Simulacro de IMV en Escuela SAMU

El caos bajo control: Incidente con Múltiples Víctimas en Escuela SAMU

La mañana del viernes 20 de diciembre, el sonido de una explosión rompió la calma en las instalaciones de Escuela SAMU, en Gelves (Sevilla). No se trataba de una emergencia real, sino del inicio de un simulacro integral de Incidentes de Múltiples Víctimas (IMV), el primero de este curso 2024-2025. El ejercicio, diseñado para poner a prueba la preparación de los futuros profesionales de emergencias, sumergió a los participantes en un escenario de caos cuidadosamente orquestado.

El objetivo era claro: replicar, con el mayor realismo posible, una situación en la que los recursos sanitarios y humanos resultasen insuficientes para atender a todas las víctimas. Durante cinco horas, 142 alumnos de diferentes disciplinas se enfrentaron a retos logísticos, asistenciales y psicológicos que exigieron precisión y trabajo en equipo.

En este ejercicio participaron alumnos del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria (UECAH), los alumnos de Técnicos de Emergencias Sanitarias (TES), Técnicos de Emergencia y Protección Civil, Técnico Superior de Coordinación de Emergencias y Protección Civil y los de Técnicos en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE) de Escuela SAMU. Además, se contó con la colaboración de personal voluntario externo, lo que enriqueció la experiencia y permitió una interacción dinámica entre diversos actores implicados en la gestión de emergencias.

Una coreografía de la emergencias

El simulacro comenzó semanas antes con una planificación minuciosa. Un equipo de cinco alumnos del Máster de Enfermería, junto a una instructora experimentada, diseñó cada detalle del ejercicio: desde los roles asignados a las víctimas hasta los recursos logísticos disponibles. El escenario elegido fue una simulación de explosión en un edificio, con más de 30 participantes caracterizados como heridos graves, quemados e incluso pacientes en paro cardiorrespiratorio.

La jornada arrancó con la distribución de roles. Mientras las supuestas víctimas eran caracterizadas con maquillaje de efectos especiales, los equipos de intervención recibían instrucciones en el área de material. Sobre las nueve y media de la mañana, el simulacro cobró vida: una llamada ficticia al Centro de Coordinación de Urgencias (CCU) marcó el inicio del despliegue.

Las primeras acciones se concentraron en el área de impacto, donde los equipos de rescate entraron con cascos y herramientas de protección. Simultáneamente, el equipo de triaje evaluó a las víctimas y las clasificó según la gravedad de sus lesiones, empleando tarjetas de colores para priorizar la atención.

Entre las zonas más activas destacó el área de atención psicológica. Aquí, los psicólogos en formación intervinieron para estabilizar emocionalmente a víctimas ficticias con crisis de pánico, brotes psicóticos y ansiedad extrema. La tensión era palpable incluso en los detalles simulados, como el humo generado con máquinas y los sonidos de explosiones controladas.

Uno de los aprendizajes clave del simulacro fue la importancia del liderazgo en situaciones de alta presión. Los participantes asumieron responsabilidades jerárquicas, coordinando equipos y tomando decisiones críticas en tiempo real. «No se trata solo de atender a los heridos, sino de gestionar recursos limitados de manera eficiente», explicó una de las instructoras.

El equipo de evaluación destacó el rendimiento de los participantes en el uso de sistemas de comunicación, como los walkie-talkies, y su capacidad para adaptarse a imprevistos, como un supuesto colapso estructural durante la evacuación.

El simulacro concluyó con un debriefing detallado, donde instructores y alumnos analizaron aciertos y áreas de mejora. Entre los aspectos positivos, se subrayó la coordinación entre equipos y la capacidad de improvisación frente a emergencias secundarias. Sin embargo, también se identificaron retos, como la necesidad de optimizar los tiempos de traslado entre zonas y mejorar la gestión de pacientes con heridas críticas.

Este tipo de ejercicios son esenciales para la formación de los futuros profesionales de la salud y las emergencias, no solo por las habilidades técnicas que desarrollan, sino por el temple que exigen. Como recordó uno de los organizadores: «En la vida real, no hay segunda oportunidad para salvar una vida. Estos simulacros nos preparan para afrontar lo impensable con eficacia y humanidad».