Diez años dejando huella en el corazón de Triana

Hace diez años, el 28 de noviembre de 2008, abría sus puertas por primera vez la Residencia Santa Ana, en el barrio sevillano de Triana. En un primer momento su función iba a ser la atención de personas mayores pero, por necesidades de la Junta de Andalucía, Fundación SAMU decidió cambiar el perfil de este proyecto y atender a personas con discapacidades físicas, deterioro cognitivo y/o trastornos de conducta, explica Desiree Calasanz Fernández, actual directora del centro, que el 28 de noviembre acogió un emotivo acto con motivo de este décimo aniversario.

Según recuerda Calasanz, cuando la Residencia Santa Ana abrió sus puertas, éste era el primer centro residencial que atendía a personas de este perfil a nivel autonómico. “Hoy en día también nos derivan casos de personas con daño cerebral sobrevenido, y apenas hay dos centros más en Andalucía que reúnan las características del nuestro, uno en Granada y otro en Écija (Sevilla)”.

El proyecto inicial fue capitaneado por Borja González de Escalada Álvarez, hoy vicepresidente de la Fundación SAMU, con la ayuda de Desirée Calasanz, entonces Jefa de Servicios Generales y educadora de SAMU, y Maribel Álvarez Leiva, que se encargó de las gestiones necesarias para la apertura de este centro, que fue inaugurado oficialmente el 8 de enero de 2009 por la entonces consejera de Bienestar Social de la Junta de Andalucía Micaela Navarro.

“Los comienzos fueron duros, pero el equipo creía en el proyecto y lo llevamos con mucha ilusión”, señalan desde la Residencia Santa Ana, por la cual en estos diez años han pasado numerosos trabajadores y usuarios.

Para conmemorar estos diez años, el centro celebró una gran fiesta en la que participaron no solo los profesionales, usuarios y sus familiares, sino también trabajadores de otros centros de la Fundación SAMU. Así, se exhibieron fotografías de los residentes y profesionales que han pasado por el centro en estos años, se llevaron a cabo diferentes actividades y se entregaron diplomas conmemorativos a todos los residentes junto con una chapa con su nombre y una rosa grabada que simbolizaba “la ternura tan grande que tenemos hacia ellos así cómo nuestra dedicación”, comenta la trabajadora social Inmaculada Pérez.

Tras este homenaje, se sirvieron unos aperitivos acompañados de música flamenca en directo. “Gracias a todos disfrutamos de un gran momento donde nos sentimos como una gran familia”, concluye la trabajadora social.