Plan de vacunación: El principio del fin del Covid-19

La mayor campaña de vacunación de la historia ha comenzado y SAMU ya forma parte de ella. El proceso de inmunización contra la Covid-19, que se inició a principios de diciembre en Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y China, está en marcha en toda Europa y en la mayoría de países más ricos. La primera vacuna se administró en España el 27 diciembre y, pocos días después, ya pudieron beneficiarse de ella los primeros usuarios de Fundación SAMU.

La Residencia San Sebastián de Cantillana (Sevilla) fue el primer recurso de Fundación SAMU en recibir las esperadas vacunas. Usuarios y trabajadores del centro recibieron la primera dosis de esta vacuna el 7 de enero, como si de un regalo de Reyes se tratase. Cinco días después, el 12 de enero, fue el turno de la Residencia Santa Ana de Sevilla, el Alojamiento tutelado El Alfar de Gijón (Asturias) y la Residencia El Sauzal, en Tenerife. Un día después, el 13 de enero, las vacunas llegaron a la Residencia Santa Teresa de Villafranca de los Caballeros (Toledo).

Todos estos recursos residenciales están especializados en la atención a personas con discapacidad intelectual con o sin trastorno de conducta y forman parte de la primera fase del plan de vacunación nacional, en el que se incluyen sanitarios y residencias de mayores.
Así, en el área de Discapacidad de SAMU ya han recibido la primera dosis de la vacuna contra el Covid-19 un total de 170 usuarios y 215 trabajadores. La segunda dosis se administrará 21 días después de la primera, por lo que los usuarios y trabajadores de la Residencia San Sebastián serán los primeros en completar este proceso el 28 de enero.

“Ningún usuario o trabajador ha tenido una reacción adversa a la vacuna. No se ha producido nada significativo. Puntualmente, una persona ha padecido un leve dolor de cabeza y, de manera generalizada, tanto trabajadores como usuarios han sufrido cierta molestia en la zona del pinchazo, algo que ya sabíamos que podía ocurrir, pero nada grave”, aclara María José Tinoco, directora del área de Discapacidad de SAMU. “Para nosotros, la vacuna significa la posibilidad de poder normalizar en un futuro cercano la vida de los usuarios y trabajadores tras estos duros meses de pandemia, y poder darle oxígeno a las relaciones afectivas entre usuarios y familiares”, continúa Tinoco.

Durante la campaña de vacunación, SAMU ha limitado nuevamente las visitas de familiares, siguiendo las indicaciones de algunos gobiernos autonómicos. “Comunidades como Andalucía han suspendido las visitas de familiares a residencias tras la administración de la primera dosis de la vacuna, poniendo a todos los usuarios en cuarentena. En otras comunidades, han dejado la decisión a la dirección de los centros, y nosotros hemos decidido limitar el horario de visitas en todos nuestros recursos como medida de precaución”, comenta María José Tinoco.

La directora del área de Discapacidad de SAMU reconoce el buen comportamiento de los usuarios durante esta pandemia. “Ellos son los que más están sorprendiendo durante esta crisis porque están haciendo un esfuerzo inconmensurable por colaborar y confiar en el criterio de la dirección de los centros. Puntualmente, sí ha habido alguna persona que no ha entendido la situación por la que estamos atravesando, pero, en general, su comportamiento es excelente y han logrado acostumbrarse a esta nueva rutina”.

Para poder hacer frente a las limitaciones en las relaciones afectivas con los familiares, desde Fundación SAMU se han reforzado los mecanismos de comunicación y se han buscado alternativas como videoconferencias o mayor uso de las redes sociales y otras aplicaciones móviles.

El único recurso del área de Discapacidad de SAMU al que aún no han llegado las vacunas del Covid-19 es la Unidad de Estancia Diurna (UED) San Lucas de Sevilla, ya que sus usuarios disfrutan de un régimen abierto y conviven con sus familiares. No es un centro residencial, por lo que no entra en la primera fase del plan de vacunación. No obstante, según confirma Tinoco, la vacuna llegara pronto a la UED San Lucas, previsiblemente en marzo.

Cuando empezó la pandemia había un objetivo principal para todos los países del mundo: aplanar la curva de contagios. Con la llegada de la vacuna, la meta es acelerar la curva de la vacunación para inmunizar a millones de personas en tiempo récord: un desafío logístico y médico nunca antes realizado a escala mundial.

Campo de Gibraltar: Máxima presión en la primera línea contra el virus

Tras conocerse la detección de una nueva variante del coronavirus en Reino Unido en diciembre, los datos de contagios en el Campo de Gibraltar no han dejado de subir, con la Línea de la Concepción como punto negro de la comarca. Pero ha sido a partir de enero, con la explosión de la tercera ola, cuando el virus se ha expandido con fuerza por todos sus municipios. En los primeros 20 días de 2021, se notificaron unos 5.000 nuevos contagios en el Campo de Gibraltar.

Ante esta situación, un equipo de 25 profesionales de SAMU, entre médicos, enfermeros, técnicos en cuidados auxiliares de enfermería, técnicos en emergencias sanitarias y técnicos de bioseguridad, se desplazó el 18 de enero hasta el Campo de Gibraltar con el objetivo de prestar asistencia sanitaria en residencias de mayores de esta comarca.

Entre las labores de este equipo destacan la evaluación, seguimiento y establecimiento de tratamiento (por parte del equipo médico y de enfermería) de los pacientes positivos en Covid-19 de las residencias de mayores de Nuestra Señora del Rosario en Los Barrios, la residencia de Vitalia en San García (Algeciras), una tercera residencia en San Roque y el centro El Palmeral de La Línea de la Concepción.

“Trabajamos con unidades medicalizadas móviles. Cuando llegamos a una residencia, valoramos su situación y el estado de los pacientes positivos. Una vez valorados, y en función de su evolución, se prescriben las pautas de tratamiento y cuidados. Este procedimiento se repite en todos los centros que visitamos. Además, en cada residencia se queda de manera fija un equipo de SAMU formado por un enfermero, un auxiliar y un técnico de bioseguridad para el seguimiento de los pacientes. Este equipo está conectado permanentemente y de manera telemática con el puesto médico de SAMU instaurado en el Campo de Gibraltar”, explica la directora del Área Hospitalaria de SAMU,  Maribel Álvarez, responsable, además, de este dispositivo desde Sevilla.

Otras de las funciones del equipo de SAMU son evaluar la sectorización de las residencias que se visitan y, en caso necesario, sectorizar; verificar que el personal que trabaja en el centro maneja el equipo de protección individual de manera correcta; controlar que se realizan los circuitos de seguridad con zonas rojas, amarillas y verdes; y controlar y verificar la correcta eliminación de los residuos. Para reforzar estas medidas, también se ha puesto en marcha un curso de formación a través de la plataforma Moddle de Bioseguridad Básica para todos los profesiones que trabajan en estas residencias de mayores.

Desde que comenzó la pandemia, SAMU ha llevado a cabo numerosas acciones con el objetivo de frenar la expansión del virus. El primero de estos dispositivos fue la medicalización, por orden de la Junta de Andalucía, del Hotel Ilunion Alcora Sevilla, en San Juan de Aznalfarache, donde fueron trasladados pacientes positivos procedentes de residencias de mayores de la provincia de Sevilla. En este dispositivo participaron 109 profesionales y se registraron 64 altas médicas. El equipo de SAMU montó en tiempo récord un centro asistencial con cinco salas medicalizadas, boxes de cuidados intensivos y habitaciones habilitadas para el descanso del propio personal sanitario.

