentena. Los residentes tienen ahora menos tiempo para pasar fuera de sus habitaciones y se han configurado grupos de trabajo más reducidos para las actividades.

“Desde el momento en que hay una discapacidad intelectual podemos intuir que hay dificultad para gestionar determinadas situaciones o emociones”, resalta Tinoco. En Cantillana realizan talleres de emociones, donde aprenden a gestionar las emociones de estos días. De momento, funciona: cada día la hora del aplauso se adelanta unos minutos, porque todos quieren empezar a aplaudir los primeros.

La receta de Sonia Oliver es clara: “Darles información de lo que está sucediendo, que lo entiendan y que sepan que, si pasa algo, estamos preparados para cualquier urgencia. La sensación de que están protegidos es fundamental”.

El otro pilar debe ser la familia, estos días en la distancia. Hace unos días, Tinoco recibió una carta dirigida a todo el personal de su centro: “Gracias por ser la sonrisa, el apoyo, la motivación, la alegría, la calma, el paño de lágrimas, el cuidado de todos los residentes, que por desgracia sus familias no podemos darles en persona ahora”.

Unidad de Estancia Diurna San Lucas (Sevilla): el cierre, un “impacto para las familias”
Las unidades de estancia diurna están entre los centros cerrados por orden de las autoridades. Rocío Álvarez, directora en funciones de la unidad para personas con discapacidad intelectual de SAMU en Sevilla, cuenta que antes del cierre intensificaron los talleres de higiene de manos (adaptados a sus características) y enviaron una carta a las familias con recomendaciones para estos días.

El cierre es un impacto para las familias, porque deben reordenar su vida con una persona con discapacidad”, destaca Álvarez. Algunas se han agrupado para poder atender a personas con discapacidad que hasta ahora hacían uso de los centros de estancia diurna. Otros han reducido su jornada o reestructurado sus horarios.

Para el personal, el impacto también ha sido grande. Sin usuarios y por mucho trabajo que puedan hacer a distancia, hay servicios que no tiene continuidad. Álvarez asegura que el talante sigue siendo positivo: “Entendemos en lo que estamos”.

Escuela de SAMU: contribución a los gabinetes de crisis

Escuela de SAMU también ha alterado drásticamente su funcionamiento. Como todos los centros educativos del país, la formación presencial se ha sustituido por la educación a distancia mediante el uso de plataformas virtuales. Pero si algo distingue a SAMU es su experiencia en situaciones difíciles. Por eso, los alumnos del Máster de Enfermería se han volcado en la contribución a varios gabinetes de crisis.

“Es un grupo de alumnos bien formado y acostumbrado a trabajar de esta forma. Están prestando un gran apoyo a la rama sanitaria y prevención de riesgos”, apunta Thomas Couyotopoulo, responsable de la escuela.

Desde días antes de la declaración del estado de alarma, estos estudiantes trabajan sin descanso para recoger información de utilidad para los profesionales de SAMU, que sirve para actualizar los protocolos de prevención. Además, la Escuela está colaborando con la Junta de Andalucía en el estudio de un posible despliegue de un hospital de campaña. “En el máster estamos acostumbrados a hacer gabinetes de crisis y preparamos a los alumnos para estas situaciones”.

La Feria de la inclusión

Las Cabezas de San Juan (Sevilla) celebró su feria en la segunda semana de septiembre y, como cada año, los vecinos de este municipio se engalanaron para disfrutar de un espacio de encuentro, gastronomía, diversión y cultura.

El centro de estudio y diagnóstico Las Cabezas, gestionado por Fundación SAMU, se sumó a esta festividad e hizo partícipes a los menores que residen en este recurso. Durante el fin de semana, los menores visitaron la Feria, siempre bajo supervisión de los trabajadores de la Fundación SAMU. Además, se trasladó un poco de esa esencia ferial al propio centro, decorando zonas comunes y preparando música y comida propia de la fiesta.

Para los menores que visitaron el pueblo, en su mayoría procedentes de Marruecos, aunque también de otros países como Guinea, Bangladesh y Mali, fue un privilegio vivir estos días festivos. Pudieron disfrutar de las atracciones de la feria y de la alegría de los cabecenses en las distintas casetas del recinto.

Algunos de estos chicos llevan ya tiempo en el centro. Realizan salidas diarias por el pueblo y tienen amistades entre los vecinos de la localidad con las que pudieron compartir estas fiestas.

