José Antonio Trujillo, nuevo director general de SAMU tras 14 años de liderazgo de Carlos González de Escalada

SAMU, organización líder en emergencias sanitarias y acción social, ha anunciado el nombramiento de José Antonio Trujillo como su nuevo director general. Trujillo, quien hasta ahora ocupaba el cargo de director general adjunto, toma el relevo de Carlos González de Escalada tras 14 años al frente de la organización. En este periodo, SAMU ha consolidado su crecimiento superar los 3.000 trabajadores en 120 centros de trabajo distribuidos en seis países, con 100 millones de euros de facturación anual y 50.000 usuarios beneficiarios de su acción cada año.

José Antonio Trujillo es Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla y cuenta con un Máster en Organización de Empresas por el Instituto de Empresa. Ha ejercido cargos de dirección en diversas multinacionales hasta su llegada a SAMU en 2019, donde, en un primer momento, ejerció como director del departamento de Desarrollo. En 2022, fue nombrado director general adjunto de SAMU, puesto que ha ejercido hasta la fecha.

El acto de traspaso se ha celebrado en la sede de SAMU en la Isla de la Cartuja de Sevilla en un acto que ha contado con la presencia de destacados directivos de la organización, como la Dra. Juana Macías, presidenta del Instituto SAMU de Investigación Científica (ISIC), y los vicepresidentes Borja y Juan González de Escalada. El presidente fundador de SAMU, el Dr. Carlos Álvarez Leiva, no ha podido asistir por estar coordinando el dispositivo de atención de emergencia a menores migrantes en Ceuta.

Años de desafíos y éxitos

Carlos González de Escalada, quien asumirá ahora la presidencia de SAMU, ha aprovechado su relevo para hacer balance de su gestión. “Han sido años de éxito, aunque no exentos de desafíos, en los que hemos trabajado para consolidar a SAMU como una gran fuerza al servicio del bien común”, ha defendido. Además, ha destacado el perfil de José Antonio Trujillo elogiando su “capacidad de trabajo” y su “liderazgo pausado y estratégico”. “Es una persona excepcional que se ha ganado el respeto y aprecio de todos los que trabajamos con él”, ha subrayado González de Escalada, que da de esta forma por concluido el proceso de profesionalización de la entidad, pues Trujillo es el primer máximo responsable de la historia de SAMU que no pertenece al núcleo de la familia fundadora del proyecto.

José Antonio Trujillo ha agradecido a su predecesor “la confianza y cercanía en los buenos y malos momentos”, y ha reconocido el trabajo de expansión y crecimiento que ha caracterizado los 14 años de González de Escalada al frente de SAMU. Trujillo se ha comprometido a continuar la labor de integración de los valores fundacionales de SAMU con las nuevas exigencias del mundo actual, con el objetivo de “construir el SAMU del futuro”.

Con esta transición, la compañía reafirma su compromiso con la atención sanitaria, la formación y la acción social, pilares que han guiado su trayectoria desde su fundación en 1981. Ahora, asume el reto de adaptarse a los desafíos globales que marca su plan 2030. En ese plazo, SAMU aspira a posicionarse como una multinacional de las emergencias y la acción social sobre las bases de la internacionalización, la transformación digital y la gestión del talento.

Sobre SAMU

SAMU es una entidad especializada en la atención sanitaria y acción social. Fue creada en 1981 como empresa de emergencias sanitarias equipada con la primera UVI móvil que hubo en España. Desde entonces, ha desarrollado un proceso de crecimiento y diversificación de su actividad que le ha llevado a ser un referente en sectores tan dispares como el traslado de pacientes críticos, los dispositivos médico-sanitarios en grandes eventos, la formación de profesionales en emergencias sanitarias, y la atención y protección de colectivos vulnerables como personas dependientes, personas sin hogar, menores, mujeres o personas con patologías de salud mental.

En las dos últimas décadas, SAMU también ha desarrollado misiones humanitarias en países como Marruecos, Indonesia, Sri Lanka, Haití, Perú, Sudán, Costa de Marfil, Sierra Leona, Nepal, Filipinas, Francia, El Salvador, Costa Rica, Honduras, República Dominicana, Ucrania y Turquía.

En 2023, la organización consolidó su área de Cooperación Internacional y Ayuda Humanitaria, que desarrolla proyectos en Burundi, Bolivia, Nicaragua o Marruecos.

