Desde el domingo 19 de septiembre, a las 15:12, el mundo asiste por televisión a un espectáculo geológico asombroso al mismo tiempo que los 84.000 habitantes de La Palma viven el horror de ver desaparecer con el paso de las horas la vida que conocieron. Según los expertos, la erupción del volcán de Cumbre Vieja no parece que vaya a terminar a corto plazo. Podría alargarse durante meses. Al cierre de la edición de esta revista, ya eran más de 7.000 las personas que han tenido que abandonar sus viviendas ante el avance de la lava, que ha cubierto más de 825 hectáreas de la isla canaria.
Sólo 24 horas después de que comenzara la erupción del volcán, un contingente de voluntarios de SAMU partió desde Sevilla a La Palma con el objetivo de prestar apoyo a la población desplazada por la erupción del volcán Cumbre Vieja. El equipo estaba compuesto por siete voluntarios, entre los que se encontraban enfermeros y auxiliares de enfermería, técnicos en emergencias sanitarias y técnicos en integración social.
Los voluntarios participantes en esta misión, denominada Cumbre Vieja 2021, se pusieron de inmediato a disposición del Gobierno de Canarias, realizando las labores requeridas en materia de asistencia sanitaria y apoyo a los sistemas de emergencias, así como refuerzo de las necesidades logísticas. En un principio, esta misión iba a durar una semana, pero los diferentes acontecimientos y necesidades de los palmeros hicieron que se prolongara finalmente durante dos semanas.
El dispositivo se diseñó y se puso en marcha en menos de 24 horas. A las 15:12 horas del 19 de septiembre, hora insular, comenzó a rugir el volcán de La Palma tras entrar en erupción. Desde hacía días, Involcán y el Instituto Geográfico Nacional (IGN) venían advirtiendo de que el proceso sísmico se estaba acelerando. Los terremotos tenían focos cada vez más someros por lo que no descartaban que pudiera terminar en una erupción, aunque aseguraban que nadie podía predecir ni el cuándo ni el dónde.
Ante estos avisos, el 19 de septiembre por la mañana, SAMU activó un gabinete de crisis y, sólo 24 horas después, un equipo de voluntarios ya viajaba dirección La Palma con el fin de prestar asistencia desde la tarde de este mismo lunes sobre el terreno.
El equipo estuvo formado por el técnico de emergencias sanitaria Juan José Granados González, mando operativo de la misión en La Palma; la enfermera Dalal El Hassani; la integradora social Fernanda González Ortega; y los técnicos Andrés Ramírez Domínguez, Estrella Romero Antúnez, Rafael Álvarez Aragón y Larissa Vieira de Moura Souza.
“Tras tres años alejado de la familia SAMU, recibí una llamada durante el Estado de Alarma declarado por la pandemia del coronavirus que me cambió la vida y me permitió volver a estar en contacto con SAMU. Un año después, llegó otra llamada de forma inesperada con una propuesta de viaje, aventura y riesgo. Eran las nueve de la mañana del día 20 de septiembre cuando sonó mi teléfono. Juan González de Escalada, director del área de Emergencias de SAMU me ofrecía ser el mando de la Misión Cumbre Vieja. ‘¿Hora y lugar?’, pregunté. Dos horas y media después, estaba volando con siete valientes que tampoco dudaron con destino a La Palma”, cuenta Juan José Granados.
“Había estado en otras misiones fuera de casa pero nunca como mando y sin supervisión en zona. Mis ganas de llegar a La Palma y comenzar a trabajar con el equipo superaban cualquier tipo de noticia o miedo difundido por la prensa y los medios de comunicación. La situación era crítica, no podemos olvidar que nos dirigíamos a arrimar el hombro en una crisis originada por la erupción de un volcán”.
SAMU en La Palma
Tras presentarse ante el Cecopin (Centro de Coordinación Operativa Insular), visualizar por primera vez el volcán, visitar los municipios de El Paso, Fuencaliente y Tazacorte, y evaluar las necesidades de estos municipios, SAMU y las autoridades locales pactaron una colaboración para reforzar la demanda de los servicios generados tras la erupción volcánica en Tazacorte. Ese mismo día, tras valorar las necesidades, el equipo se dividió en tres grupos. El primero de ellos, Alfa, era un equipo de apoyo psicológico. Este grupo se dedicó a realizar llamadas a los evacuados y, a su vez, redactó una lista de necesidades generadas por su situación de desalojo: ropa, mantas, colchones, almohadas, material escolar, alimentos y demás necesidades básicas para el normal desarrollo de las actividades de su vida cotidiana. Este grupo también dio soporte in situ a los afectados que lo necesitaban.
El segundo equipo, Eco, se dedicó principalmente a la evacuación de viviendas, animales y personal en la zona roja. Este grupo también colaboró en la descarga de material evacuado en los puntos establecidos de almacenamiento.
El tercer y último equipo, Lima, se dedicó a la logística. Recepcionaba la mercancía donada, la almacenaba y la proyectaba a los usuarios que no podían acercarse al punto establecido por el Ayuntamiento de Tazacorte. El equipo colaboró en la criba de ropa útil, en su colocación por tallas y modelo, en la lectura de caducidades y en la preparación de compras familiares. Además, habilitó una zona destinada para mascotas.
“Con el paso de los días, el equipo se fue convirtiendo en una pequeña familia, trabajando al cien por cien en cada jornada y buscando esos momentos de risa y desconexión tras el fin de la misma. Intenté trasmitir al equipo desde el minuto uno que ésta no era la típica misión que ellos habían imaginado, con frenéticos camilleos, puestos médicos avanzados y sirenas como banda sonora. Esto no era un simulacro, ni un incidente con múltiples víctimas (IMV), era la vida real. Se iban a enfrentar a un fenómeno natural colosal y aterrador, con un resultado trágico para esas personas que tuviesen sus casas y propiedades en su camino. A escasos días de nuestra llegada lo entendieron y yo con ellos. En momentos de crisis, una mano amiga, una cara amigable o una acción altruista pueden ser la mejor de las ayudas”, explica Granados.
“Estoy muy contento del equipo con el que he trabajado, de todos sus miembros. De su predisposición, pureza y abnegación. Cada día me sorprendían más y más, y he tenido la gran suerte de poder aprender mucho de cada uno de ellos. Por otro lado, del pueblo palmero me traigo su cariño, solidaridad y positivismo, en especial de los vecinos de Tazacorte. Nos acogieron como si de un familiar se tratase, nos abrieron las puertas de sus casas y de sus corazones. Sin duda alguna, nos dieron una lección de fortaleza, humildad y solidaridad a todos. Sólo puedo dar las gracias y decir que una parte de mi corazón se ha quedado con ellos. Estoy seguro de que nos volveremos a ver de nuevo cuando todo esto acabe”, continúa el mando de la misión.
El 2 de octubre, este equipo de voluntarios regresó a Sevilla, pero con su vuelta no ha terminado la acción de SAMU en la isla bonita. El 11 de octubre viajó a la isla canaria un segundo equipo de profesionales de SAMU. En esta ocasión, el bautizado como Equipo de Reconstrucción tenía como objetivo presentar a las autoridades locales y poner en marcha el proyecto Emergency Homes SAMU, que se basa en levantar estructuras de construcción rápida con todas las prestaciones y calidades de una vivienda convencional dirigidas a familias palmeras desalojadas y cuyos hogares han quedado destruidos por la lava. De manera paralela, el área de Emergencias de SAMU estudia cómo colaborar con las autoridades canarias en el transporte de suministro a la isla.