Ceuta 2021: Una operación de SAMU sin precedentes

Los grandes problemas requieren soluciones a la altura. La crisis provocada en Ceuta del 17 al 19 de mayo, tras la llegada de unos 8.500 migrantes, entre ellos alrededor de 1.500 menores, ha dado un lugar a un despliegue sin precedentes por parte de Fundación SAMU. Se trata de “la mayor operación llevada a cabo hasta ahora por SAMU”, según Carlos González de Escalada, director general de SAMU.

Un esfuerzo descomunal y a contrarreloj para atender las necesidades urgentes de más de 800 niños y niñas que permanecen en Ceuta y necesitan un techo, cama, ropa, comida y un entorno adecuado a su edad. Este esfuerzo llega apenas seis meses después de que SAMU desplegara en las Islas Canarias un dispositivo extraordinario para atender a los menores no acompañados que llegaron de forma masiva.

Javier Olier dirige el dispositivo de Ceuta, y destaca la adaptabilidad que ha demostrado SAMU en esta crisis, en la que las expectativas se han visto reiteradamente superadas por la realidad. “Desembarcamos seis personas a las ocho y media de la tarde del 19 de mayo para ayudar a Cruz Roja a repartir bocadillos, y nada más bajar del barco nos hicimos cargo de un centro para 250 menores, de los cuales veinte eran positivos en Covid”, relata.

Piniers I fue el primero de los recursos de emergencia que gestiona Fundación SAMU en Ceuta. El 21 de mayo, SAMU abrió Santa Amalia, con capacidad para otros 250 menores, y el 24 hizo lo propio con dos nuevos recursos en el polígono de El Tarajal: uno con capacidad para 300 menores y otro para ingresos en aislamiento preventivo por posible contagio de coronavirus. Por último, abrieron un tercer recurso en El Tarajal, destinado exclusivamente a alojar positivos: “Hemos llegado a tener 250 menores en la nave verde de El Tarajal, 160 en aislamiento y 80 positivos”.

Posteriormente, SAMU ha abierto Piniers II, donde ha colocado diez iglús, contenedores ablatorios, una oficina, un almacén y una carpa de 600 metros. “Todo eso lo hemos hecho en cinco días”, comenta Olier con satisfacción. Mientras explica su trabajo, atiende media docena de llamadas, da instrucciones a operarios, gestiona la llegada de nuevos contenedores y módulos, señala dónde deben colocarse. Este trabajo no ha terminado. Al contrario. A finales de junio SAMU sigue atendiendo a alrededor de 800 niños y niñas llegados sin nada a Ceuta. En la calle sigue habiendo varios centenares, y SAMU registra nuevos ingresos cada día.

Prioridad: salir de las naves

Lo más urgente ahora es dar a esos niños un propósito, algo que hacer y un espacio adecuado para ello. Una nave industrial es un techo de emergencia, no un recurso sostenible a medio plazo. “Tienen talleres de manualidades y educativos, se practica algún deporte dentro de la nave, pero no es al aire libre”, explica Olier. Este tipo de espacios facilita la aparición de conflictos entre los menores.

Por eso, la hoja de ruta tiene como prioridad sacar los niños de las naves a módulos prefabricados instalados en espacios abiertos y posteriormente, a casas style framing. “Nuestro esfuerzo se dirige a sacarlos a espacios donde tengan la posibilidad de ejercitarse y recrearse en exteriores”, señala Juan González de Escalada, director del área de Emergencias de SAMU. SAMU está inmersa en una obra de 14 habitaciones con capacidad para 120 niños, en un espacio de cuatro mil metros. Actualmente, un equipo de diez personas trabaja en la fabricación de módulos propios para reforzar la capacidad de dar alojamiento y aseo a los menores atendidos.
Un despliegue logístico de veinte toneladas.

Desde Sevilla, González de Escalada está al frente de un gabinete de crisis para identificar las necesidades del operativo y cuidar de que a Ceuta llegue todo lo necesario para atender a los menores. SAMU ha diseñado un sistema para sistematizar la realización de un par de envíos semanales a Ceuta, que presenta una dificultad añadida: no forma parte del territorio aduanero de la Unión Europeo.

Hasta el cierre de esta edición de Revista SAMU, se habían enviado a la ciudad autónoma más de veinte toneladas de material sanitario, ropa, módulos… “El esfuerzo logístico que se hace en Sevilla es crucial para que este proyecto salga adelante. Es de una dimensión difícil de abarcar”, admite Olier.

SAMU ha puesto toda su capacidad para atender una necesidad excepcional: atender a cerca de un millar de niños y niñas solos en una ciudad española. “Haz el bien y no mires a quién”; “el genio es un 1% de talento y 99% de trabajo duro”; “al final todo irá bien, si no está bien es que no es el final”. Son frases que se leen, en español, francés, inglés y árabe, en los módulos que estos días cobijan a cientos de niños y niñas solos en Ceuta.

Hay que tener en cuenta que el servicio de Fundación SAMU tiene un carácter integral, que persigue no sólo la atención asistencial de los menores extranjeros no acompañados, sino también su desarrollo social, psicológico y laboral en un entorno de máxima profesionalización y capacidades.

Educadores, operarios, técnicos y personal administrativo de Fundación SAMU trabajan con un objetivo común, aun en situaciones de emergencias como la que atraviesa Ceuta: garantizar un presente digno a estos menores, para que puedan aspirar a un futuro mejor.

SAMU, un equipo de Champions League

SAMU juega en la Champions League de las emergencias sanitarias de la mano del Sevilla FC. Y es que, por cuarto año, la entidad ha asumido la cobertura de emergencias del club, tanto del primer equipo como de todas sus categorías inferiores (masculinas y femeninas), del personal técnico y de los asistentes a los partidos de fútbol celebrados en las instalaciones tanto del Estadio Ramón Sánchez Pizjuán como de la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros Palacios durante la temporada recién terminada. El acuerdo firmado con el Sevilla FC a principios de la campaña 2020-2021 incluye tanto las competiciones nacionales como las internacionales.

La primera vez que SAMU pisó el césped del Sánchez-Pizjuán fue en la temporada 2016-2017. Dada la magnitud técnica de cada evento, en un estadio con 40.000 localidades, y su enorme dimensión social, aquella operativa fue una prueba de gran éxito para la entidad y para el equipo de 30 personas de SAMU que participaron en la misma bajo la coordinación de Victoria Galiani. La segunda campaña de SAMU con el Sevilla FC fue durante la temporada 2017-2018, para repetir de nuevo durante la temporada 2019-2020 y ésta que acaba de concluir.