Además de esta acción, SAMU también intervino en la medicalización de la Residencia del Tiempo Libre El Burgo, en La Línea (Cádiz), donde fueron trasladados los ancianos de una residencia de Villamanrique (Cádiz); el traslado de pacientes críticos con Covid-19 en la Comunidad de Madrid; y la asistencia a pacientes y formación a profesionales en El Salvador, además de impartir numerosos cursos de bioseguridad.

El año en el que hicimos cosas extraordinarias

Queridos compañeros:

Cuando suenan los últimos valses de 2020 todos tenemos la tentación de gritar: “¡Por favor, que acabe ya!”. Ha sido un año en el que hemos sufrido y llorado, quizá el peor en décadas. Hemos penado por los 55.000 compatriotas fallecidos sin despedida; hemos pasado miedo por tantos que han perdido su sustento; hemos rezado por todos los enfermos que hoy están con nosotros de milagro; hemos redescubierto la importancia de que nuestros familiares y allegados estuvieran sanos. Ha sido un año en el que nos ha tocado ser fuertes y resistir, haciendo de la necesidad, una virtud. Hemos tenido que trabajar en condiciones imposibles porque nuestro trabajo, además, es sanar y cuidar a los demás. Nadie ha entrado a mi despacho a quejarse, al contrario, la disposición ha sido óptima.

A pesar de las fatigas, también ha sido un año en el que nos hemos sorprendido a nosotros mismos “saliendo a la contra”. Con la sorpresa de la primera ola, nos llamaron para medicalizar hoteles y organizar albergues municipales de emergencia. Este verano un equipo de médicos, enfermeros y sanitarios de SAMU estuvo ayudando a la población de El Salvador. Hoy, mientras escribo estas líneas, nuestros compañeros están desplegados en la isla de Gran Canaria atendiendo la llegada de inmigrantes adultos y adolescentes, personas que han atravesado el mar en cayuco buscando una vida mejor. “Siempre a tu lado” es la frase que resume esta disponibilidad permanente de servicio a los
demás. Nuestro privilegio es que nuestro trabajo consista en ayudar a personas que necesitan sanar, mejorar su autonomía o emprender una vida mejor. Eso nos convierte en una gran fuerza del bien.

Para ninguno de nosotros ha sido fácil, pero a pesar del miedo nos hemos crecido y lo hemos dado todo por los demás. Hemos cuidado de nuestras familias y hemos cumplido con nuestras obligaciones de manera brillante. Cada uno de vosotros ha dado ejemplo de entereza y de entrega, sin mirar el reloj, sin preguntar “¿cuándo se termina esto?”. Hemos pasado malos tiempos, claro, pero también hemos descubierto la abnegación, la generosidad, la canción Resistiré, los balcones alegres y engalanados. Sobre todo, éste ha sido el año en el que se ha brillado como sociedad, el de las mil historias bonitas, el de dar sin esperar recibir. Sin la pandemia, 2020 quizá habría sido un año más (¿quién se acuerda de lo que hizo en 2015?). Sin embargo, a pesar de todo, 2020 ha sido el año en el que hicimos cosas extraordinarias, el año que no olvidaremos nunca.

¡Feliz Navidad y próspero año nuevo!

Carlos González de Escalada. Director general de SAMU

Dr. Carlos Álvarez Leiva, presidente de Fundación SAMU: «La muerte en soledad, eso es el Covid»

Hace casi 40 años, el doctor Carlos Álvarez Leiva (Berrocal, Huelva, 1946) tuvo una visión de futuro que convirtió en un proyecto de vida: SAMU. Álvarez Leiva introdujo en España la primera UVI móvil y, con ella, la medicina prehospitalaria y de emergencias, creando una escuela y una filosofía de trabajo que hoy pervive.

Coronel médico y veterano en mil catástrofes, Carlos Álvarez Leiva tiene esa mezcla de autoridad y cercanía, de seriedad y retranca, de sequedad y amabilidad. Uno de sus primeros destinos como militar fue el Sahara, donde vivió la Marcha Verde. También estuvo en la Nicaragua sandinista en los tiempos más que difíciles de la guerra de la Contra. Bosnia-Herzegovina, Mozambique, Irán, Filipinas, Haití…. La lista es larga.

Desde que el Covid-19 llegó a Europa, el doctor Álvarez Leiva (o ‘El Jefe’, como le llama su equipo) se ha implicado activamente a través de comunicados, artículos especializados, despliegues de dispositivos sanitarios, asesoramientos externos y atención directa a pacientes solitarios. La crisis del coronavirus la vive como un ejercicio de entrenamiento sostenido en gestión de crisis.

–En sus primeras reflexiones sobre el Covid-19 decía que se trataba de una crisis temporal. ¿Sigue pensando lo mismo?
—Mi visión de la pandemia ha variado mucho desde marzo y ha pasado del escepticismo a la consternación, y hoy al dolor por la muerte de mi fraternal amigo, mi discípulo, mi maestro, Gabi del Castillo.

—¿Cuál es su opinión sobre la gestión llevada a cabo?
—La gestión está siendo muy compleja y, en cualquier caso, parte de nuestra clase política muestra una notable incapacidad para estar a la altura del problema.

–En su opinión, ¿qué se está haciendo mal?
—Yo siempre digo que es mejor uno que mande mal a dos que manden bien, pero es que en esta crisis no sólo es que no mande uno, es que mandan 300. En mi opinión, es el Gobierno quien tiene la responsabilidad de gestión de la crisis y no puede transferirla a nadie. Ahora mismo esto es un galimatías. La población está confusa porque vivimos en un maremágnum de medias verdades e incertidumbres retroalimentadas.

–¿Cuáles son nuestras armas ante este enemigo?
—La única arma que tenemos es la reclusión pero hasta en eso no hay criterios claros. No son tiempos de consenso. Son tiempos de decisiones, no siempre bien comprendidas. En una situación crítica y caótica, el consenso es un lujo inadmisible. Aquí hay ordeno, mando y control. Estamos hablando de defender la vida de las personas. Buscar consenso en cada comunidad, en cada municipio, en cada provincia es un disparate.

—¿Es ésta la situación más crítica que ha vivido desde un punto de vista sanitario?
—Para mí, sí. He vivido crisis más agudas en el tiempo. Es decir, he vivido la guerra. He estado en Mozambique y en otros 40.000 sitios, pero son crisis muy agudas, que entran y salen, no se cronifican y eran tratables. Aquí no hay tratamiento. Ese es el gran drama del Covid, que no existe tratamiento, es absolutamente impredecible, no se sabe a quién y por qué afecta a unas personas sí y a otras no. La muerte en soledad, eso es el Covid.

–En primavera ya se hablaba de que iba a haber una segunda ola en octubre, ¿cómo es posible que estemos en la misma situación otra vez?
—Porque estamos ante un enemigo muy poderoso. Hemos sufrido un tsunami del que no nos hemos podido reponer aún. Sí es cierto que en esta segunda ola estamos más equipados pero sigue sin existir un tratamiento efectivo. Los pacientes que ingresan en UCI mantienen unos altísimos índices de mortalidad.

—¿Cómo debemos actuar?
—Ahora mismo todo el mundo está dispuesto a hacer lo que le digan. Puede haber inconformistas, son los menos y forman parte de la vida misma. Ahora la sociedad está entregada. Dígame solo lo que tengo que hacer, pero que me lo diga una sola voz, una sola persona. Un mensaje único y universal.