La organización también se ha establecido en Estados Unidos a través de SAMU First Response, comprometida con la asistencia y el apoyo a personas solicitantes de asilo y migrantes que llegan al país.

No son menas, son niños

Mena: Menores Extranjeros No Acompañados. En su origen sólo fue un acrónimo para referirse a los niños y niñas que llegaban solos a las costas españolas, sin embargo, nunca un término hizo tanto daño a un menor. En los últimos años, muchos sectores de la sociedad han acuñado este acrónimo para referirse a estos niños de manera despectiva. Hablar de menas es una forma de categorizar, ocultando el aspecto más humano de esta condición, una forma de esconder un hecho fundamental: hablamos de niños, niñas y adolescentes que no pudiendo contar con la protección de un adulto o familiar son condenados a la invisibilidad y a la exclusión social.

Según señala Siham Khalifa, directora adjunta del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU, «los niños migrantes a los que se intenta criminalizar, muchas veces detrás del término ‘mena’, son menores con historias muy duras y expuestos al desamparo. No dejan de ser niños, niñas y adolescentes que han conseguido llegar vivos y han estado expuestos a riesgos, a exclusión y a una situación que termina con ellos en una red de acogida del sistema de protección de menores como cualquier otro niño nacional y a los que se les debería dar el mismo trato de niño, independientemente del origen. Esa es la base de la protección a la infancia».

Palma Díaz, directora del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU, también ha reflexionado sobre el mal uso del término mena en el podcast ‘No vengo a hablar de racismo’, un proyecto de la asociación Márgenes y Vínculos.

«Me consta que las diferentes administraciones y organizaciones están buscando un nuevo término para referirse a estos menores, pero da igual el acrónimo que se utilice, ya sea mena u otro, al final acabará deshumanizando al colectivo y criminalizándolo».

Palma Díaz hace también hincapié en la imagen de delincuentes que ciertos sectores venden a la sociedad de estos menores. «Hay discursos políticos que se basan en la idea de que estos menores son delincuentes y un aporte negativo a la sociedad. Esto no es así. No vamos a engañar a nadie. ¿Hay niños y niñas migrantes que pasan por el sistema de protección y que en su mayoría de edad pasan por un centro de internamiento? Claro que los hay. Al igual que hay niños y niñas nacionales que pasan por un centro de internamiento. Estos centros están llenos, y eso es porque hay niños y niñas que delinquen, pero el porcentaje de extranjeros es ínfimo».

Díaz recuerda que la política migratoria de estos menores ha cambiado radicalmente. «El perfil de menores migrantes se ha diversificado significativamente, observándose un aumento en el flujo migratorio de menores no acompañados provenientes de la región subsahariana. Son muy visibles las características que distinguen a los menores inmigrantes según su lugar de origen. Estas diferencias incluyen las razones por las que migran, como conflictos, persecución o simplemente la búsqueda de mejores oportunidades. Además, las experiencias que viven en su viaje y el contexto familiar y comunitario del que provienen también influyen en sus necesidades de protección, apoyo psicológico y educativo».

Un ejemplo de esto lo encontramos en los menores de origen marroquí. «Hace más de quince años recibíamos a menores provenientes de familias desestructuradas, que habían pasado grandes periodos viviendo en la calle, delincuentes en su propio país, con un alto consumo de tóxicos, como pegamento, y menores que habían pasado por situaciones de abusos. Estos menores llegaban a las costas españolas escondidos en los bajos de un camión o de polizón en un barco. Hoy, el perfil de los menores que llegan es totalmente distinto, estos chicos vienen de sus casas, con un viaje de alto coste económico y financiado por sus progenitores o familiares cercanos, y se percibe en su manera de comportarse, en su nivel de estudio y en la preocupación de las familias por el bienestar de estos niños».

Según Díaz, estos niños saben que para encontrar trabajo en España tienen que formarse y vienen con la idea de ayudar a su familia. «Luego ese objetivo cambia porque la realidad es que vivir en Europa es caro y, una vez aquí, se dan cuenta de que para ayudar a su familia tienen que trabajar mucho más de lo que pensaban».

Al margen de su origen migratorio, la labor de SAMU sigue siendo la misma: proteger, sanar en muchos casos, y preparar a estos y estas jóvenes para la vida en toda su complejidad.