Los menores que no pudieron asistir al pueblo colaboraron en el diseño de los elementos decorativos del centro. Convirtieron el comedor en una auténtica caseta de feria. Fue en este espacio del centro donde se concentró la mayoría de las actividades de la fiesta, con bailes de sevillanas y la degustación de platos típicos. Todos estos platos fueron elaborados por el fantástico equipo de cocina del Catering Ilevel Media, empresa que colabora con la Fundación SAMU.

“La mayoría de estos chicos no han tenido una vida fácil. Algunos han crecido entre guerras. Otros, tuvieron que dejar sus estudios para trabajar y así ayudar a sus familias. Y eso sin contar con su travesía migratoria, que, en alguno de los casos, ha llegado a durar años, dejando atrás a familiares, amistades y su propia infancia. Cuando desde el equipo de SAMU Las Cabezas proponemos este tipo de acciones, tenemos dos objetivos claros. En primer lugar, una faceta lúdica y de diversión. Y, en segundo lugar, una faceta de aprendizaje social y personal, incentivando la participación de los diferentes recursos disponibles de la localidad”, explica Manuel Ramos, educador del Centro ED Las Cabezas de SAMU.

Este tipo de eventos son una parte muy importante dentro de los diferentes procesos migratorios de los menores. Sirven de nexo de unión en la intermediación de las costumbres y tradiciones propias y ajenas, y fomentan así la inclusión real de estos chicos y su adaptación al lugar de acogida.

Un artículo del Equipo educativo ED Las Cabezas

‘Eid Al Adha’ en Motril: Compartir mucho más que un almuerzo

Los menores del COISL SAMU de Motril (Granada) celebraron el 11 de agosto, junto al equipo educativo del centro, la Fiesta del Cordero, o Eid Al Adha. Esta fiesta, conocida como la “celebración del sacrificio”, es la mayor festividad para la población musulmana. Conmemora el pasaje recogido en el Corán en el que se muestra la voluntad de Abraham de sacrificar a su hijo Ismael como un acto de obediencia a Dios, antes de que éste interviniera para proporcionarle un cordero y que sacrificara a este animal en su lugar.

Para su celebración, las familias musulmanas tienen como tradición el sacrificio de un cordero para comerlo y disfrutarlo todos juntos. Como es lógico, los menores del COISL no realizaron dicho sacrificio, sino que en su lugar encargaron la carne de cordero y otras, y se desplazaron hacia la Cañada Vargas, una zona de barbacoas situada en Torrenueva Costa. Una vez allí, los menores, con ayuda de sus educadores, organizaron y prepararon toda la barbacoa y degustaron el cordero entre risas y juegos dinámicos.

Al finalizar el almuerzo y tras recoger el recinto, los menores pusieron rumbo hacia la playa de la misma localidad para paliar el intenso calor del día de la celebración. Una vez allí, la gran mayoría de los chicos pasó toda la tarde nadando, paseando por la playa y, en general, disfrutando de un gran día. Durante el desarrollo de la actividad en la playa, uno de los menores ayudó a una familia a sacar del agua a un niño en problemas, alertando a los socorristas del lugar la situación. La familia se mostró muy agradecida.

El ambiente general de la jornada fue muy bueno. Pudimos observar en cada uno de los menores el proceso de adaptación y el trabajo realizado en el COISL, destacando el trato entre los chicos, la organización de los mismos para preparar el recinto, la predisposición a compartir y disfrutar juntos, y las risas generalizadas durante todo el día.

Una vez en casa y para finalizar la jornada, se hizo entrega a los menores de un pequeño detalle para conmemorar la celebración de Eid Al Adha, ya que la tradición en países como Marruecos incluye el ofrecimiento de regalos entre los diversos miembros de la familia.

Autor: Alejandro Morales. Educador COISL SAMU Motril

Del Parlamento al centro de menas

El centro de menores extranjeros no acompañados (menas) que gestiona Fundación SAMU en el sevillano barrio de la Macarena, ISL Polancos, recibió el 17 de septiembre a una comitiva muy especial: la formada por la consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía, Rocío Ruiz, los diputados de la comisión sobre políticas de protección de la Infancia del Parlamento andaluz, y el Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu. En total, sumaban alrededor de 20 personas que recorrieron el edificio durante unas dos horas.