–¿Seguiremos en la misma situación hasta que haya una vacuna?
—La vacuna tiene que llegar. ¿Cuándo? No lo sé. Es verdad que se está haciendo un esfuerzo titánico y global. Las marcas juegan con el porcentaje de inmunidad y con las facilidades para su transporte y distribución. El 2022 será definitivo en esta materia.

–¿Cree que habrá una tercera ola?
—Sí, esto es un lomo de dromedario. Van a existir varias olas hasta que haya una vacuna eficaz, pero cada ola nos debe coger mejor preparados. Los profesionales siguen trabajando intensamente en la búsqueda de soluciones terapéuticas y tarde o temprano ese esfuerzo va a dar su fruto.

–¿Qué nos está enseñando esta pandemia?
—Que lo imposible ocurre y sólo el que se prepara para ello sobrevive.

–¿Defiende la llamada medicina de guerra?
—Totalmente. La medicina de guerra es un conjunto de procedimientos asistenciales que tiene como objetivo salvar el mayor número de víctimas con el mínimo de recursos existente, empleándolos con criterios de selección. He echado de menos un mando centralizado y verdaderamente único que, desde su máxima autoridad, hubiera establecido esta selección con rigor y valentía, y no haberle dejado esa responsabilidad a los sanitarios que, cuando se han visto obligados a hacerlo, han sido denostados.

–Ese tipo de pensamiento ha sido muy criticado.
—Hablamos de guerra porque estamos ante un enemigo que nos sorprende, que causa un gran número de muertos, del que no podemos defendernos y solo aseguramos la supervivencia si nos escondemos y recluimos, esperando que sea él mismo el que se desgaste. Un sistema sanitario colapsado, angustia colectiva y un daño económico, social y familiar, estos son factores típicos de una guerra.

–¿Podríamos hacer más?
—Para mí, el gran ausente ha sido la Sanidad Militar. Su ausencia en el escenario de la pandemia me ha parecido sorprendente, máxime cuando personalmente he vivido por y para ella. Esta pregunta nos la hacemos muchos ciudadanos que hemos visto cómo una medicina de guerra sólo la han llevado a cabo los médicos civiles.

–¿Podría haber participado el ejército más activamente en esta crisis?
—La operación Balmis ha sido ejemplar. El ejército ha participado en lo que le han pedido pero hoy, en España, el ejército escuece un poco. Tú sacas una unidad militar a la calle y provocas incomprensión social, porque vivimos en un momento en el que la sociedad está tremendamente polarizada, y eso tiene un precio. En Francia, Bélgica o en EEUU sacan a los militares a la calle ante un problema grave como éste, y no pasa nada. En España, en según qué escenarios, recurrir al ejército está muy mal visto y es políticamente incorrecto. Además, el Gobierno no se atreve.

–¿Recomienda un nuevo confinamiento?
—Sin ninguna duda. El confinamiento te permite ganar tiempo. Mejorar la inmunidad comunitaria, evaluar los resultados, orientar los esfuerzos. Sobrevivir, en definitiva.

–Nadie está a salvo del virus, ni siquiera unas monjas de clausura como las del convento de Santa Paula de Sevilla a las que SAMU asistió.
—Es cuestión de suerte. Monjas de clausura y todas contaminadas. ¿Por dónde ha entrado el virus? Cualquiera sabe. El panadero, el jardinero….

—SAMU ha participado en varios dispositivos sanitarios frente al Covid, como el del Hotel Alcora, en San Juan de Aznalfarache (Sevilla), o la Residencia del Tiempo Libre de la Línea de la Concepción (Cádiz). ¿Cómo ha vivido esta experiencia?
—Lo primero es agradecer a la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía que confiara en nosotros. En SAMU tenemos un personal de medicina, enfermería y de auxiliares que es modélico. Gente ilusionada, que trabaja con alegría, con rigor, con disciplina. En estos momentos es muy bueno tener una buena tecnología, pero es más importante humanizar lo que hagas. Por ejemplo, cuando estuvimos en el Hotel Alcora puse en marcha una unidad que se dedicó exclusivamente a la gestión de la angustia, y fue fantástico. Gestionamos la ansiedad que sufrían no solo los pacientes y familiares, también los profesionales. La gestión del estrés en este momento creo que es fundamental.

–La formación que se imparte en Escuela SAMU se basa en situaciones de crisis. Es como si SAMU siempre se hubiese estado preparando para algo así.
— SAMU ha creído siempre que podría producirse una crisis biológica y nos hemos formado para ello. Hemos sido los únicos capaces de preverlo, de entrenar personal y de tener equipamiento. Pero no creo que sea momento para la autocomplacencia, sería una falta de respeto. Es el momento de ser humildes y estar disponibles.

—SAMU también participó este verano en una misión internacional contra el coronavirus: El Salvador 2020.
—Aquel fue un trabajo excepcional en un momento muy difícil. Para mí, El Salvador tuvo el secreto del éxito de SAMU, que es hacer ver a todos nuestros profesionales que la carrera la gana el que es capaz de apretar en la curva. En la línea recta todos podemos apretar el acelerador, pero pisar más en la curva es de valiente, intrépido y ganador. Siempre le he inculcado a mis hijos y a mis profesionales que en los momentos complicados es cuando hay que estar y salir a por todas.

–¿Ha sido El Salvador la misión internacional más importante de SAMU?
—SAMU ha hecho muchas misiones en momentos muy complicados, pero sí puedo decir que ésta ha sido la más bonita y dulce, y la más reconocida desde el punto de vista de los medios. El Salvador ha significado la consolidación de un equipo nuevo y de una nueva generación de líderes de SAMU. Yo no he ido y me ha producido una gran alegría ver que la transición generacional está funcionando.

–¿Qué le motivó a crear SAMU hace casi 40 años?
—En aquella época había muchísima gente que se moría en accidentes de tráfico y no había asistencia en las carreteras. También muchas personas se morían en sus casas o de camino a los hospitales mientras les trasladaban en aquellos taxis o coches con los pañuelos blancos por la ventana. Yo estuve en París formándome en medicina de emergencias. Vi que en España no había nada de eso y me pareció un proyecto interesante implantar ese tipo de medicina en mi país. Empeñé mi familia, mis ahorros y todo mi tiempo, y fui capaz de compaginar mi vida militar con este proyecto personal.

—¿Qué supuso para SAMU el nacimiento del 061 en Andalucía, un servicio de emergencias público?
—Aunque hoy es nuestro principal cliente y somos todos muy amigos, a principios de los 90 la creación del 061 fue un gran palo para nosotros. SAMU estaba el primero en la lista para ser lo que hoy es el 061. De este servicio se iba a encargar una entidad privada y, con el decreto prácticamente firmado, alguien cambió de opinión y pensó que un servicio tan estratégico no podía llevarlo una empresa privada, y así surgió el 061, que se nutre de todas nuestras capacidades y profesionales. De hecho, muchos trabajadores del 061 se han formado con nosotros a través del Máster de Enfermería en Emergencias y Catástrofes. Ése es mi legado. Hoy somos servicios hermanos y la relación es inmejorable.

–SAMU ha experimentado un crecimiento enorme en los últimos años, con presencia en tres países y una plantilla de más de 1.800 trabajadores.
—Es cierto, pero sería injusto si no dijese que ese crecimiento exponencial es fruto de la segunda generación, de mis hijos y de los profesionales que me han acompañado incondicionalmente. No seré yo el portador de la vanagloria de esta explosión. Yo no me hubiera atrevido a hacer en este momento tantas cosas. Repito, este crecimiento es fruto del esfuerzo de la segunda generación. ¿Cuál ha sido mi papel? Orientar, escuchar, potenciar, reforzar sus decisiones, apoyarlas y poner en ellas mis mejores capacidades.