Fundación SAMU cuenta con 16 centros para atender a menores en las islas Canarias

Canarias es destino habitual de migrantes procedentes del África subsahariana y Marruecos. Miles de migrantes llegan todos los meses a las costas canarias en embarcaciones precarias jugándose la vida. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), del 1 de enero al 15 de julio de 2024, más de 19.700 migrantes han llegado de manera irregular a Canarias utilizando esta ruta. Es un 160% más en comparación con el mismo período en 2023, cuando se registraron 7.590 migrantes. El 70% de las personas que llegan de manera irregular a España lo hacen a través de la vía canaria.

Esta situación migratoria ha experimentado cambios significativos en los últimos meses. Si bien el flujo de llegadas ha sido más constante, lo cierto es que sigue habiendo una gran necesidad de recursos y apoyo para los niños y niñas que llegan a Canarias. «Lo importante es que desde Fundación SAMU estamos preparados y seguimos mejorando nuestras capacidades para ofrecer una respuesta integral, humanitaria y eficaz», apunta Siham Khalifa, directora adjunta del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU.

«Actualmente, nos encontramos en un momento crucial, ya que la crisis migratoria ha evolucionado, y nosotros hemos adaptado nuestros recursos para poder ofrecer la mejor atención posible. En este sentido, hemos ampliado nuestros servicios y recursos, respondiendo a la creciente necesidad de apoyo a los niños, niñas y adolescentes migrantes no acompañados que llegan a las islas».

Fundación SAMU gestiona actualmente 16 recursos dirigidos a menores en Canarias con un total de 412 plazas: nueve en Gran Canaria, uno en Fuerteventura y seis en Lanzarote. Estos centros están operativos las 24 horas del día y cuentan con equipos de profesionales capacitados, incluyendo educadores sociales, psicólogos, trabajadores sociales y personal auxiliar. Estos centros permiten acoger a menores en condiciones óptimas, brindándoles no solo un techo, sino también un acompañamiento integral que abarca el apoyo psicológico, la educación y el acceso a actividades de ocio y tiempo libre. «Todos trabajamos con el mismo objetivo: garantizar el bienestar y la inclusión de los menores en nuestra sociedad», continúa Siham Khalifa.

» La capacidad de Fundación SAMU para responder rápidamente es una de nuestras fortalezas. Hemos demostrado, una y otra vez, que podemos implementar nuevos recursos, adaptándonos a las necesidades de las Islas Canarias. Esto es posible gracias a un equipo de profesionales cualificado y comprometido, que entiende la urgencia de estas situaciones y actúa con agilidad, siempre con un enfoque en la calidad del servicio. La reciente apertura con cinco recursos de atención inmediata en las islas de Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria, es un claro ejemplo de nuestra capacidad para movilizarnos rápidamente y ofrecer soluciones inmediatas a los desafíos que enfrentamos».

En lo que va de año, Fundación SAMU ha acogido a más de 400 niños, niñas y adolescentes, de los cuales 295 son menores extranjeros no acompañados. «Teniendo en cuenta que en el año 2023 la cifra de menores atendidos ascendió a 503, con total seguridad esta cifra será doblada para el ejercicio 2024. Lo más importante de las cifras es que detrás de cada una de ellas hay una historia de vida que recibe una atención personalizada, adaptada a las necesidades particulares de cada niño y niña», destaca Siham Khalifa.

«La labor de Fundación SAMU en las Islas Canarias es un compromiso constante con la infancia. Nos esforzamos por ofrecerles un futuro digno, a través de una atención integral que va más allá de la simple acogida. Nos marcamos como objetivo su desarrollo personal, su educación y su integración en la comunidad. Cada día, trabajamos para que estos niños y jóvenes puedan superar las dificultades y construir un proyecto de vida. Estamos profundamente comprometidos con esta causa y seguiremos trabajando para mejorar nuestros recursos y ampliar nuestra red, siempre con la misma dedicación y profesionalidad que nos caracteriza», destaca la directora adjunta del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU.

Pregoneros en Artenara

Un ejemplo del trabajo y el esfuerzo que se realiza para la integración de estos menores en la comunidad lo encontramos en Artenara, donde 19 niños y niñas extranjeros de 3 a 11 años que residen en el centro que Fundación SAMU gestiona en este municipio pronunciaron el pregón por las fiestas de La Cuevita 2024 el pasado 14 de agosto.