La visita estaba programada en la agenda del Parlamento con el objetivo de conocer más a fondo las instalaciones y el funcionamiento de este espacio. En esta “casa”, porque parece una casa familiar y funciona como tal, reside una veintena de jóvenes. Cuando, entrada la tarde, llegaron los políticos, ellos se distribuían en dos de sus clases cotidianas: la de español y la de orientación para la búsqueda de empleo.

Este edificio de acogida e integración para menas es de titularidad de la Junta de Andalucía y está gestionado por Fundación SAMU. La Administración organizó la visita de la comisión parlamentaria de Infancia para que los diputados de todo el arco político tuvieran la oportunidad de “superar el prejuicio de asociar inmigración con delincuencia” y cultivar “una política que no viva de los estereotipos”, en palabras de la consejera.

Ruiz se mostró encantada con el acondicionamiento de esta casa de tres plantas, con un gran salón central y azotea disfrutable, “que se podría haber alquilado y seguir ahondando en la turistificación de los barrios del centro” y, sin embargo, tiene “un uso social extraordinario”.

Tras un primer brote xenófobo de oposición a la apertura del centro, contrarrestado por una concentración solidaria de respaldo a los menas a la que acudieron unas 300 personas, la situación se ha normalizado por completo. Los jóvenes están perfectamente integrados en el barrio. No ha vuelto a haber protestas en contra. Los responsables del centro aseguran que no se ha registrado ninguna incidencia. Ninguna queja vecinal.

Los menores inmigrantes que viven en la Macarena, como en otros centros, no están en situación irregular, puesto que el sistema de protección de menores de la Junta de Andalucía no discrimina entre personas españolas y extranjeras: todos ellos son menores. Los menas están bajo tutela y amparo del Gobierno andaluz hasta los 18 años, aunque su situación al cumplir esa edad se complica, tal y como constataron los responsables de SAMU y de la propia Consejería.

Muchos de ellos aún no tienen documentación de sus países debido a que las dificultades burocráticas con los países de origen cada vez son mayores. En casos como el de Marruecos, se demoran hasta un año. La tramitación de documentos se ha ralentizado porque han proliferado las denuncias por falsificaciones (adultos que se hacen pasar por menores para evitar ser devueltos en caliente) y la verificación es más exhaustiva.

Carlos González de Escalada, director general de SAMU, que recibió a la comitiva parlamentaria, explicó que el gran reto en la tutela de estos jóvenes es conseguir su inserción laboral. “Su compromiso con el trabajo es extraordinario. Son extremadamente responsables porque no entienden su proyecto migratorio sin trabajar y generar recursos para enviar a sus hogares. Gestionamos muchos acuerdos con empresas para que puedan realizar prácticas, y quienes cuentan con ellos siempre están muy satisfechos. Están tan motivados que superan cualquier expectativa”, relató González de Escalada.

Hay trabas como el idioma o la carencia de vínculos familiares. “Tenemos que trabajar desde todos los ámbitos para crear una sociedad de acogida real”, coincidieron los presentes. El Defensor del Pueblo Andaluz se sumó a la convocatoria de la consejera y a esta reivindicación.

Maeztu avanzó que está promoviendo una iniciativa en defensa de la integración de los menas en un encuentro de los Defensores del Pueblo en todas las comunidades que se celebrará este mes. Buscará una declaración institucional consensuada que fije la responsabilidad de cada Administración en el asunto de los menores inmigrantes.

El número de ingresos de menores extranjeros no acompañados en el primer cuatrimestre de 2019 se ha incrementó en más de un 60% en relación al mismo periodo de 2018 (hasta 1.257). Entre enero de 2015 y mayo de 2019 han sido atendidos en la comunidad autónoma 15.693 menores, de los que solo 83 han tenido medidas judiciales de internamiento por comisión de algún delito, es decir, el 0,52%. En España hay más de 12.300 menas, según el Ministerio de Interior.

La tutela de los niños es de las comunidades, que no pueden impedir que los menores se desplacen de unas a otras o que abandonen España.

El centro de la Macarena gestionado por Fundación SAMU, con 25 plazas, forma parte de las nuevas 1.200 plazas habilitadas por la Junta para la atención de menores extranjeros no acompañados antes del verano.