La gran peculiaridad de este año ha sido la ausencia de público en las gradas. Las medidas contra el Covid-19 han impedido la presencia de espectadores durante los partidos, algo que ya ocurrió durante las últimas jornadas de la temporada anterior. Este cambio sustancial ha obligado al equipo de SAMU a reorganizar su trabajo y su logística. “No es lo mismo un dispositivo de emergencias para un evento en un recinto cerrado con 40.000 personas que en otro donde solo te tienes que centrar en los jugadores, el equipo técnico del club, los directivos, el personal de seguridad y algunos profesionales más, como prensa”, explica Carmen Espina Barrera, enfermera y responsable del dispositivo durante esta atípica campaña. “Los recursos necesarios son diferentes y la presión que tenemos durante nuestro trabajo, también”.

En condiciones normales, el dispositivo de emergencias del Sevilla FC lo forman entre 20 y 25 profesionales de SAMU. En esta ocasión, debido a la crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19, el equipo ha estado formado por 10 personas. “Tenemos un equipo de asistencia completo formado por un médico, un enfermero y dos técnicos en emergencia sanitarias a pie de pista”, relata Carmen Espina Barrera.

Este equipo se encarga de atender a los futbolistas y cualquier circunstancia médica que ocurra sobre el terreno de juego. Los efectivos de SAMU tienen las camillas a su disposición para evacuar a los futbolistas hacia la banda o directamente a vestuarios. Trabajan en coordinación con el equipo médico del club, aunque, en caso de emergencias, es el director médico asignado a este equipo de pista quien se erige como máximo responsable de la estabilización y traslado del jugador hasta el hospital de referencia.

También hay un segundo equipo de asistencia en la clínica de estabilización, donde se atiende a directivos, personal de prensa y a todo aquel que lo necesite (incluidos espectadores, cuando los hay). La Unidad de Estabilización es también el punto de reunión del equipo de SAMU, de atención sanitaria y de acopio de material. Aquí operan un médico, dos enfermeros, y un técnico que realiza funciones de transmisiones. Este equipo está preparado para cualquier contingencia.

El dispositivo lo completa una octava persona que hace las labores administrativas y que lleva el control del número de asistencias, traslados, actas… , y un noveno profesional, en este caso un TES, que se encuentra en la Puerta de Emergencia 11 junto a una UVI Móvil preparado para actuar en caso de que sea necesario realizar un traslado de emergencia a un hospital. Carmen Espina Barrera, por último, ejerce como mando del operativo y enlace entre el Sevilla FC y SAMU.

“El Covid-19 ha cambiado radicalmente nuestra forma de trabajar. Cuando hay espectadores, la carga de trabajo en la clínica de estabilización es mucho mayor. Se atienden infartos, se activan códigos de ictus, hay muchos golpes de calor, lesiones traumáticas, desvanecimientos, caídas… Ahora estamos centrados en el aspecto más deportivo, en los jugadores”.

Espina reconoce que, en los partidos de las categorías inferiores, que se juegan en la Ciudad Deportiva, actualmente se realizan más asistencias que en el Estadio Sánchez-Pizjuán, ya que en estos partidos hay más contacto entre los jugadores y se producen más choques, lesiones y heridas.

Durante la mayor parte de esta temporada, SAMU también ha sido la encargada del dispositivo de antígenos en el Estadio del Sánchez-Pizjuán. “A todo aquel que entraba en el estadio se le realizaba una prueba de antígenos, excepto a los jugadores, cuyas pruebas se realizan a través de otro proceso. Directivos, prensa, sanitarios, personal de vigilancia y seguridad, policías…. Empezábamos a las nueve de la mañana y finalizábamos al terminar el partido”, comenta la jefa del dispositivo.

En condiciones normales, hasta siete profesionales se reparten por todas las coordenadas del estadio, con dos o tres personas (en función de la proximidad al centro de estabilización) para la atención más inmediata al público que llena el graderío.

Espina y el equipo que lidera han aprendido a identificar las grandes variaciones de tensión que se producen en un escenario como es un partido de fútbol: ¿Quién es el rival? ¿El equipo gana, o va perdiendo? ¿En qué momento del partido estamos? ¿Qué se juega el club? “Es algo que se respira en el ambiente y que hay que valorar en cada momento. En el derbi, por ejemplo, la tensión es altísima, lo mismo que en los partidos de Champions”, apuntan desde SAMU. Hay que tener en cuenta que SAMU es el responsable del dispositivo sanitario de los partidos de Primera División del primer equipo del club, Champions League, Copa del Rey y Copa de la Reina.

La responsable del dispositivo explica que, en condiciones normales, la peculiaridad principal del dispositivo en el estadio es que se trata de un recinto cerrado y con gran afluencia de público, en el que los patrones de evacuación son fundamentales. SAMU asume la labor asistencial frente a emergencias y es responsable del traslado de heridos a la zona de concentración de ambulancias, en el lateral del estadio, y la posterior coordinación con Emergencias. “Esto nos hace estar en una tensión constante. En una maratón tenemos a más de 20.000 personas repartidas en 42 kilómetros de recorrido en los que puede darse una situación de emergencia. Aquí estamos concentrados en este recinto, que además está cerrado, que tiene diferentes puertas, diferentes alturas, escaleras…”, explican desde SAMU.

En las últimas semanas se ha valorado la posibilidad de que los espectadores vuelvan a los estadios en los últimos partidos de la Liga. No hay nada decidido sobre la próxima temporada, aunque todo apunta a la normalización de estos eventos. “Evidentemente no es lo mismo un estadio vacío que un estadio con 43.000 personas. Pero si permiten la entrada de público, ya sean 10.000 ó 20.000 personas, volveremos a reforzar nuestros recursos, y nuestro protocolo de actuación será el mismo que ante un estadio lleno, ya que el recinto es el mismo y la dispersión del público también”.

La colaboración de SAMU con un club de máxima solvencia como es el Sevilla FC y con los distintos equipos de seguridad que forman parte del dispositivo organizativo de cada partido ha sido fluida y muy eficaz, algo que desde SAMU esperan repetir en próximas temporadas.

Valme López, directora de Servicios Corporativos de SAMU: “En SAMU he aprendido a tener la piel más dura”

Valme López (Sevilla, 1987) puede presumir de ser una de las pocas personas que, con su trabajo y dedicación, ha ido desde la base subiendo peldaños uno a uno dentro de la estructura de SAMU. Entró como becaria en 2010 y acaba de ser nombrada directora de Servicios Corporativos.