Los menores llevan pocos meses en Artenara, pero la acogida ha sido tal que, por decisión del alcalde, Jesús Díaz, se han convertido en los pregoneros de las fiestas patronales. El primer edil reconoce que, aunque ya tenía pensado otro pregonero para este año, su idea cambió al ver la gran acogida que le brindaron sus vecinos y vecinas a este grupo de chicos. “La aceptación ha sido muy buena, participan en la vida del pueblo, en las actividades, van a la piscina, a bailar”, asegura Díaz, quien ha manifestado en diversas ocasiones la alegría que le ocasiona tenerlos en su pueblo. Su mayor ilusión es que la gente de Artenara siga acogiéndolos y demostrándoles el cariño y la solidaridad que les caracteriza.

Para la preparación y puesta en escena del pregón, estos menores, que llegaron a Artenara hace tres meses, contaron con la ayuda del verseador más popular de Canarias, Yeray Rodríguez. “Cuando me propusieron esta idea no lo dudé. Sabía que sería complejo, pero eso también lo hace apasionante. Con humildad toca arrimar el hombro para gritar alto y fuerte que no tenemos otro mundo que este y que debemos salvarnos todos juntos”.

«Las niñas que llegan solas a España huyen de matrimonios forzosos, abusos, persecución o buscan una vida mejor»

Un aspecto que preocupa a las autoridades es el elevado número de niñas que viajan solas en patera. Casi 200 niñas han llegado solas a las Islas Canarias en lo que va de 2024 y se eleva a 280 el número de menores tuteladas que viven en los 13 centros que se han habilitado en el archipiélago canario para niñas procedentes en su mayoría de Senegal. Desde el pasado 10 de enero, Fundación SAMU ha acogido a más de 50 niñas cuya edad oscila entre los seis años y la preadolescencia.

«Los proyectos migratorios pueden ser familiares o individuales, pero con niñas tan pequeñas es muy difícil hablar de uno individual. Estos proyectos migratorios suelen ser familiares en los que van un menor vulnerable acompañado de un referente adulto. Es decir, las niñas pequeñas que nos llegan aparecen solas en un cayuco, pero eso no significa que hayan salido sola de su país de origen. Lo más probable es que embarcaran con algún familiar que perdió la vida en el tránsito migratorio», explica Siham Khalifa, directora adjunta del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU.

Otras muchas chicas que llegan a España en cayuco vienen huyendo de matrimonios forzosos, relaciones abusivas, persecución o simplemente buscan una vida mejor.

«Una vez que llegan al recurso de SAMU, hay que prevenir cualquier tipo de abuso y proteger la salud física y mental, la educación, el desarrollo y la integración social de estas niñas. Es importante la protección y la seguridad porque son niñas que vienen de un tránsito migratorio muy traumático. Lo primero que necesitan es sentirse seguras y protegidas», señala Siham Khalifa, que es optimista sobre el futuro de las niñas migrantes y cree que, con el trabajo que se realiza en SAMU, las niñas serán capaces de recuperarse del trauma de perder a un familiar en este viaje tan complicado. «Este es un trabajo diario y constante. Muchas veces no da tiempo de hacer todo lo que nos gustaría porque cuando las chicas cumplen la mayoría de edad cesa la tutela administrativa y deben abandonar el centro, pero si hacemos un buen trabajo conseguiremos reparar el daño emocional».

El Gobierno de España prevé que la crisis migratoria que vive actualmente el archipiélago canario se agrave y estima que en todo 2024 podrían llegar a las costas canarias de manera irregular un total de 90.000 personas.

SAMS desarrolla su segundo plan de implantación

Tres años después de la primera implantación de SAMS (SAMU Advanced Management System), SAMU ha iniciado el segundo plan de implantación del programa en sus centros y servicios. SAMS es el sistema de gestión integral de SAMU y sirve para digitalizar y sistematizar todas las intervenciones de la entidad. Esta segunda fase de implementación, que se prolongará hasta diciembre de 2024, tiene como objetivo incorporar de forma organizada los nuevos centros a SAMS y afianzar el uso del sistema en aquellos centros en los que ya está implantado, aumentando el uso de funciones del mismo.