—Seguro que aún tiene mucho que decir.
—El otro día, a propósito de esta entrevista, le dije a mi hijo que yo estaba ya preparado para morir. He asegurado una doctrina y he transmitido una forma de trabajar que están funcionando. Hace un tiempo era imposible hacer algo en SAMU sin que pasara antes por mi mano, cada punto y cada coma. Ahora ya no. Todo funciona. Ahora estoy aquí en este despacho como un jarrón chino. Mi labor en la vida está hecha. Todo va a funcionar en mi ausencia y eso es muy grande, es muy tranquilizador. Creo que esta debería de ser la última entrevista de mi vida porque es el momento más feliz de mi vida. Después de esto, ya no tengo más que decir ni que hacer.

Regreso a las aulas: Otro enfoque para una formación de élite en Escuela SAMU

Escuela SAMU ha vivido estos días un extraño inicio de curso a causa de la crisis sanitaria del Covid-19 que vive el planeta. Tras el parón obligatorio de las clases presenciales en marzo, y tras la vigencia del estado de alarma, el equipo directivo y docente de Escuela SAMU retoma con fuerza toda su oferta académica con el propósito de ofrecer a sus alumnos la alta calidad que siempre ha caracterizado a este centro de formación.

El curso empezó el 15 de septiembre para los alumnos de los ciclos de Formación Profesional de Grado Medio en Técnico de Emergencias Sanitarias, Grado Medio en Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería y el Grado Superior de Técnico en Integración Social. A diferencia de años anteriores, en los que el acto inaugural del curso se celebró en el Ayuntamiento de Gelves, en esta edición la pandemia obligó a organizar tres actos distintos en las instalaciones del propio centro de formación, y así poder garantizar el cumplimiento de las medidas de seguridad anticovid. En todos estos actos estuvieron presentes los profesores del centro y el director del mismo, Juan González de Escalada.

El lunes 21 de septiembre también retomaron sus clases los estudiantes del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria y los del Máster de Emergencias Médicas Fundación CEU San Pablo Andalucía, ambos de la promoción 2019-2020, que no pudieron concluir el pasado curso sus estudios como consecuencia del estado de alarma.

“Durante el estado de alarma, Escuela SAMU se adaptó a las circunstancias y se impartieron las clases de manera on line, pero en el caso del máster de Enfermería, nos dimos cuenta que si queríamos garantizar la calidad y la exigencia del mismo, debíamos pararlo y retomarlo cuando fuera posible, ya que el plan de formación incluye numerosas actividades y simulacros de situaciones de emergencias imposibles de llevar a cabo en un estado de alarma”, explica el profesor Andrés Rodríguez. “Los alumnos están haciendo un esfuerzo enorme para continuar sus estudios en horario de mañana y tarde, de lunes a sábado, para poder acabar la formación en dos meses”.

El 13 de octubre, por otro lado, está previsto que arranque el máster de Enfermería de este año (2020-2021), así como una nueva edición del Máster de Emergencias Médicas Fundación CEU San Pablo.

Este año, como consecuencia de la pandemia, el número de alumnos del Máster de Enfermería se ha reducido para poder cumplir con las exigencias del Gobierno y las normas anticovid y así poder garantizar la calidad del máster.

También resultaron bastantes diferentes las pruebas de acceso al Máster de Enfermería, que se celebraron el 7 de septiembre y a las que se preinscribieron 36 personas, “muchas menos que en años anteriores, como consecuencia de la Covid-19”, indica Andrés Rodríguez.

En ediciones anteriores, la primera parte de esta prueba de acceso tenía lugar en el Pabellón San Pablo de Sevilla, y constaba de varios ejercicios físicos: natación, velocidad, salto. En esta ocasión, y con el propósito de adaptarse a las circunstancias, las pruebas se han celebrado íntegramente en las instalaciones de la Escuela en Gelves (Sevilla).

“Mientras que en años anteriores, los aspirantes se enfrentaban a pruebas físicas más generales, este año se han enfrentado a situaciones lo más realistas posibles y relacionadas con situaciones de emergencias. Se les ha puesto en situaciones de estrés y presión ambiental. Esto nos ha permitido ver su capacidad de reacción. Se les ha puesto a prueba para ver si soportaban la tensión de lo que iba a ser su trabajo en un futuro”, explica la profesora Saray Toro. “En este sentido, han realizado ejercicios con el maletín polivalente, la bomba de oxígeno, subir a un edificio cargado de material, hacer masajes cardiorespiratorios, realizar la asistencia y valorar sus capacidades físicas”.

También ha habido una carrera de velocidad, pero con ella se ha querido comprobar si los aspirantes tenían fondo y resistencia para trabajar con los materiales que se utilizan estos sanitarios a diario.
“En mi opinión, este cambio ha sido positivo, porque a través de las nuevas pruebas hemos podido valorar tanto la capacidad física de los aspirantes como su actitud”, señala Saray Toro.

Para poder cumplir con las normas anticovid, especialmente en lo que respecta a la distancia de seguridad, y teniendo en cuenta que este año, especialmente durante los dos primeros meses, habrá más cursos, ya que a los ordinarios de este año se suman los dos másteres que no pudieron concluir el pasado año, SAMU ha ampliado el número de aulas y ha instalados una decena de iglús para poder impartir clases a grupos reducidos. Además, muchas de las clases prácticas se realizarán al aire libre en lugar de dentro de las aulas, siempre que el tiempo lo permita.

Las lecciones de la misión SAMU El Salvador 2020

Tras una misión de cooperación humanitaria, en muchas ocasiones, la vuelta a la rutina se produce de manera tan rápida que a uno no le da tiempo a procesar todo lo vivido, pero todos esos recuerdos, experiencias y miserias permanecen en la conciencia de cada uno a la espera de poder digerirlos. Veinte días después de su regreso, cinco profesionales de los 28 que viajaron a El Salvador el 29 de julio en misión humanitaria para hacer frente al Covid-19 se han reunido por primera para hablar de su experiencia.

Algunos de estos sanitarios no se habían visto desde que se despidieron el 30 de agosto tras el acto de bienvenida organizado en Escuela SAMU tras su regreso de El Salvador. Al reencontrarse, se saludan con cariño pero con precaución. El Covid-19 continúa presente y todos llevan mascarillas. Tras algunas fotos para Revista SAMU, los cinco profesionales se sientan en círculo en una de las aulas de Escuela SAMU. Todo está en silencio. No hay prisas, nadie les molesta. Es el momento de que Alejandro, María, Rubén, Ignacio y Roberto reflexionen sobre lo vivido.

Todos ellos se enteraron de que SAMU preparaba una misión humanitaria en El Salvador a raíz del llamamiento de voluntarios que SAMU hizo a través de sus redes sociales o de diferentes grupos de WhatsApp, y decidieron enviar su currículum. Algunos ya tenían experiencia con pacientes de Covid-19 en Sevilla, como el auxiliar de enfermería (TCAE) Rubén Izquierdo, de 21 años, que participó en el dispositivo del Hotel Alcora de SAMU, en San Juan de Aznalfarache (Sevilla); o el Técnico en Emergencias Sanitaria (TES) Ignacio Pavón Carrasco, que también trabajó en el dispositivo que SAMU puso en marcha en la Línea de la Concepción (Cádiz), ambos durante la primera ola de la pandemia en España. “Para mí, este trabajo es vocacional. El hecho de querer ayudar me encanta. También soy voluntario en Cruz Roja y Protección Civil”, señala Ignacio Pavón.