—En primer lugar, felicidades por este nuevo nombramiento. Se trata de un puesto de nueva creación. ¿Cuál es su función ahora exactamente?
—Sigo trabajando dentro de la Dirección General, pero no como adjunta a la Dirección, he dado un paso más. Este nuevo cargo aglutina todas esas actividades que yo ya hacía desde hace algún tiempo pero que no estaban totalmente definidas. Digamos que ahora soy directora de todas aquellas áreas y actividades relacionadas con los servicios corporativos de la organización, como por ejemplo marketing, comunicación, prensa, identidad corporativa, innovación, sostenibilidad, relaciones institucionales… Sigo dentro de la oficina de Dirección General, pero con mi propia dirección.

—¿Cuáles son ahora sus objetivos?
—Pensar a lo grande, más aún. Tengo que aprender a delegar para poder seguir creciendo, es algo que me cuesta mucho. Tengo que desarrollar el pensamiento estratégico para hacer que SAMU facture 100 millones de euros. Ese es mi objetivo, bastante ambicioso, sí, pero hay que pensar así, a lo grande, para poder seguir creciendo.

—¿Recuerda su primer día en SAMU?
—Tenía 22 años cuando entré a trabajar en SAMU. Era una niña. Entré como becaria en prácticas a través de la Universidad de Sevilla. Carlos González de Escalada, hoy director general, me entrevistó. Me acuerdo de que me preguntó: “¿Eres proactiva?”. Y él mismo me dijo: “Vaya pregunta la mía, me vas a decir que sí, claro”. Y yo, “sí sí, claro”. Me pidió que le mandara en un email lo que yo podía aportar a la empresa y cuáles eran mis objetivos. Éramos cuatro candidatos para un mismo puesto. Al cabo de diez días, Carlos me llamó y me dijo literalmente: “Si sigues interesada, en este puesto es tuyo”. Era un puesto de gestora administrativa. Hice mil bases de datos y mailings ocupando aquella responsabilidad, además de llevar la gestión de la lavandería y de apoyar a Carlos González de Escalada en las labores de dirección de Desarrollo de SAMU. Estuve seis meses de becaria.

—¿Cómo fue el paso de becaria a personal contratado?
—Yo terminaba mis prácticas el 21 de septiembre y, hasta el último día en el último momento, Carlos González de Escalada no se sentó conmigo y me dijo: “Valme, no sé si te dará tiempo de hacer la gestión en la Universidad, pero vete que mañana empiezas a trabajar aquí”. Me tuvo en vilo hasta el último minuto.

—¿Se imaginaba entonces que iba a tener una trayectoria profesional de once años en SAMU?
—No me lo imaginaba, pero sí lo quería. Aquí estaba a gusto, me sentía en familia, apoyada.

—¿Por qué lo quería?
—Por la profesionalidad que había y por todas las posibilidades y el trabajo que había por hacer. Había muchas cosas que desarrollar, muchos frentes abiertos.

—¿Cómo ha evolucionado SAMU en estos once años?
—El cambio ha sido radical. Yo siempre digo que el crecimiento de SAMU en los últimos años ha sido explosivo, no exponencial. Cuando yo llegué solo había cinco o seis recursos abiertos y unos 150 trabajadores. Hoy hay más de 70 recursos y una plantilla de 2.000 trabajadores. De SAMU, admiro su valentía. No se para por nada. A SAMU no le arruga nada. Aquí se ama el trabajo.

—¿Ha habido algún proyecto que usted pensara que no saldría adelante?
—En 2018 vivimos un momento muy crítico a raíz de la crisis migratoria y la gran cantidad de menores no acompañados que llegaron a las costas andaluzas. En aquella época se produjo una explosión de centros de menores en SAMU. Nos llamaban de la Junta de Andalucía un día sí y otro también comunicándonos la llegada de nuevos menores y la necesidad de movilizar recursos para poder atenderlos. Abríamos recursos dirigidos a menas [menores extranjeros no acompañados] a un ritmo frenético. Esto ha sido lo más meritorio y lo más fascinante que he vivido yo en SAMU. Fue increíble.

—¿Cuál ha sido el momento más difícil que ha vivido en SAMU?
—En 2012 hubo una crisis de liquidez importante. Estábamos en plena crisis económica y hubo despidos. Fue una situación muy desagradable. Yo era una joven de 24 años y tuve que comunicarle el despido a hombres con el doble de edad que yo y a compañeros a los que apreciaba mucho. Algunos no se tomaron bien que fuera yo la que les anunciara el despido y me lo hicieron saber con comentarios y actitudes fuera de lugar. Personalmente, fue un momento muy duro, quizás el más duro de mi carrera en SAMU. Muchos me seguían viendo como una niña. Lo pasé muy mal. Despedir a alguien siempre es muy difícil y siendo tan joven como lo era yo, más.
“Mejor pedir perdón que pedir permiso”

—¿Ha cambiado SAMU su personalidad?
—Sí, claramente. En SAMU he aprendido a tener la piel más dura y a resistir más. Aquí he crecido tanto personal como profesionalmente. Antes era de lágrima fácil y me agobiaba cuando tenía mucho trabajo. Recuerdo que, cuando estaba sola en Base 7, llamaba a Carlos González de Escalada, que estaba en la oficina de la Cartuja, y él no paraba de mandarme tareas y más tareas. Cuando le replicaba me decía: “¡No me contestes más!” y yo, “pero Carlos…”, y él insistía, “¡que no contestes!”. Para mí ahora eso es una anécdota divertida. Pero así también aprendí a resolver las cosas por mí misma. No me quedaba otra. Mejor pedir perdón que permiso.

—¿Qué le ha enseñado SAMU en todos estos años?
—En SAMU he aprendido todo lo que sé y lo que soy. Toda mi carrera profesional la he desarrollado aquí.

—¿Quiénes han sido sus principales apoyos?
—Carlos González de Escalada, sin duda. Todo lo que sé lo he aprendido de él. Su entereza, a sacar las castañas del fuego, a ser valiente y apostar. Él ha sido mi mentor. Y estoy muy agradecida del tiempo y el esfuerzo que me ha dedicado. Siempre pienso en lo afortunada que soy de tener su respaldo. Pero al mismo tiempo, en vez de relajarme, eso me impone más responsabilidad porque no puedo ni defraudarle ni fallarle.

—¿Hacia dónde va SAMU?
—SAMU quiere buscar y apostar por algunos proyectos privados, pero sin abandonar la estrategia seguida hasta ahora y fruto de la cual ha sido nuestro crecimiento. Vamos a continuar persiguiendo y mejorando los contratos con la Administración Pública como hasta ahora porque está más que demostrado que eso es lo que mejor sabemos hacer. Como decía hace un tiempo nuestro director general, SAMU es una entidad privada de servicio público.