Este II Plan de Implantación de SAMS está liderado por la dirección de Innovación e Implantación Digital, bajo la dirección de Almudena Chávez, con el apoyo de SAMU Tech, bajo el liderazgo de Teresa Gómez.

El plan de implantación incluye cuatro actividades principales: formación, visitas, mentoría y difusión. La formación se está llevando a cabo a través de webinars de una hora de duración con grupos de centros y servicios. Están mentorizados por un Mentor SAMS, cuyas principales funciones son reportar mensualmente la consecución de los retos propuestos por parte de los centros, transmitir las dificultades encontradas y hacer propuestas de mejora en el sistema.

Los mentores SAMS están haciendo una labor excepcional de apoyo a la implantación de SAMS, según subraya Almudena Chávez. Disponen de un cuadro de seis retos para llevar a cabo en seis meses.

Las visitas a centros o servicios tienen el objeto de reforzar el apoyo de la dirección en las unidades operativas de la entidad y ver in situ las problemáticas que le impiden afianzar SAMS en su gestión diaria.

SAMS, durante su historia, ha superado obstáculos como el reto que supuso el apagón analógico en centros en los que el papel era el elemento principal para guardar información o la adaptación necesaria a este sistema en centros de trabajo en los que funcionaban otra aplicaciones desde hacía muchos años.

Otro de los grandes obstáculos de la implantación de SAMS fue el desfase del sistema con las necesidades actuales de la entidad. Los dos años de desarrollo supusieron una descompensación adaptativa del sistema a la realidad de la entidad y hay funciones en la gestión de centros que quedaron sin cubrir o que resultaron deficientes.

Este proceso de desarrollo y superación de obstáculos ha ido fortaleciendo a SAMS. Ahora, este segundo plan de implantación está en pleno desarrollo gracias al impulso de la subvención de fondos europeos recibida por Fundación SAMU en 2023 para desarrollar su proceso de transformación digital, proyecto al que se ha denominado SAMU Orión.

SAMS genera tres beneficios claros a sus usuarios: centraliza la mayor parte de sus gestiones en una sola plataforma digital; genera un histórico de registros, que permite un análisis y recordatorio de las intervenciones llevadas a cabo; permite una coordinación actualizada de intervenciones entre compañeros de un equipo de trabajo; y, por último, unifica un «lenguaje digital SAMU» para la gestión de centros. «El uso de un solo sistema de gestión unifica el lenguaje de registros, e incluso moldea el modo de hacer», tal y como explica Almudena Chávez.

«Pero, lo que es más importante, y objeto final de todo esta gestión del cambio, es mejorar la atención a las personas usuarias de la entidad. Ya sabemos que la gestión de datos se ha convertido en la protagonista de esta era de la digitalización por el impulso que ejerce allá donde se instala. Un buen uso de herramientas tecnológicas reduce limitaciones analógicas como son almacenamiento de grandes cantidades de datos en un espacio reducido; la protección de grandes cantidades de datos sensibles en un espacio concreto; el filtrado de los datos para obtener una información específica; el análisis diacrónico (o la evolución en el tiempo) y el sincrónico de las intervenciones; la prevención de situaciones no deseadas, o la atención coordinada y estable», relata la directora de Innovación e Implantación Digital.

SAMS estará unido a SAMU en los próximos años y pretende adaptarse a las necesidades del mercado para comercializarse fuera de la propia organización. «De alguna forma SAMS ha materializado el germen innovador de la transformación que está viviendo actualmente la entidad», apunta Chávez. SAMU Tech, por su parte, se incorpora en esta segunda etapa de impulso del sistema para darle a SAMS «rol» de producto de mercado.
En los próximos meses, no obstante, la prioridad es seguir extendiendo su uso y dominio por parte de los usuarios y adaptar SAMS a nuevas necesidades de los centros y a las líneas de negocio incorporadas de forma reciente a la entidad.

La labor terapéutica de la perrita Musa en SAMU Wellness

Sin vestir bata blanca y a veces solo con la magia de su presencia, Musa realiza una labor terapéutica fundamental en la clínica de salud mental SAMU Wellness. Desde su llegada al centro hace siete años, esta perrita se convirtió en mucho más que una mascota para trabajadores y, sobre todo, para los usuarios. Es habitual verla trotar libremente por las estancias y el jardín, con su pelaje dorado, lomo negro y pecho blanco, y sus ojos tiernos coronados por grandes orejas que alza cuando escucha su nombre, algo que ocurre con mucha frecuencia. «¡Aquí es indispensable!», observa la psicóloga Raquel García.

