Voluntarios de SAMU en Valencia tras el paso de la DANA

La gestión del caos

Por Carlos Álvarez Leiva, presidente fundador de SAMU

20La gestión de una crisis requiere anticipación y un enfoque integral basado en el conocido como triángulo mágico: capacidad organizativa, asistencial y logística. La clave para absorber el caos radica en un despliegue coordinado de recursos, una prestación de socorro eficaz y una estructura de mando sólida. Una logística adaptada y una cadena de mando clara son esenciales para restablecer el orden y responder de manera efectiva a las necesidades urgentes de la crisis.

El caos es una alteración súbita, temporal y explosiva de la armonía de los sistemas que afecta gravemente a la vida, las estructuras y el medio ambiente. Tiene una duración limitada que depende de la resiliencia del sistema afectado. El caos es opuesto al orden, al control y al equilibrio, y genera pánico, angustia, inseguridad, degradación y, en situaciones extremas, muerte y desolación.

Gestionar el caos implica reconducir la situación mediante una serie de esfuerzos organizativos concretos, medibles y realizables, con una secuencia precisa y probada que incluye: búsqueda, salvamento, rescate, socorro médico, seguridad, abrigo y atención psicosocial.

El tempo caótico

En toda catástrofe, ya sea pequeña o de gran escala, se presenta un tempo caótico súbito en el cual la capacidad de reacción se ve anulada temporalmente. Este estado de shock es pasajero y su duración es inversamente proporcional al grado de planificación previa. Se caracteriza por disfunciones graves en la autoridad, confusión, inseguridad, incertidumbre, órdenes contradictorias y una desproporción dramática entre las necesidades y los recursos disponibles.

La persistencia del tempo caótico está influenciada por diversos factores, entre los que destacan: el nivel de cultura en gestión de crisis, el grado de daño en las infraestructuras de comunicación y la politización de la gestión de recursos.

La respuesta y sus fases

La anticipación es el principio logístico fundamental. Analizar la situación mientras se espera la recopilación de todos los datos solo conducirá a prolongar el caos y aumentar el sufrimiento de las víctimas. La respuesta a las catástrofes nunca es completamente suficiente ni perfectamente coordinada, debido a la diversidad de tiempos y capacidades de respuesta, que varían según el tipo de catástrofe, su extensión y la vulnerabilidad de la zona afectada.

Inmediatamente después de la primera intervención de proximidad ocurre el tsunami humanitario: la llegada espontánea y desorganizada de ayudas no solicitadas que, aunque bien intencionadas, aumentan la desorganización y retrasan la rehabilitación.

Conforme los medios de comunicación reducen la cobertura de la noticia, los apoyos foráneos tienden a desaparecer, incrementando la soledad de los afectados. En este punto, comienzan a aparecer los esfuerzos gubernamentales, generalmente de forma más organizada, pero a menudo tardíos.

Principios para la gestión del caos

Para gestionar el caos de manera efectiva en situaciones de crisis es fundamental anticiparse y realizar una evaluación detallada. El principio de respuesta previa a la demanda es el único criterio de éxito para asegurar una gestión eficiente. La acción debe dejar a un lado la influencia política y dar prioridad a un enfoque técnico, asegurando que las decisiones y acciones estén basadas en criterios profesionales y operativos.

La gestión debe enfocarse en establecer un mando único que aglutine y coordine todas las capacidades disponibles. Este liderazgo es esencial para fijar metas claras, sencillas y alcanzables, diferenciando lo fundamental de lo importante para priorizar los esfuerzos de manera efectiva. La intervención debe seguir una secuencia estratificada de operaciones que incluya búsqueda, rescate, salvamento, seguridad, socorro y refugio, permitiendo una respuesta organizada y escalonada.

Es vital fortalecer la autonomía de los intervinientes bajo una dirección única para garantizar que las acciones en terreno sean ágiles y eficaces. Las decisiones deben tomarse rápidamente y sin temor a equivocarse, ya que la prontitud es clave para reducir el impacto del caos. Además, establecer un canal de comunicación eficaz entre los intervinientes lo más pronto posible permite coordinar las operaciones de manera eficiente y evita malentendidos.

La organización de espacios para la recepción ordenada de la ayuda es fundamental, facilitando el flujo de recursos y reduciendo la confusión. Por último, la capacidad de adaptarse a los cambios y ajustar las estrategias conforme se desarrolla la emergencia es indispensable. La formación de equipos y su distribución por sectores optimiza la gestión y garantiza que cada área de la crisis esté debidamente atendida. La concentración, clasificación y evacuación de los heridos son procesos claves que deben ser ejecutados con rapidez y precisión.

Factor humano

El profesional que desempeñe la gestión del caos debe poseer una sólida formación en gestión de crisis, además de características y habilidades que le permitan responder de manera efectiva en situaciones de alta presión y complejidad. La resiliencia es fundamental, ya que asegura la capacidad de recuperarse rápidamente de las adversidades y mantiene la estabilidad emocional y operativa. Asimismo, es vital contar con una mentalidad flexible que permita adaptarse a circunstancias cambiantes y ajustar las estrategias conforme evolucionan.

La capacidad de establecer metas inmediatas es otro componente esencial. En un entorno de crisis, priorizar objetivos claros y alcanzables es clave para avanzar de manera efectiva. La claridad de pensamiento es indispensable para tomar decisiones rápidas y acertadas, mientras que una estructura mental jerarquizada facilita el procesamiento de información y la identificación de prioridades.

La eficiencia en el uso de los recursos disponibles es crucial, ya que las limitaciones en suministros y tiempo son comunes en estas circunstancias. Finalmente, la habilidad para liderar en momentos críticos no solo motiva y organiza al equipo, sino que también proporciona dirección y confianza, elementos esenciales para gestionar el caos con éxito.