—Antes ha mencionado lo que le ha enseñado y aportado SAMU, ¿y al revés, qué cree que le ha ofrecido usted a la organización?
—Lealtad y compromiso, sobre todo. También confianza y seguridad. Mi jefe y compañeros saben que a mí ‘no se me pasa nada’.

SAMU Tánger: El reto de exportar la excelencia

Cualquiera que haya emprendido la aventura de expandir una empresa en el extranjero conoce las dificultades del proceso. Al llegar, hay que encajar las dinámicas propias de la organización en un contexto cultural, económico y social diferente. Para SAMU, que en 2017 abrió una delegación en Marruecos, no ha sido distinto. Cuatro años y una pandemia después, la conclusión de sus responsables es que, en un entorno complejo, se está realizando una tarea valiosa y valorada por los pacientes, que conocen y aprecian cada vez más lo que puede ofrecerles SAMU. La historia de SAMU en Marruecos es la de una empresa luchando contra las adversidades para ofrecer un servicio de calidad.

Hoy, SAMU Tánger trabaja en colaboración con los médicos, con un equipo propio de enfermeros y técnicos que ponen a disposición de los pacientes tres ambulancias medicalizadas avanzadas. “SAMU Tánger trabaja con medidas y protocolos españoles adaptados al contexto marroquí. Pero cuesta, por supuesto”, explica Hasna Alaoui, coordinadora de la delegación, que añade: “Hay empresas marroquíes que se dedican a lo mismo, pero es algo completamente diferente: no está tan estructurado, ni protocolizado, ni dan el mismo seguimiento”.

Hasta 2020, la principal tarea de SAMU en Tánger era proporcionar asistencia sanitaria ambulatoria de urgencia, con especial atención a los tránsferes internacionales por vía aérea o marítima. Pero 2020 fue un año en que casi todo fue diferente. La pandemia del coronavirus planteó nuevas dificultades y permitió constatar una gran capacidad de adaptación de la entidad, mostrando lo que SAMU puede aportar a un país como Marruecos.

Mientras disminuía la carga de trabajo para atención de urgencias, aumentaba la derivada del seguimiento domiciliario de pacientes que preferían pasar la enfermedad en su casa. SAMU facilita el apoyo logístico en la asistencia y seguimiento a domicilio de enfermos de Covid. “Si no dispones de equipos cualificados, material y protocolos adecuados, no es posible hacer ese seguimiento”, comenta Alaoui, que señala que han podido adecuar los recursos disponibles a esta nueva demanda: “Cuando SAMU acude a un domicilio, es como si llevara una clínica. Los médicos pueden realizar un electrocardiograma in situ, aplicar un tratamiento intravenoso, practicar pruebas PCR o realizar analíticas. El paciente no necesita salir de su casa”. Si se necesita el traslado a un hospital, el mismo equipo se encarga de coordinarlo.

El éxito en estas intervenciones ha mostrado la resiliencia y la capacidad de trabajo de sus equipos, aumentando notablemente la popularidad de la empresa. “Gracias al trabajo que ha hecho SAMU en la pandemia, se ha llegado más a la población. La empresa ha mostrado su capacidad de resolver los problemas tan difíciles que ha generado la pandemia y está en boca de los médicos locales, que llaman para sus pacientes”, apunta Alaoui.

Material puntero y equipos formados

En Marruecos, SAMU sigue teniendo el estatus de empresa de emergencias. Es decir, puede prestar apoyo logístico al trabajo de los médicos. Pronto podría adquirir también el estatus de institución sanitaria, lo que facilitaría su implantación, que no está siendo sencilla.
Borja González de Escalada asumió las riendas del proyecto en sus primeros años. SAMU ya había trabajado en Marruecos prestando ayuda de emergencia tras el terremoto de Alhucemas, en 2004, había colaborado en misiones en Layún, Chaouen, Tan-tan y la región de Tánger, y participado en proyectos para el desarrollo de las capacidades de asistencia prehospitalaria.

Después de viajar al país con el presidente de Fundación SAMU, el Dr. Carlos Álvarez Leiva, se convencieron de la oportunidad de ofrecer un servicio de asistencia sin parangón en Marruecos. “Fue una decisión estudiada, sobre todo con el sector público”, analiza. De todas las sedes posibles, Tánger se perfiló pronto como la mejor: apenas a cuatro horas de Sevilla y con un porcentaje importante de población con conocimientos de español, lo que debía facilitar la consolidación de una plantilla.

Lo primero que hizo SAMU al llegar a Marruecos, nada más disponer de una oficina, fue formar al personal con un curso de ocho horas diarias durante tres meses, en el que se implicó de forma personal el fundador de la empresa. “Inculcar todos los protocolos fue más complicado de lo que pensábamos, por lo que se prorrogó el curso dos meses más y se añadió una formación continua de seis meses”, comenta Borja González de Escalada.

Sin embargo, desde muy pronto, el trabajo de SAMU en Marruecos fue percibido por algunas asociaciones privadas locales como una amenaza al statu quo. “Pero no cejamos en el intento y poco a poco fuimos incorporando servicios y dándonos a conocer”.

SAMU está implantando unos servicios hasta ahora inexistentes en una cultura empresarial y médica muy diferente. “Hay material que aquí no existe”, resalta Alaoui. “En Marruecos nadie ofrece una ambulancia con profesionales. Si tienes que hacer un traslado en UVI móvil, puedes encontrar una ambulancia más o menos medicalizada, pero no un equipo conjuntado y entrenado, con un protocolo, ni en lo privado ni en lo público”, añade Borja González de Escalada. Otro dato: en la asistencia móvil de SAMU, la medicación está incluida, mientras que las empresas locales cobran el suero o el oxígeno, si es que disponen de él. SAMU también ha evitado la práctica de las comisiones, extendida en el país de forma legal.

Borja González de Escalada cuenta una anécdota que refleja el marco en el que operan en Tánger. En Marruecos, el sector privado no puede atender accidentes. Una ambulancia con conductor puede recoger al herido y llevarlo al hospital público. “Hemos tenido que ir detrás de una ambulancia para que llegara al hospital, poder pasar al paciente a la nuestra y trasladarlo al hospital privado que había elegido”.

“Aun así no hemos tirado la toalla y seguimos trabajando para cubrir una demanda inmensa en un sector apasionante y lleno de retos al servicio de la ciudadanía”, concluye.