Musa apareció hace siete años en el recinto de la clínica situada en Montequinto (Dos Hermanas, Sevilla) como una perra callejera, y fue acogida por el equipo. Al principio no parecía sentirse cómoda cerca de las personas. «Prefería estar sola». Pero, poco a poco, fue acercándose a los humanos que habitan el centro. Además, su carácter noble y templado hizo que se ganara la confianza y el cariño de todos. «Siempre decimos que nos ayudamos en ambos sentidos, que ella ayuda a nuestros usuarios al igual que a ella también le ayudó estar aquí», explica Raquel García.

En SAMU Wellness hay pacientes con patologías graves: esquizofrenia, trastornos alimenticios, intentos autolíticos, depresión, ansiedad, bipolaridad… En el centro encuentran un lugar de bienestar en el que sus necesidades son atendidas de forma integral.

En este contexto, la aportación de Musa es importante para la evolución de muchos de ellos, tal y como subrayan desde el centro. Lo hace de tres formas. En primer lugar, Musa les da «bienestar y calma» y contribuye a reducir el estrés. «Es una figura empática», apunta Raquel García. «Además, el propio gesto de acariciar un animal genera bienestar», añade. En segundo lugar, la perra también es un nexo con la rutina, la responsabilidad y las obligaciones. Los usuarios se reparten las tareas que implica el cuidado del animal: ponerle la correa, sacarla a pasear, estar pendiente de su bienestar… Y, por último, Musa acompaña a muchos usuarios que sienten una gran soledad. «Podemos decir que, a cada persona, Musa puede aportarle algo diferente, por eso su papel es importante, ayuda a crear un ambiente positivo de apoyo en el centro», relata la psicóloga.

De la ayuda que Musa puede llegar a prestar a los usuarios del centro da cuenta María Aragón, una paciente que ingresó en el centro hace más de cinco años debido a un trastorno límite de la personalidad y que encontró en la perra una gran aliada hacia su recuperación.

María contó su historia en el programa Patas Arriba, de Canal Sur Televisión, que se interesó por la historia de Musa y le dedicó un extenso reportaje que ha tenido una repercusión muy notable, tal y como explican desde SAMU Wellness.

«Ella me ha dado la vida»

«Es muy especial para mí. Ella me ha dado vida. Lo que un animal puede dar, y mucho más. El vacío tan grande que yo sentía cuando estaba sola se acababa con su llegada. Ella venía y me daba un lametazo o un cariño con su hocico y me hacía sentirme muy bien. Así empezó mi conexión con Musa», recordó María Aragón en este reportaje.

«Musa ha hecho una labor terapéutica conmigo, no tengo ninguna duda. No te puedes imaginar cómo estaba, en un agujero… No quería salir, no quería hacer nada. Ella me lleva. Ella sabe cuándo estás mal, es como si lo oliera, es como magia. Ahora no me siento sola. Siento que tengo una responsabilidad. Y, cada vez que la veo, siento alegría. Me ha cambiado la vida totalmente».

Ahora María ha salido del centro pero sigue encargándose de la perrita, sacándola a pasear. Asegura que desea que el bien que Musa le ha hecho a ella pueda hacérselo también a otras personas.

 

Francisco López Aguado: «Las empresas se han dado cuenta que las personas con discapacidad tienen talento»

Francisco López Aguado (Granada, 1972) es desde 2007 director regional del programa de Fundación ONCE Inserta Empleo en Andalucía, Ceuta y Melilla, que está dirigido a empresas que apuestan por el desarrollo de proyectos que potencien el empleo de las personas con discapacidad en sus plantillas.

 

—Tengo entendido que estudió Derecho y que lleva más de dos décadas dedicado a la inserción laboral de las personas con discapacidad. ¿Cómo decidió dedicar su vida profesional a este ámbito?
—Acabé Derecho en 1997 y, después, hice el CAP (Curso de Adaptación Pedagógica). De ahí me apunté a los cursos de la Junta de Andalucía como docente. Luego, me ofrecieron una oferta de Fundosa para el BBVA. No me seleccionaron, pero ya se quedaron con mi perfil en Fundosa, que más tarde se convirtió en Inserta Empleo, y me llamaron para un curso de Técnico de Inserción Laboral en Sevilla. Al final me enganché con este curso y dejé la perspectiva jurídica. Así llevo casi 25 años: primero como técnico, luego como coordinador y, desde 2007, como director regional.