El estudiante de 4º de Medicina Roberto Millares estaba en julio trabajando de camarero en Mallorca cuando lo seleccionaron para ir a El Salvador. “Tenía muy buenas referencias de SAMU. Amigos míos ya habían trabajado con esta organización. No me lo pensé dos veces. Dejé el trabajo y cogí el primer vuelo. Al día siguiente ya estaba en la Escuela recibiendo la formación, y, al siguiente, nos fuimos. Fue todo muy rápido. Tuve que tomar decisiones muy rápidas, pero siempre con el apoyo de mi madre”, recuerda este joven.

María Martín Díaz, enfermera y exalumna del máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria de Escuela SAMU y la Fundación CEU San Pablo Andalucía (2018-2020), también dejó un puesto de trabajo para viajar a El Salvador. En su caso, tenía un contrato laboral en el Hospital de Osuna hasta el 31 de agosto. “Rechacé el puesto siendo consciente de que el SAS me iba a penalizar y no me iba a llamar más durante un tiempo. De hecho, sé que están prolongando contratos hasta diciembre y yo eso me lo estoy perdiendo, pero no me arrepiento. Yo quería ir de misión. Era algo que siempre he querido hacer y hasta ahora no había podido”.

El benjamín de este grupo es el técnico en emergencias sanitarias Alejandro Martín, de 18 años. “Cuando decidí irme a El Salvador, en casa sólo me apoyó mi padre, que es bombero y le gustan las emergencias. Ni mi madre, ni mi abuelo ni mi hermana me apoyaron. Les asustaba que me fuera a otro país con 18 años. Pero al final me salí con la mía”.

Todos coinciden en afirmar que esta misión no ha sido tan asistencial como otras misiones de SAMU. La entidad llevó a cabo durante su estancia en El Salvador un plan de formación asistencial, bioseguridad y para la mejor organización de los profesionales sanitarios. De hecho, la formación se ha convertido en el mayor legado de la expedición al hospital salvadoreño. También se llevó a cabo una colaboración de acompañamiento a los profesionales del hospital tanto a nivel de mandos intermedios como a nivel del sanitario a pie de cama, trabajando con los profesionales locales codo con codo.

Estos especialistas también encontraron grandes diferencias entre el trabajo realizado por SAMU en España y en El Salvador. “Para empezar, el tipo de paciente no tenía nada que ver. En el Hotel Alcora, dentro de la gravedad, tratábamos a personas mayores pero estables. No había ninguna persona intubada porque no teníamos UCI, pero en El Salvador sí trabajamos con pacientes en cuidados intensivos”, explica María Martín. “La edad de los pacientes también era distinta. En El Salvador atendíamos a personas mucho más jóvenes”.

La organización y la forma de trabajar también son diferentes. Aquí tenemos la figura del médico, enfermero, auxiliar y técnico, con sus funciones, pero allí hay muchas especializaciones dentro de una misma profesión, por ejemplo, la de enfermero. El trabajo y las funciones de cada uno se diversifican demasiado y esto, a nuestro entender, dificulta mucho la organización del trabajo”, continúa explicando la enfermera María Martín. “Por otro lado, la experiencia de los profesionales del hospital en el que trabajamos en Covid-19 y en UCI con múltiples pacientes era limitada”.

Alejandro Martín reconoce que uno de los aspectos que más le impactó de esta experiencia fue el número de muertos. “Nunca había visto morir a alguien”, confiesa el joven de 18 años. “En cada país y hospital tienen sus propias normas y te tienes que adaptar a ellas. Pero eso no quita que no sientas impotencia y frustración cuando no se hacen las cosas a tu manera, o bajo el criterio que has aprendido, sobre todo cuando los pacientes son personas jóvenes. En este sentido, hubo casos que me impactaron mucho”.

“Esta pandemia está llevando a profesionales sanitarios de todo el mundo a situaciones límite. A muchos, esta crisis les sobrepasa. Solo quieren cumplir con su horario de trabajo e irse a casa. Están desbordados y agotados, y no se les puede culpar por ello”, añade María Martín.

“También apreciamos capacidad de mejora en las calidades asistenciales. Quizás el fallo esté en la base, en el plan docente, no lo sé. Todo esto te hace reflexionar sobre el buen sistema sanitario que tenemos en España”, continúa Roberto Millares, estudiante de Medicina. “Por otro lado, observamos que la calidad y cantidad de los recursos era la adecuada, pero sí existía posibilidad de optimizar la gestión de los mismos”.

Fuera del ámbito hospitalario y asistencial, otro de los aspectos que más ha marcado a estos profesionales fue el recibimiento con el que les brindó el Gobierno y la sociedad salvadoreña en general.
“Ya en el avión, antes de bajar, algunos pasajeros nos dijeron ‘prepárense porque va a estar la prensa esperando’. Nosotros no nos lo creíamos, pensábamos que exageraban. Pero cuando vimos allí a personal del Gobierno nos quedamos de piedra. Es como si en España te recibiera el ministro Salvador Illa”, comenta Roberto Millares. “Como dice Juan González de Escalada, director de la misión, durante nuestra estancia, a veces parecíamos estrellas del rock y otras la madre Teresa de Calcuta”, añade María Martín.

Todos ellos coinciden en el “maravilloso” y “cariñoso” trato recibido por parte de la sociedad salvadoreña. “Nos han cuidado desde el primer momento. Con nosotros iba siempre personal de seguridad de paisano y la mayoría de nosotros no nos dimos ni cuenta”, destaca Ignacio Pavón. “La gente se paraba por la calle a saludarnos y los pacientes eran súper cariñosos y agradecidos”.

Los profesionales destacan también la buena convivencia del grupo de samuitas. “Hicimos una piña. Yo no me lo esperaba. Por mi experiencia en otros trabajos anteriores y convivencias similares, pensé que el clima no iba a ser tan bueno, pero lo cierto es que se respiraba un gran compañerismo”, afirma el auxiliar de enfermería Rubén Izquierdo. “Si alguien tenía un problema o había tenido un mal día, hacíamos piña, le abrazábamos y le animábamos. Buscábamos la manera de que se sintiera bien e, incluso, si hacía falta, buscábamos una tarta para levantar los ánimos. Éramos una familia”.

En todo momento, los cinco, al igual que el resto de la misión, se sintieron arropados por el llamado Gabinete Retrasado. Así se denomina al grupo de profesionales que desde Sevilla cubría las necesidades del equipo e informaba en todo momento a los familiares de los miembros de la misión. “Tenían registradas todas las fechas importantes, como cumpleaños y santos, y eso a nosotros nos ayudaba mucho en los momentos más duros”, recuerda María Martín.

“Mi madre me llegó a decir que se sentía mucho más segura conmigo en El Salvador que si estuviera en Sevilla o en Mallorca, por toda la información que recibía desde el Gabinete Retrasado. A veces la llamo poco”, añade Roberto Millares. “El Gabinete Retrasado era el gran desconocido para nosotros. Era como si sus miembros estuvieran allí con nosotros siempre, lo sabían todo de nosotros y sabían todo lo que ocurría en El Salvador, cada detalle, cada incidencia, era como el Gran Hermano”, señala divertido Ignacio Pavón.