Claves para gestionar una crisis anunciada, por el Dr. Carlos Álvarez Leiva

Entre el 6 y el 11 de enero, la borrasca Filomena azotó España dejando históricas nevadas en el centro peninsular, principalmente, y fuertes lluvias en la Costa del Sol. Días antes, varios expertos y medios comenzaron a hablar de una de las nevadas más potentes de las últimas décadas, y el día 5, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) emitió avisos rojos por nieve en varias provincias del interior peninsular y avisos naranjas por fuertes lluvias en Andalucía. Según la Aemet, Filomena fue la mayor tormenta de nieve en España desde 1971. La borrasca provocó siete muertes. El doctor Carlos Álvarez Leiva, presidente de Fundación SAMU, hace balance de lo ocurrido y de la gestión de la crisis.

Uno. Gestión de la inteligencia

Gracias a las nuevas tecnologías solemos tener con antelación conocimiento de las predicciones meteorológicas y sus consecuencias (riesgos derivados). Es lo que ocurrió con la borrasca Filomena. Varios días antes, los expertos alertaron de lo que podía ocurrir. Gestionar esta información implica un trabajo organizativo, basado en la inteligencia, una agenda de los recursos ordinarios y extraordinarios y un operativo asistencial dirigido a resolver prioridades críticas.

La inteligencia en la gestión de una crisis consiste en el uso de las evidencias ciertas que disponemos para disminuir los daños derivados de la improvisación, lo que se ha venido en llamar “Gestión de la Incertidumbre”.

Dos. Evidencias

¿Cuáles eran las evidencias ciertas de las que disponíamos? En primer lugar, la crisis estaba descrita.

En segundo lugar, la crisis se inserta sobre un repunte de otra crisis anterior, la pandemia del coronavirus.

En tercer lugar, disponemos de un arsenal de recursos humanos y de infraestructura muy potentes. Y, por último, las comunicaciones inalámbricas funcionan.

Tres. ¿Qué puede ocurrir?

Teniendo en cuenta las predicciones meteorológicas y las evidencias ciertas, cuáles son los posibles escenarios que pueden sucederse: colapso en los movimientos urbanos e interurbanos; personal atrapado por la nieve; bloqueo de los accesos hospitalarios para personal y pacientes; colapso asistencial; agotamiento del personal sanitario; agotamiento de reservas estratégicas: energía, combustibles. Y más cosas, pero debemos centrarnos en las posibles consecuencias más críticas sin miedo a ellas.

Cuatro. Gestión de la Incertidumbre

El proceso consiste en una organización basada en la autoridad, la jerarquía, el mando y el control. Cualquier fragilidad en este esquema se traducirá como un ‘efecto mariposa’ en daños sobre los ciudadanos. La gestión debe dirigir todos los esfuerzos a unos pocos objetivos que aseguren la supervivencia de la comunidad.

Existe un modelo universal experimentado, el llamado Incident Command System, que aglutina sobre un mando único el conjunto de elementos de la intervención con un mismo lenguaje, compartiendo doctrina, comunicación, planteamiento, logística y control de las operaciones.

En el caso que nos ocupa, el caos estaba asegurado por el enredo de las administraciones que participaban en la gestión: Gobierno central, autonómico, municipal, Protección Civil del Estado, Protección Civil de las comunidades…, con competencias cruzadas y, lo que es peor, con las competencias basadas en recursos que son de otras administraciones. Es decir, tengo la competencia pero no puedo ejercerla.

La descentralización del mando debilita la gestión de crisis. Esa es una realidad técnica con independencia de la corrección política. El Estado dispone de instrumentos organizativos para estas situaciones que están “capadas” y que se presupuestaron para ello. La Dirección General de Protección Civil, sobre el papel, dispone de la estructura jurídica, jerárquica y funcional, pero su capacidad operativa está poco o nada desarrollada porque los recursos son de otras administraciones superpuestas.

La gestión del Estado se limita a ceder recursos (previa solicitud, análisis y aprobación), como es la Unidad Militar de Emergencias y, eventualmente, otras unidades específicas (ingenieros, transportes, asistencia sanitaria). Cuando estos recursos llegan a las comunidades autónomas, pasan a ser gestionados habitualmente por técnicos poco familiarizados con sus procedimientos, lenguajes y organización, perdiendo capacidades.

Cinco. Lecciones aprendidas de la crisis de la borrasca Filomena

Entre las cosas que hemos hecho bien durante esta crisis destaca el comportamiento de la ciudadanía, la respuesta de los profesionales sanitarios y el despliegue al límite de los recursos propios de cada Administración en su área de competencia.

Por otro lado, entre los puntos que debemos mejorar destaca, en primer lugar, el lenguaje de crisis. Es preciso saber que el concepto de estado de alerta quiere decir enumerar los recursos y ponerlos en uso. Esto es algo más que una comunicación rutinaria en los informativos. Alerta es poner a punto las armas para el combate. Y alarma (a las armas) es intervención. Si estos términos son confusos, se pierde tiempo de reacción.

Además, la centralización de la gestión es indispensable por muy políticamente incorrecto que pueda parecer, máxime cuando están presentes dos crisis al mismo tiempo. El Estado es el responsable final de preservar la salud de los ciudadanos y uno de los pilares sobre los que se asienta toda comunidad estructurada.

Seis. Qué habría hecho yo

En primer lugar, habría convocado, mantenido y gestionado un gabinete de crisis único al más alto nivel desde el mismo momento en el que se tuvo conocimiento de lo que podía ocurrir, no desde que ocurrió. El tiempo en gestión de crisis son vidas.

En segundo lugar habría identificado los puntos críticos y dirigido a ellos todos los esfuerzos hasta que dejasen de ser críticos, y luego pasar al siguiente elemento crítico.

Habría garantizado los accesos hospitalarios a pacientes y personal, utilizando, si es necesario, recursos extraordinarios del Ejército.

Los siguientes puntos son garantizar con tiempo los recursos energéticos de servicios estratégicos; gestionar los medios para que el personal de recursos críticos pudiera pernoctar en sus centros de trabajo; organizar brigadas de rescate en carretera con recursos y personal del Ejército, como la UME; confinar a la población de las zonas más afectadas por dos razones, el Covid-19 y la gran nevada; entrenar para su uso brigadas de atención social; asegurar que todas las ambulancias llevan cadenas y que el personal sepa usarlas; asegurar refugios adaptados; y hacer más formación y menos información.

Borrasca Filomena: Arrimando el hombro

El 31 de diciembre, la sociedad española despedía el fatídico 2020 con una fuerte patada y con la esperanza de comenzar un nuevo año sin grandes sobresaltos. Pero, apenas unos días después de la entrada del 2021, el temporal Filomena irrumpió en el país, dejando nevadas históricas en buena parte de la Península y provocando la primera crisis del nuevo año: centenares de carreteras cortadas, incluidas la M-40 y la M-30, personas atrapadas en sus coches, el aeropuerto internacional de Barajas cerrado, fuertes lluvias en la Costa del Sol, comunicaciones ferroviarias cortadas, problemas de acceso a los hospitales, poblaciones aisladas….

