EL 27 de marzo, el Hotel Ilunion Alcora, en San Juan de Aznalfarache (Sevilla), pasó de ser un alojamiento turístico a convertirse en un centro asistencial medicalizado para ancianos afectados por el Covid-19 y procedentes de diferentes residencias de mayores de Sevilla. SAMU se ha volcado en una de sus misiones más complejas y emotivas, en la que han participado 109 compañeros y que finalizó el 3 de mayo con 64 altas registradas. Ésta es la historia de cómo el Hotel Alcora se convirtió en la última esperanza para muchas personas mayores en su lucha contra el coronavirus.
En un tiempo récord, el equipo de SAMU logró levantar, por orden de la Junta de Andalucía, un centro asistencial con cinco salas medicalizadas, boxes de cuidados intensivos y habitaciones habilitadas para el descanso del propio personal sanitario. “El 27 de marzo por la mañana empezamos a montar el centro y esa misma tarde llegaron los primeros pacientes. Estuvimos recibiendo pacientes hasta las cinco de la mañana”, recuerda la enfermera Saray Toro Gutiérrez, miembro del equipo de coordinación y mando de este dispositivo junto con las enfermeras Clara Buzón García y Andrea Luis Castillo.
Este recurso tiene capacidad para un total de 110 pacientes distribuidos en distintas salas, según su nivel de dependencia para el desarrollo de las actividades básicas de la vida diaria. Aquí trabajan 109 profesionales, entre personal de mando y control, cocineros, técnicos de emergencias sanitarias (TES), técnicos de cuidados auxiliares de enfermería (TCAE), enfermeros, médicos, personal de limpieza, logistas y personal de bioseguridad.
“Estos últimos son una figura muy importante, ya que velan por la protección de todo el personal asegurando una correcta colocación de los equipos de protección individual (EPIS) y vigilando durante el proceso de retirada para asegurar la exquisita descontaminación del personal”, explica Saray Toro.
La enfermera reconoce que los primeros días fueron “caóticos”. “Nuestros mayores esfuerzos iban destinados a la logística, la organización y dotación de todos los recursos materiales y personales. La gestión de los residuos y la atención a los familiares fueron los puntos clave y más importantes en el arranque de este dispositivo”, señala la especialista. “Desde el primer día establecimos un protocolo de limpieza tanto en ‘zona limpia’ como en ‘zona contaminada’ ya que siempre hemos tenido claro que la higiene y desinfección era primordial e indispensable en un medio como éste”.
La principal dificultad con la que se ha encontrado el equipo de SAMU fue trabajar con una patología nueva y prácticamente desconocida como es el Covid-19. “Nuestros primeros esfuerzos, antes de la entrada de los pacientes, estuvieron destinados a la correcta sectorización de todo el espacio en zona limpia, zona templada y zona contaminada. A esto le sumamos la formación previa de todo el personal en la colocación y retirada de EPI (Equipos de Protección Individual), lo que supuso un esfuerzo importante de nuestros compañeros”, relata Saray Toro.
“Con el dispositivo ya en marcha, todos tuvimos que adaptarnos al entorno y a la comunicación a través de walkie talkie entre el personal de las salas y el puesto de mando. En una situación como ésta, una comunicación exquisita y detallada es clave para prever contratiempos y necesidades. Las dificultades con las que nos fuimos encontrando se fueron subsanando con la colaboración del gabinete de crisis, que está integrado, entre otros, por el doctor Carlos Álvarez Leiva, fundador de SAMU, con el cual tenemos telecomunicación las 24 horas del día, todos los días de la semana”, continúa la enfermera. “El gabinete de crisis es un pilar fundamental para todas las personas que estamos en primera línea, ya que además de ofrecernos su apoyo constante, realiza funciones esenciales de gestión”.
Todos los pacientes del Hotel Alcora son personas mayores. Su edad media ronda los 84 años. Algunos son totalmente autónomos y están orientados pero también existe otro grupo de pacientes que son grandes dependientes y que necesitan asistencia para todas las actividades básicas del día a día. “El trato con los pacientes es muy gratificante. Intentamos ser lo más cercanos posible siendo conscientes del miedo o la angustia que puede generar el EPI y el estar en un entorno desconocido”, señala Saray Toro.
Pese a las adversidades, el trabajo duro, el esfuerzo y el desánimo que supone el fallecimiento de algún paciente, hay algo que les impulsa y les motiva día a día: las altas médicas. Durante el tiempo de actividad de este recurso, 64 ancianos han superado el coronavirus y han regresado a casa con sus familiares o a sus residencias de origen.
“Cada alta es una celebración, un aplauso a la salida del paciente, una batalla más ganada. Es un momento muy emocionante. Todo el personal lo vive con mucha ilusión y alegría. Las altas médicas son el resultado del esfuerzo y el trabajo de todo el equipo. Ver a los pacientes sonreír y emocionarse es la mejor recompensa a nuestro esfuerzo”, narra Saray Toro, uno de los tres mandos del dispositivo. “Los pacientes salen agradecidos e ilusionados por poder, por fin, conocernos y ponernos caras. Hay que tener en cuenta que hasta ese momento sólo nos han visto con el EPI puesto y sólo nos reconocen por la voz y los ojos a través de las gafas y la pantalla de protección. Nos cuentan que llegaron con miedos e incertidumbre y que aquí, aparte de cuidarles y curarles, hemos conseguido que se evadan de la situación”.
Una de las preocupaciones del equipo de SAMU ha sido la gestión de la angustia de los pacientes. Desde el primer día trabajan en este aspecto. Para ello, se realizan actividades que favorecen la estimulación cognitiva. Además, cuentan con la colaboración de una fisioterapeuta que ayuda a la estimulación física de los pacientes y realiza fisioterapia respiratoria que favorece la evolución favorable de la patología en cuestión.
“Los fines de semana, además de un acto religioso los domingos, intentamos realizar alguna actividad lúdica. Este sábado hemos tenido un almuerzo especial en honor al inicio de la Feria de Abril. Los pacientes han comido pescado en un entorno lúdico en el que se ha recreado una caseta de feria con farolillos y sevillanas”, relata la enfermera.
En otra ocasión, Manuel Muñoz, un exalumno de Escuela SAMU, exconcursante del programa de televisión La Voz y miembro del equipo asistencial, cantó y tocó la guitarra para los mayores. “Para los pacientes fue una bocanada de aire fresco, marcó un antes y un después en el estado anímico tanto de los pacientes como del personal. Fue un momento emotivo y muy positivo para todos”, recuerda Saray Toro.
Especial importancia tienen también las videollamadas a los familiares, que ayudan a mantener el contacto y a que tanto los pacientes como sus allegados se tranquilicen al poder comunicarse.
La enfermera Saray Toro reconoce que poder coordinar in situ este dispositivo junto a sus compañeras Clara Buzón García y Andrea Luis Castillo está siendo “una experiencia gratificante y enriquecedora pese a lo difícil de la situación”.
“Las tres nos atrevemos a confirmar todas seremos distintas después de esta experiencia. Hemos crecido mucho tanto profesional como personalmente”, sostiene.
Los profesionales del Hotel Alcora han trabajado más de un mes intensamente, pero han tenido claro su objetivo. “Tenemos un equipo con un alto nivel de profesionalidad, valentía y humanidad. Y pese a todas las dificultades que hemos ido sorteando, las fuerzas del grupo se han mantenido e incluso han crecido”, subraya Toro. “La mejoría clínica de los pacientes, las altas médicas, la coordinación y el trabajo del grupo para seguir mejorando día a día es algo que nos alimenta y nos ha mantenido fuertes”.