A la pregunta de si repetirían la experiencia, todos responden al unísono con un sí. “Yo incluso me hubiera quedado más tiempo, aunque con ciertos matices”, reconoce la enfermera María Martín. “Por ejemplo, el horario de trabajo. En todo el mes que estuvimos allí, solo descansamos tres días. Íbamos del hospital al hotel, y media hora para comer. Nada más. Sabíamos perfectamente a lo que íbamos, y no me quejo, pero ese ritmo sólo lo aguantas un mes, más no”.

Hemos vivido el espíritu SAMU en estado puro, y eso que algunos de los miembros del equipo no habían trabajado antes con SAMU, como yo”, reconoce Roberto Millares. “Hemos aprendido a gestionar la incertidumbre y nuestras propias miserias”. Y es que, “el espíritu SAMU hasta que no lo vives, no lo sientes”.

La llegada del equipo de SAMU a El Salvador: Un recibimiento fraternal

SAMU ha completado con éxito durante agosto la Misión El Salvador 2020, que establece un hito para la entidad por el contexto histórico en el que se ha llevado a cabo, en plena pandemia mundial por la Covid-19, y por haber servido para establecer sólidos lazos de cooperación y fraternidad con el país centroamericano.

La expedición formada por 28 profesionales entre médicos, enfermeros, técnicos en emergencias sanitarias y técnicos en cuidados auxiliares de enfermería partió el 29 de julio hacia El Salvador como respuesta de SAMU al llamamiento internacional formulado por el propio gobierno salvadoreño para hacer frente a la pandemia en el país. El objetivo de esta misión de cooperación era triple: adiestrar y formar al personal sanitario local, ayudar en la organización y logística, y ofrecer apoyo asistencial en el recién inaugurado Hospital Nacional El Salvador.

Numerosas autoridades despidieron a este equipo de intervención de catástrofes tanto en Gelves (Sevilla), de donde partieron los sanitarios en autobús hasta Madrid, como en la capital de España, tal y como se adelantó en la edición de agosto de esta Revista SAMU. Entre las autoridades que desearon suerte a los sanitarios destacaron el embajador de El Salvador en España, Mauricio Peñate Guzmán; la responsable de Acción Humanitaria de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional, Carma Tápies; el cónsul honorario de El Salvador en Sevilla, Ignacio de Cossío Pérez de Mendoza; el presidente del Colegio Médicos de Sevilla, Alfonso Carmona Martínez; y la vicepresidenta del Colegio de Enfermería de Sevilla, Pilar Cordero Ramos.

Después del vuelo transoceánico, la acogida al equipo fue sobresaliente desde el primer minuto. La ministra de Relaciones Exteriores de la República de El Salvador, Alejandra Hill Tinoco; el vicepresidente de la República, Félix Ulloa; y el ministro de Salud, Francisco Alabí, acudieron al Aeropuerto Internacional San Óscar Arnulfo Romero de El Salvador junto a otros altos cargos del Gobierno salvadoreño para recibir al contingente de 28 profesionales que han permanecido en este país durante un mes.

“No nos esperábamos en absoluto aquel recibimiento. Fue extraordinario”, reconoce Andrés Rodríguez Holst, team manager de la misión El Salvador. “Tras aterrizar, a pie de pista, nos recibió un nutrido grupo de personas en representación del Gobierno del país que, manteniendo la distancia de seguridad, nos saludaron y nos dieron las gracias por acudir para ayudarles a hacer frente a la Covid-19. Nunca, en ninguna de las misiones en las que he participado, me han recibido así”, continúa el enfermero. “Recuerdo que por unos segundos pensé: ¿qué expectativas tienen estas personas de nosotros? Luego supe que, fuesen cuales fuesen, íbamos a dar la talla porque llevábamos un equipo humano y profesional muy potente”.

En las mismas instalaciones aeroportuarias, la ministra de Relaciones Exteriores de El Salvador, Alejandra Hill, señaló: “Pocas veces en mi vida he sentido el nivel de emoción y de gozo que he experimentado al verles a cada uno de ustedes bajar de ese avión. La calidad y la solidaridad es palpable”.

“En nombre de nuestro presidente, Nayib Bukele, sean bienvenidos a su patria, a una patria que ahora compartimos, que los abraza y que los acoge, y a una patria que los considera nuestros. Bienvenidos a su casa, gracias en nombre de nuestros médicos, que están agotados, pero que sacan fortaleza de su voluntad para curar a nuestros ciudadanos; gracias en nombre de los pacientes que están sufriendo; y gracias en nombre del pueblo salvadoreño”, insistió Hill Tinoco.

Juan González de Escalada, director de esta misión, fue el encargado de tomar la palabra: “Todos y cada uno de nosotros venimos como voluntarios a darlo todo para hacerle frente a esta pandemia”.

La Misión El Salvador, como SAMU ha denominado a la operación, se puso en marcha después de que el Ministerio de Salud de El Salvador emitiera una solicitud de asistencia para dar apoyo a un nuevo hospital, el Hospital Nacional El Salvador, localizado en San Salvador, que abrió sus puertas el 21 de junio con 105 camas de UCI y 100 camas hospitalarias, y que está siendo adecuado de forma paulatina para poder ofrecer hasta 1.000 camas de UCI.

En El Salvador, hay un médico por cada 5.964 habitantes y una enfermera por cada 1.223 habitantes, con un importante déficit en especialistas (médicos o enfermeros) capacitados en unidades de cuidados intensivos (UCI).

Desde que arrancó esta misión de cooperación internacional, SAMU ha recibido a través de diversos canales numerosas muestras de apoyo, solidaridad y agradecimiento, especialmente del pueblo salvadoreño. El propio presidente del país, Nayib Bukele, publicó en sus redes sociales una emotiva carta dirigida a la expedición de SAMU.

“Ellos no son salvadoreños, no son hijos de migrantes, no tienen lazos con nuestro país, no están cobrando salario extra y no ganan nada material. Sin embargo, vienen a nuestro país a salvar vidas, a arriesgar la suya propia. Dejan a sus familias en España, a quienes no verán durante un mes. Lo hacen, por una sola razón: quieren salvar vidas. Y vienen a salvar las nuestras”, señaló Bukele en sus redes sociales en referencia al equipo e SAMU. “Nos dan una gran lección de humanidad a todos”.

Misión El Salvador 2020 de SAMU: la formación como legado

El equipo de intervención de catástrofes enviado por SAMU a El Salvador no ha dejado de trabajar desde que pisó tierras centroamericanas el 30 de julio. Durante un mes, los sanitarios han estado operativos de manera voluntaria en jornadas de 12 horas en primera línea para hacer frente a la pandemia de la Covid-19 en el Hospital Nacional El Salvador.

Entre los objetivos principales de SAMU figuraban tres. En primer lugar, responder a las necesidades de asistencia médica de todos los casos hospitalizados de Covid-19 que les fueron asignados. En segundo lugar, proporcionar capacitación a todo el personal de salud clínica local en el Hospital Nacional El Salvador. Y en tercer término, reforzar el diseño y despliegue logístico para los procesos de vestido y desvestido de intervinientes, así como para la descontaminación de pacientes e intervinientes de las instalaciones que les fueran solicitadas.

Una vez sobre el terreno, en los primeros días de la misión, los profesionales de SAMU participaron en una visita guiada por el hospital, a través de la cual pudieron realizar un reconocimiento de su estructura y valorar las capacidades logísticas y organizativas de este nuevo centro sanitario, un gigante con capacidad para albergar hasta 2.000 camas, la mitad de ellas de UCI. A continuación, realizaron un diagnóstico sobre la situación y desarrollaron un plan de actuación para su ejecución durante el mes de duración de este proyecto.