Ante este panorama, un equipo de profesionales de SAMU liderado por Juan González de Escalada, director del área de Emergencias de SAMU, se desplazó hasta la Comunidad de Madrid para atender las necesidades de la población afectada por el temporal Filomena. Concretamente, la expedición se centró en primer término en labores de accesibilidad y restablecimiento de la normalidad en el municipio de Boadilla del Monte, uno de los más afectados por el temporal Filomena.

El contingente, de carácter voluntario, estaba formado por ocho Técnicos de Emergencias Sanitarias (TES) y expertos en Protección Civil, así como tres vehículos 4×4, dotados con diverso material de obras y desbroce, y de visibilidad y rescate. La tracción de estos vehículos 4×4 los ha convertido en decisivos durante el temporal, cuando era imposible circular por las carreteras nevadas sin patinar y poner en riesgo la seguridad propia y la de otros vehículos.

El objetivo del dispositivo de voluntarios de SAMU fue el de desbrozar árboles desplomados sobre las carreteras, despejar calles y caminos de acceso al centro urbano y urbanizaciones de la localidad mediante elementos de corte, tala y desforestación, así como el transporte de paciente a centros sanitarios en unas condiciones extremas.

Con un espesor de nieve de más de 50 centímetros, turnos de 12 horas de trabajo y con temperaturas de 14 grados centígrados bajo cero, estos voluntarios hicieron frentes a las adversidades de esta borrasca en uno de los centros urbanos más afectados de la Comunidad de Madrid.

Inma Bohórquez, natural de Arahal (Sevilla), fue una de las voluntarias que formó parte de este contingente. La joven reconoce en una entrevista publicada por Medial TV que, a pesar de las adversidades, ha resultado ser una experiencia muy enriquecedora. “Esto es una parte más del trabajo de los técnicos en emergencias sanitarias, pero hay mucho más allá y pocos lo saben”.

La joven recuerda que, cuando la expedición llegó a Boadilla del Monte, se encontró con vecinos que llevaban entre cuatro y cinco días aislados en sus casas a causa de la acumulación de nieve e hielo. Tras conocer la ayuda de los voluntarios de SAMU y poder salir de sus casas, los vecinos se mostraban enormemente agradecidos. “Nos ofrecían de todo, jamón, vinos, dulce…”, recuerda Bohórquez.

Con este dispositivo, SAMU ha querido atender las necesidades de la población de Boadilla del Monte, municipio especialmente castigado por las nevadas de los primeros días de enero, y donde también estuvieron alojados los efectivos de la entidad que participaron en los dispositivos de atención al Covid-19 desplegados por la Comunidad de Madrid durante el peor momento de la pandemia, a mediados del año pasado.

Campo de Gibraltar: Máxima presión en la primera línea contra el virus

Tras conocerse la detección de una nueva variante del coronavirus en Reino Unido en diciembre, los datos de contagios en el Campo de Gibraltar no han dejado de subir, con la Línea de la Concepción como punto negro de la comarca. Pero ha sido a partir de enero, con la explosión de la tercera ola, cuando el virus se ha expandido con fuerza por todos sus municipios. En los primeros 20 días de 2021, se notificaron unos 5.000 nuevos contagios en el Campo de Gibraltar.

Ante esta situación, un equipo de 25 profesionales de SAMU, entre médicos, enfermeros, técnicos en cuidados auxiliares de enfermería, técnicos en emergencias sanitarias y técnicos de bioseguridad, se desplazó el 18 de enero hasta el Campo de Gibraltar con el objetivo de prestar asistencia sanitaria en residencias de mayores de esta comarca.

Entre las labores de este equipo destacan la evaluación, seguimiento y establecimiento de tratamiento (por parte del equipo médico y de enfermería) de los pacientes positivos en Covid-19 de las residencias de mayores de Nuestra Señora del Rosario en Los Barrios, la residencia de Vitalia en San García (Algeciras), una tercera residencia en San Roque y el centro El Palmeral de La Línea de la Concepción.

“Trabajamos con unidades medicalizadas móviles. Cuando llegamos a una residencia, valoramos su situación y el estado de los pacientes positivos. Una vez valorados, y en función de su evolución, se prescriben las pautas de tratamiento y cuidados. Este procedimiento se repite en todos los centros que visitamos. Además, en cada residencia se queda de manera fija un equipo de SAMU formado por un enfermero, un auxiliar y un técnico de bioseguridad para el seguimiento de los pacientes. Este equipo está conectado permanentemente y de manera telemática con el puesto médico de SAMU instaurado en el Campo de Gibraltar”, explica la directora del Área Hospitalaria de SAMU,  Maribel Álvarez, responsable, además, de este dispositivo desde Sevilla.

Otras de las funciones del equipo de SAMU son evaluar la sectorización de las residencias que se visitan y, en caso necesario, sectorizar; verificar que el personal que trabaja en el centro maneja el equipo de protección individual de manera correcta; controlar que se realizan los circuitos de seguridad con zonas rojas, amarillas y verdes; y controlar y verificar la correcta eliminación de los residuos. Para reforzar estas medidas, también se ha puesto en marcha un curso de formación a través de la plataforma Moddle de Bioseguridad Básica para todos los profesiones que trabajan en estas residencias de mayores.

Desde que comenzó la pandemia, SAMU ha llevado a cabo numerosas acciones con el objetivo de frenar la expansión del virus. El primero de estos dispositivos fue la medicalización, por orden de la Junta de Andalucía, del Hotel Ilunion Alcora Sevilla, en San Juan de Aznalfarache, donde fueron trasladados pacientes positivos procedentes de residencias de mayores de la provincia de Sevilla. En este dispositivo participaron 109 profesionales y se registraron 64 altas médicas. El equipo de SAMU montó en tiempo récord un centro asistencial con cinco salas medicalizadas, boxes de cuidados intensivos y habitaciones habilitadas para el descanso del propio personal sanitario.

Además de esta acción, SAMU también intervino en la medicalización de la Residencia del Tiempo Libre El Burgo, en La Línea (Cádiz), donde fueron trasladados los ancianos de una residencia de Villamanrique (Cádiz); el traslado de pacientes críticos con Covid-19 en la Comunidad de Madrid; y la asistencia a pacientes y formación a profesionales en El Salvador, además de impartir numerosos cursos de bioseguridad.

Misión Honduras 2020: Tras el rastro de los huracanes

Un grupo de 14 profesionales de SAMU viajaron en diciembre a Honduras en misión humanitaria como respuesta a la alerta lanzada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) tras el paso de los huracanes Eta e Iota.

Esta misión, cofinanciada por SAMU y la organización Proyecto Hope, duró dos semanas y en ella participaron médicos, enfermeros y técnicos en emergencias sanitarias, algunos de los cuales ya estuvieron este verano en la misión de SAMU en El Salvador. El equipo también contó con la presencia de dos alumnos del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria (UECAH) 2020-2021 y otro estudiante de la promoción anterior de este mismo posgrado que acababa de terminar su formación.

El contingente partió desde las instalaciones de Escuela SAMU, en Gelves (Sevilla), el 2 de diciembre. El acto de despedida estuvo presidido por María de la Luz Ortega Carpio, directora de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación), y Carlos Álvarez Leiva, presidente de la Fundación SAMU.

La representante de la Junta de Andalucía quiso agradecer a la expedición su disponibilidad y voluntad: “Sé que en estos 15 días que dura la misión alguno de vosotros se romperá por lo que vea y por las situaciones de impotencia. Ante eso, pensad que estáis ahí y que, si no estuvierais, no habría nadie. Que lo que podáis hacer, lo vais a hacer bien, llevando la voluntad de tantos andaluces que queremos colaborar con Honduras y paliar esta situación”, señaló.

El huracán Eta arrasó Centroamérica los primeros días de noviembre. Los gobiernos de Honduras y Nicaragua emitieron alertas de tormenta tropical y huracán durante todo el 1 de noviembre a medida que la tormenta se acercaba a la región. También se instalaron refugios en El Salvador y Costa Rica. Eta, huracán de categoría 4, alcanzó un máximo de 150 mph (240 km/h), convirtiéndose en el segundo más fuerte de la temporada de huracanes en el Atlántico de 2020, superado por el huracán Iota (categoría 5), que azotó esta misma zona pocos días después.

Ambos huracanes destruyeron carreteras y aeropuertos, lo que hizo imposible el acceso al país de Honduras, incluso por mar. Esto retrasó la misión de SAMU varias semanas, hasta que estuvo lista una pista de aterrizaje provisional en la localidad de San Pedro Sur.

A los efectos de los huracanes había que sumarle un sistema sanitario mermado a causa de una pandemia mundial, la del coronavirus, complicando aún más la situación. En el momento de la catástrofe natural, existía toque de queda en Honduras como medida para frenar los contagios, pero esta restricción quedó suspendida temporalmente por el Gobierno nacional para facilitar los esfuerzos de respuesta a la depresión tropical Eta e Iota.

“No sabíamos qué nos íbamos a encontrar cuando llegáramos a Honduras. Nuestro objetivo era llevar a cabo una atención primaria de urgencia, pero desconocíamos la situación en la que se encontraba la población”, explica el enfermero Andrés Rodríguez, team manager y máximo responsable de la misión en Honduras.

Durante las dos semanas que duró la misión, el equipo de SAMU visitó ocho poblaciones distintas, todas ellas del departamento de Santa Bárbara, y atendió a cerca de 1.200 pacientes. “Muchas de las personas que auxiliamos sufrían principio de estrés postraumático debido a la catástrofe natural que había vivido. Muchas de estas personas lo habían perdido todo. Era el caso de los vecinos de San José de Oriente, donde el agua lo arrasó todo, según explica el enfermero Andrés Rodríguez Holst, natural de Costa Rica.

También se atendieron a personas con diferentes patologías digestivas ocasionados por los problemas existentes en la zona de distribución y almacenamiento de agua potable, así como a pacientes que sufrían descompensación de enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes o epilepsia. “Esto es común cuando se produce una catástrofe natural de estas características. Los afectados pierden sus pertenencias, incluido los medicamentos, o tienen problemas para acceder a ellos”, señala el responsable de la misión.

Honduras ha sido la primera misión humanitaria en la que SAMU ha participado oficialmente como EMT (Equipo de Emergencia Médica), título internacional que otorga la Organización Mundial de la Salud y que SAMU ha obtenido recientemente.

Andrés Rodríguez destaca el esfuerzo y la buena actitud del equipo de profesionales de SAMU. “Ha sido un equipazo”, manifiesta. “Por lo general, en una misión de estas características llega un punto en el que llevas varios días sin poder ducharte, estás cansado, no comes ni duermes bien y estás deseando volver a casa. Es en ese momento cuando surgen las tensiones dentro del equipo, pero en esta ocasión eso no ha ocurrido. Todos han trabajado muy bien en equipo, han hecho piña y todos han sabido gestionar muy bien el estrés y el cansancio”.

El enfermero, responsable del módulo de Acción Humanitaria del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria (UECAH) de Escuela SAMU y la Universidad CEU San Pablo, destaca que lo que más le ha gustado de esta misión es haber compartido la experiencia con alumnos y ex alumnos. “Durante los seis años que llevo como profesor en Escuela SAMU he predicado mi experiencia en acción humanitaria a mis alumnos. Ahora, por fin, he podido llevarlos para que apliquen sobre el terreno lo aprendido y vivan la experiencia por ellos mismos”, señala Andrés Rodríguez, que a sus 35 años ya ha participado en 14 misiones humanitarias.

“El equipo era muy joven. Todos ellos tenían entre 20 y 29 años, excepto yo, que subía la media, y todos han sido alumnos míos. La edad no ha sido ningún inconveniente, todo lo contrario. Han disfrutado muchísimo. Todos estaban muy motivados porque han visto patologías y han realizado procedimientos médicos que no ven en España. Por ejemplo, en una ocasión, dos médicos realizaron una paracentesis a una mujer y le sacaron del abdomen con una jeringuilla hasta seis litros de líquido, algo que en España nunca verían”, comenta Rodríguez, que reconoce que en este tipo de misiones es cuando más enfermero se siente.

Tras 16 días sobre el terreno, el equipo de SAMU emprendió el viaje de vuelta a España. A su llegada a Gelves fueron recibidos por el presidente de la Fundación SAMU, el doctor Carlos Álvarez Leiva, y el director general de SAMU, Carlos González de Escalada. Todos los miembros del contingente se realizaron al llegar una prueba diagnóstica para identificar el virus del Covid-19, siendo todos los resultados negativos.

Con la misión de Honduras, SAMU ha completado su segunda misión humanitaria de 2020, tras la de El Salvador, y sigue reforzando su proyección internacional.