“Uno de los principales problemas que nos encontramos al llegar es que, a pesar de que el hospital cuenta con equipos de primer nivel, existían ciertas deficiencias organizativas, además de que los recursos humanos eran limitados. Había pocos médicos especialistas y gran parte del personal carecía de experiencia en situaciones de crisis como la que estamos viviendo en la actualidad y en el manejo de pacientes críticos en un hospital con tanta capacidad como éste”, relata Andrés Rodríguez Holst, team manager de esta misión.

Juan González de Escalada, director de la misión El Salvador, añade sus impresiones: “Los medios del hospital, en mi opinión, son aceptables. Era sorprendente ver cómo había alas enteras del hospital que aún estaban desocupadas pero que sí estaban dotadas. Los medios están muy bien. Lo que había que pulir es las formas de trabajar del personal. Algunos profesionales son junior, otros no. También vimos profesionales a los que se les está promocionando y potenciando para que aceleren su crecimiento y su desarrollo, y puedan pasar de un nivel más básico a una mejor labor de gestión. En ese sentido, creo que hemos podido sacar mucho partido de ellos”.

SAMU ha llevado a cabo durante su estancia en El Salvador un plan de formación asistencial, bioseguridad y para la mejor organización de los profesionales sanitarios. De hecho, la formación se ha convertido en el mayor legado de la expedición al hospital salvadoreño.

SAMU ha establecido un organigrama junto a los directivos del hospital que les ayude a trabajar de manera más organizada y efectiva, y ha asesorado a los profesionales locales a la hora de esclarecer las funciones de cada uno de ellos, especialmente de los puestos intermedios. También se ha realizado una labor de apoyo en el propio hospital y se han desarrollado talleres formativos con contenido asistencial.

“Hemos llevado a cabo una colaboración de acompañamiento a los profesionales del hospital tanto a nivel de mandos intermedios como a nivel del sanitario a pie de cama. A las 6:30 de la mañana llegábamos al hospital, nos cambiábamos de ropa, al igual que todos los sanitarios del centro, y empezábamos las guardias y turnos en el hospital. Hemos acompañado y trabajado con los sanitarios locales codo con codo para ayudarles a reforzar sus competencias en la organización de gestión hospitalaria y, a su vez, hemos estado con los mandos intermedios acompañando en la toma de decisiones y haciendo recomendaciones”, explica Juan González de Escalada.

El equipo de SAMU ha ofrecido entrenamiento clínico específico en distintos ámbitos como el triaje; la implementación inmediata de medidas apropiadas de prevención y control de infecciones (IPC); el abordaje al paciente crítico de forma precoz y su correspondiente monitorización; la prevención de complicaciones y tratamientos específicos anti-nCoV y manejo de los efectos secundarios, entre otros.
El contingente desplazado desde Sevilla ha prestado apoyo operativo para la supervisión y establecimiento de un centro de tratamiento Covid-19 de campaña, ha reforzado el diseño de zonas y protocolos de descontaminación de pacientes, control de flujos de intervinientes, zonificación, sectorización y análisis de vulnerabilidad e idoneidad de instalaciones Covid-19. Además, los profesionales de SAMU se han puesto a disposición de los sanitarios locales para la realización de cursos de bioseguridad.

Juan González de Escalada destaca la actitud abierta de los sanitarios salvadoreños a la hora de recibir asesoramiento y nuevos conocimientos por parte del equipo de SAMU. “La generosidad de todos ellos ha sido enorme por permitirnos escudriñar todos los rincones de este magnífico hospital, y también por permitirnos estar junto a ellos, todo el día, intentando hacer recomendaciones para que quizás su trabajo pueda ser aún mejor. Es una experiencia muy gratificante. Hemos podido compartir con estos profesionales todo lo que aprendimos en el pico de la pandemia en España”.

En cuanto a los pacientes atendidos, el director de la misión reconoce no haber detectado grandes diferencias entre los pacientes de España y El Salvador. “Es cierto que, en España, durante el pico de la pandemia nosotros atendidos principalmente a personas mayores provenientes de residencias de ancianos. La edad media de los pacientes es diferente pero su fisiopatología es similar”, explica Juan González de Escalada. “En El Salvador los pacientes son más jóvenes. Una de las primeras altas que dimos en España fue a un paciente de 94 años que estaba fantástico de cabeza y de físico. En El Salvador, por el contrario, el otro día vimos a una chica que a mis ojos tenía ocho o nueve años, y resultó que tenía 17 porque sufría bajo peso. Ese ha sido uno de los casos más impactantes para mí, ya que yo soy padre de dos menores”.

En cuanto al estado de ánimo del equipo, el enfermero Andrés Rodríguez asegura que los efectivos se han mantenido a pleno rendimiento. “Es cierto que en los últimos días, el equipo ya acusaba el cansancio. Trabajábamos en turnos de doce horas, seis días a la semana. Han sido muchos días de duro trabajo y muchas horas con el Equipo de Protección Individual (EPI) puesto, pero los ánimos y, sobre todo, la dedicación y eficacia en el trabajo no han decaído”, señala Andrés Rodríguez. “Ha sido muy importante el trabajo humano y de reflexión que hacíamos con cada uno de los chicos desde el equipo de mando para que mentalmente estuvieran al 100%”.

El enfermero Andrés Rodríguez agradece el apoyo recibido por parte de la población salvadoreña y de los propios profesionales del hospital. “Durante nuestra estancia en El Salvador, recibimos continuas muestras de cariño y de apoyo, incluso veíamos pancartas con nuestras fotografías y palabras de agradecimiento en la calle. La atención mediática también ha sido muy grande. Nunca en mis misiones anteriores había vivido algo así”.

Rodríguez también se muestra muy satisfecho con los miembros del equipo seleccionado para esta misión. “Estoy muy contento con el equipo. A muchos de ellos ya los conocía y había trabajado con ellos con anterioridad, pero a otros no, y me han sorprendido mucho para bien. Todos han dado la talla de manera sobresaliente. Es un equipo muy potente y difícil de igualar”.

Los 28 participantes de esta misión internacional han dado todo lo que estaba en sus manos, robándole incluso horas al sueño y al descanso en beneficio de los pacientes. Ahora regresan a España con la satisfacción del trabajo bien hecho y de que su acción ha salvado numerosas vidas.

La sociedad salvadoreña homenajea a los voluntarios de SAMU

La sociedad salvadoreña ha mostrado su gratitud a la expedición de SAMU en numerosas ocasiones desde que el equipo aterrizó en el país y hasta el mismo momento de su partida hacia España. Las más altas instancias del Gobierno, incluyendo al propio presidente Nayib Bukele, han arropado a los miembros de la misión con mensajes de ánimo a través de las redes sociales y en diversos actos institucionales repartidos a lo largo de agosto. Uno de los homenajes más destacados a la expedición fue el ofrecido por la Asociación Nacional de Enfermeras de El Salvador (ANES), que entregó a todos los compañeros una obra del taller del reconocido escultor y pintor Fernando Llort, fallecido en 2018.

“Nuestros agradecimientos a la Misión SAMU El Salvador. Sus aportes quedarán en la historia vivida en esta emergencia de la Covid-19, pero sobre todo en los profesionales de salud de El Salvador que trabajaron junto a ustedes”, señalaron las representantes de la ANES.

La sociedad civil se ha volcado con los compañeros de SAMU. Como ejemplo, la empresa Línea Ejecutiva se ha encargado de cubrir de forma altruista todos los desplazamientos del equipo, y también entregó un reconocimiento a los representantes del grupo.