El año en el que hicimos cosas extraordinarias

Queridos compañeros:

Cuando suenan los últimos valses de 2020 todos tenemos la tentación de gritar: “¡Por favor, que acabe ya!”. Ha sido un año en el que hemos sufrido y llorado, quizá el peor en décadas. Hemos penado por los 55.000 compatriotas fallecidos sin despedida; hemos pasado miedo por tantos que han perdido su sustento; hemos rezado por todos los enfermos que hoy están con nosotros de milagro; hemos redescubierto la importancia de que nuestros familiares y allegados estuvieran sanos. Ha sido un año en el que nos ha tocado ser fuertes y resistir, haciendo de la necesidad, una virtud. Hemos tenido que trabajar en condiciones imposibles porque nuestro trabajo, además, es sanar y cuidar a los demás. Nadie ha entrado a mi despacho a quejarse, al contrario, la disposición ha sido óptima.

A pesar de las fatigas, también ha sido un año en el que nos hemos sorprendido a nosotros mismos “saliendo a la contra”. Con la sorpresa de la primera ola, nos llamaron para medicalizar hoteles y organizar albergues municipales de emergencia. Este verano un equipo de médicos, enfermeros y sanitarios de SAMU estuvo ayudando a la población de El Salvador. Hoy, mientras escribo estas líneas, nuestros compañeros están desplegados en la isla de Gran Canaria atendiendo la llegada de inmigrantes adultos y adolescentes, personas que han atravesado el mar en cayuco buscando una vida mejor. “Siempre a tu lado” es la frase que resume esta disponibilidad permanente de servicio a los
demás. Nuestro privilegio es que nuestro trabajo consista en ayudar a personas que necesitan sanar, mejorar su autonomía o emprender una vida mejor. Eso nos convierte en una gran fuerza del bien.

Para ninguno de nosotros ha sido fácil, pero a pesar del miedo nos hemos crecido y lo hemos dado todo por los demás. Hemos cuidado de nuestras familias y hemos cumplido con nuestras obligaciones de manera brillante. Cada uno de vosotros ha dado ejemplo de entereza y de entrega, sin mirar el reloj, sin preguntar “¿cuándo se termina esto?”. Hemos pasado malos tiempos, claro, pero también hemos descubierto la abnegación, la generosidad, la canción Resistiré, los balcones alegres y engalanados. Sobre todo, éste ha sido el año en el que se ha brillado como sociedad, el de las mil historias bonitas, el de dar sin esperar recibir. Sin la pandemia, 2020 quizá habría sido un año más (¿quién se acuerda de lo que hizo en 2015?). Sin embargo, a pesar de todo, 2020 ha sido el año en el que hicimos cosas extraordinarias, el año que no olvidaremos nunca.

¡Feliz Navidad y próspero año nuevo!

Carlos González de Escalada. Director general de SAMU

Titan Desert 2020: La experiencia del desierto de Almería

SAMU, a través de su división SAMU Xsports, sigue sumando experiencia y conocimiento en el sector de las coberturas médicas y sanitarias extremas con su desempeño en la última edición de la mítica Titan Desert. Entre el 2 y el 6 de noviembre, SAMU desplegó el dispositivo de emergencias de esta ultramaratón ciclista, que este año ha estado marcada por un traslado radical de escenario a causa de la pandemia de Covid-19: del desierto marroquí, a los paisajes de Almería.

La celebración de la prueba se mantuvo en el aire hasta última hora, al coincidir con la declaración de estado de alarma en el país en respuesta a la segunda oleada de la pandemia. Sin embargo, finalmente la Administración andaluza dio su autorización para la salida de la carrera, que se desarrolló sin incidentes y con un gran éxito organizativo y deportivo. Este éxito se hizo extensible a la cobertura de emergencias médicas y sanitarias ofrecida por SAMU, según el balance realizado por Sergio Vitrián, responsable de SAMU Xsports.

La entidad desplegó a un equipo de 13 personas en Almería para el servicio de asistencia médica durante la carrera. Este equipo estaba dividido entre dos mandos institucionales, un coordinador, ocho sanitarios (médicos, enfermeros, técnicos de emergencias sanitarias) y dos personas de apoyo logístico, que prestaron asistencia médica tanto en carrera como en los campamentos base.

En cuanto a los medios desplazados, además de todos los recursos logísticos y de campamento, el dispositivo incluyó una UVI Móvil y vehículos 4×4 de intervención sanitaria preparados para intervenir en terrenos complejos como pistas forestales, montaña y desierto, todos dentro de la provincia almeriense. SAMU también desplegó un puesto médico avanzado (PMDA) para atender a los participantes en el campamento base.

Desde el día de verificaciones hasta la última etapa se contabilizaron un total de 119 asistencias: 110 en el PMDA y nueve en carrera.
Sergio Vitrián, responsable de SAMU Xsports, explica que las principales asistencias del equipo correspondieron a heridas y a contusiones. Por ello, gran parte de las tareas sanitarias fueron curas, vendajes y puntos de sutura.

La principal intervención de emergencias fue un accidente en la que se vieron implicados dos ciclistas.

Otro momento que exigió el 100% al equipo se produjo en la cuarta y penúltima etapa de la Titan Desert, la prueba reina de la carrera, que tuvo que ser paralizada en el puerto de Velefique cuando se habían disputado 56 de los 106 kilómetros previstos a causa de las duras condiciones meteorológicas, con lluvia, granizo, viento y bajas temperaturas. Los sanitarios tuvieron que atender a varios ciclistas por hipotermia, pero la rápida toma de decisiones de la organización y el despliegue logístico para trasladar a los deportistas evitaron males mayores.

Casi 400 ciclistas de todo el mundo y una caravana de carrera formada por mil personas tuvieron la oportunidad de descubrir las cualidades de la provincia de Almería para la práctica deportiva al aire libre. Países como Francia, Alemania, Reino Unido, Grecia, Turquía, Brasil, Estados Unidos, Australia, Filipinas o Singapur, entre muchos más, ofrecieron cobertura televisiva, de internet y vía móvil de la carrera.

En lo deportivo, la Titan Desert de Almería pasará a la historia como una de las de mayor nivel y disputadas de todas. Sergio Mantecón se hizo con la victoria final en una dura pugna con Josep Betalú, ganador de las cuatro últimas ediciones. La Titan también fue protagonista del adiós a lo grande de Claudia Galicia, campeona en el cuadro femenino. Y también Almería pasará a la historia porque ha significado el regreso a la competición, y su debut en una Titan, de uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos: Miguel Induráin.

El estricto protocolo de seguridad ante el Covid-19 y la convivencia en un campamento de película en el MiniHollywood de Tabernas, han sido otros de los aspectos a destacar por los participantes en la Titan Desert 2020.

SAMU, a través de SAMU Xsports, mantiene una magnífica relación con los responsables de Titán Desert, por lo que la entidad se encargará de la cobertura de futuras pruebas de este equipo organizador.