En la jornada previa a su regreso a España, el equipo de SAMU hizo entrega al Gobierno salvadoreño de cerca de 2.500 artículos de material de protección sobrante entre equipos de protección individual, guantes, pantallas, mascarillas y cintas de balizar para el almacén del Hospital. En el acto estuvieron presentes la directora del hospital, la doctora Laura Miranda, y el viceministro de Salud, Carlos Alvarenga. Éste último agradeció el apoyo brindado por Grupo SAMU, “no solo con la entrega de este donativo, sino también por su trabajo realizado en ese centro hospitalario en la atención de pacientes con coronavirus”.

Por otro lado, un día antes de la marcha de los miembros de SAMU, el ministro de Salud, Francisco Alabí, y la directora del Hospital El Salvador, en el que se ha desarrollado la misión de SAMU, brindaron un homenaje a los voluntarios españoles en reconocimiento a su labor y dedicación frente a la Covid-19 en el país.

La doctora Laura Miranda, responsable del macrohospital, señaló: “Ustedes vinieron a darle la mano a un paciente salvadoreño tendido en la cama por el virus. La atención que ustedes les dieron generó un cambio en la psiquis del paciente. Todo el equipo de este hospital está muy agradecido con ustedes, pero más, las personas a quienes ayudaron a salir adelante”.

Juan González de Escalada, jefe de la misión de SAMU, agradeció la “generosidad” del Gobierno y de los propios sanitarios con los que han compartido funciones durante el último mes. “Gracias por ayudarnos también a revisar todo aquello que creíamos que sabíamos y a seguir creciendo como profesionales”, subrayó.

El ministro de Salud, que recibió junto a su equipo la insignia de la Misión contra la Covid-19 de SAMU, se sumó a esta despedida: “Han estado semanas apoyándonos y eso nos ha generado lazos y vínculos de hermandad, pero en especial, la ganancia de experiencias que nos dejan para combatir la pandemia. Agradecemos que el único interés que ustedes tuvieron fue la salud del prójimo, y en este caso, la salud del pueblo salvadoreño”.

Regreso de la misión ‘El Salvador 2020’ de SAMU: “Ya nada será lo mismo entre nosotros”

«Ya están aquí, ya están aquí”. La alegría contenida de familiares y amigos que esperaban la llegada de los 28 participantes de la Misión El Salvador a las instalaciones de Escuela SAMU, en Gelves (Sevilla), se desató cuando algunos comenzaron a vislumbrar a lo lejos el autobús en el que viajaban los sanitarios. Aplausos, vítores y pancartas para dar la bienvenida a estos héroes que llegaron a Sevilla el sábado 29 de agosto tras un largo viaje transoceánico desde el país centroamericano y ocho horas en autobús desde el aeropuerto de Madrid.

Los profesionales bajaron de uno en uno del vehículo protegidos con mascarillas, algunos incluso con gafas y pantallas faciales, medidas de protección que no impidieron ver en sus rostros la emoción y la satisfacción de estar ya en casa.

Los familiares y amigos tuvieron que conformarse con saludar a sus seres queridos detrás de dos vallas para mantener la distancia de seguridad.

“Ha sido una experiencia muy intensa, en la que nos hemos sentido en todo momento arropados y acompañados por los profesionales salvadoreños, quienes han demostrado hacia nosotros una enorme generosidad”, señaló al llegar a Sevilla Juan González de Escalada, director de esta misión y jefe de Operaciones de SAMU. “Hemos tenido la oportunidad de formar a numerosos profesionales y también de trabajar junto a ellos codo con codo, volcando nuestro conocimiento y experiencia acumuladas en la gestión de la Covid-19 en España en El Salvador”.

“Se nota el trabajo que hace el Gobierno de El Salvador por su pueblo, es inigualable, luchan cada día por la salud de cada paciente y eso no lo tienen todas las naciones”, añadió Daniel Sánchez, técnico en cuidados auxiliares de enfermería y uno de los 28 profesionales que ha participado en la misión.

Durante 24 horas, todos los miembros del contingente descansaron en las instalaciones de Escuela SAMU a la espera de conocer el resultado de las pruebas de detección de Covid-19 realizadas a su llegada a España antes de reunirse por fin con sus familiares.

El presidente de SAMU, el doctor Carlos Álvarez Leiva, fue el encargado de dar la buena noticia durante el emotivo homenaje en honor a los participantes de esta misión internacional: ningún contagio entre los miembros del equipo, todos negativos.

Este acto oficial de bienvenida se celebró la tarde del 30 de agosto, un día después de la llegada de los sanitarios, en Escuela SAMU (Gelves), y contó con la participación, entre otras autoridades, del cónsul honorario de El Salvador en Sevilla, Ignacio de Cossío.

En representación de los familiares, se dirigió a los voluntarios Ana María, madre de Victoria, una de las participantes en el contingente, quien muy emocionada mostró su agradecimiento “a estos 28 valientes que vuelven de una misión de valientes”.

Todos los padres nos sentimos tremendamente agradecidos tanto a nuestros hijos como a SAMU”, señaló esta madre, que agradeció la información constante recibida por los responsables de SAMU. “Nos consta que vuelven con la misión cumplida, misión profesional y tremendamente humana. Particularmente me quedo con lo que mi hija me contó el segundo día que hablé con ella: ‘es que son los mejores, mamá’. Muchísimas gracias”.

A continuación se llevó a cabo la entrega de condecoraciones y diplomas a los 28 integrantes de la misión a cargo del presidente de SAMU, el doctor Carlos Álvarez Leiva; el cónsul honorario de El Salvador, Ignacio de Cossío; y el director general de SAMU, Carlos González de Escalada.

Uno de los momentos más emotivos del acto fue la intervención de Juan González de Escalada, director de la misión. Durante sus discurso, fue desgranando distintos momentos, felices y complicados, de la experiencia, con recuerdos y guiños para todos los voluntarios. “En nombre de todo el equipo, y también personalmente, gracias a todos por permitirnos vivir esta experiencia”. “Nada hubiera sido posible sin saber -dijo a las familias- que sabíais que ellos estaban seguros en El Salvador, y que confiabais en lo que estábamos haciendo”. “Más que hermanamiento entre los países y las personas de El Salvador y España, yo diría que ha habido casi una adopción. Sois un equipazo. Veremos las caras de los salvadoreños cada vez que nos encontremos. Ya nada será lo mismo entre nosotros”, concluyó.

Pero sin duda, el momento cumbre fue cuando se dio paso a un audio de una colega del Hospital Nacional de El Salvador, quien entre lágrimas agradeció todo el esfuerzo y la dedicación del contingente español, lo que conmovió enormemente tanto a los voluntarios como a sus familiares.

“Quiero que sepan que nos han dejado a todos con una gran tristeza y vacío en el corazón, y no hemos tenido ocasión de agradecerles todo lo bueno que han hecho por nosotros. Somos un país muy pobre, de los más pequeños de América, y ha sido un honor y un privilegio haberles tenido aquí. Su promoción es muy específica y más precisa, nos hubiera encantado tenerlos aquí más tiempo. Pero que sepan que siempre los llevaremos en nuestro corazón y nuestras puertas siempre estarán abiertas a vosotros”, manifestó la compañera sanitaria.

Antes de terminar el acto, el doctor Carlos Álvarez Leiva recordó que la misión ha sido posible gracias a la intervención directa y personal del cónsul honorario de El Salvador en Sevilla, a quien se le hizo entrega de una medalla como gesto a su confianza en SAMU y su fundación.