—¿Cuál es el objetivo de Inserta Empleo?
—Nuestro principal objetivo es la inclusión laboral de las personas con discapacidad. Para ello, contamos con numerosos programas y servicios que van desde la orientación profesional a la mejora de competencias y habilidades de las personas, la mejora de la empleabilidad a través de formación para el empleo y, sobre todo, la intermediación laboral. Hacemos una gestión importante con todo el tejido empresarial, buscamos oportunidades de empleo y enviamos candidatos. Es en esa selección de candidatos donde está nuestro factor diferenciador. Las empresas contactan con nosotros y nos dicen qué puesto quieren cubrir y qué perfil profesional necesitan, y nosotros seleccionamos y les enviamos una persona que no sólo cumple con el perfil profesional que requiere la empresa, sino que también cumple con las capacidades, competencias y habilidades necesarias para cubrir ese puesto. Es decir, su discapacidad no influye ni afecta a la hora de hacer las funciones en el puesto de trabajo.

—¿Cómo ha evolucionado en estas dos décadas la percepción que los empresarios tienen de las personas con discapacidad?
—Afortunadamente la percepción que se tenía de las personas con discapacidad ha mejorado con los años. La responsabilidad social es algo que ha ido calando en la estrategia empresarial de las compañías y se ha puesto de relieve que las personas compran un producto o adquieren un servicio no sólo por el precio, sino por lo que hay detrás. Y, muchas veces, eso que hay detrás es una responsabilidad social. Con los años, en las empresas ha ido calando la necesidad de incorporar en sus plantillas a personas de diferentes circunstancias y situaciones, entre ellas las personas con discapacidad. Además, las empresas se han dado cuenta de que las personas con discapacidad tienen talento, conocimientos, competencias y habilidades. Y aunque las empresas han tardado bastante en darse cuenta de esto, ahora no sólo se contrata a personas con discapacidad para cumplir con una ley, sino porque las personas son productivas y tienen una rentabilidad económica y social que refuerza su imagen de marca.

—¿Cuáles son las principales dificultades a la que se enfrenta una persona con discapacidad en una entrevista de trabajo?
—Lograr que la empresa o la personas encargada de seleccionar al mejor candidato deje a un lado la discapacidad de la persona que tiene delante, que es lo primero que se ve. Eso condiciona mucho una entrevista de trabajo. Tenemos que dejar a un lado la discapacidad de la persona y centrarnos en sus capacidades, habilidades, competencias y en su perfil profesional, que es realmente lo importante a la hora de cubrir un puesto de trabajo.

—¿Qué otras excusas o reticencias os encontráis entre los empresarios?
—Existe mucha reticencia o miedo a cómo será la acogida por parte de la plantilla o cómo le tienen que explicar a los demás trabajadores que se va a incorporar una persona con discapacidad. A todos nos cuesta entrar en un equipo de trabajo, tengamos una discapacidad o no. A todos nos cuesta conocer a nuevos compañeros, encajar en un nuevo ambiente, aprender cómo funciona una empresa. Sin embargo, muchas veces, hay muchas reticencias, muchos obstáculos y objeciones a la hora de contratar a alguien por el simple hecho de tener una discapacidad. Y con la discapacidad no se trabaja ni se produce. Se produce con las capacidades, habilidades y competencias que las personas demuestran día a día en su trabajo. Por otro lado, hay empresas que piensan que tienen que hacer grandes modificaciones para que una persona con un alto porcentaje de discapacidad física o movilidad reducida pueda trabajar allí. Es cierto que sí son necesarias determinadas adaptaciones del espacio, pero al final no son tantas.

—¿Esa reticencia de la que habla aumenta según el tipo de discapacidad que se padece?
—Sí, hay personas que por su tipo de discapacidad lo tienen mucho más difícil para su incorporación en el mercado laboral. Es el caso de las personas con discapacidad intelectual o psicosocial. Desgraciadamente, hay una creencia de que las personas con discapacidad intelectual no pueden hacer cognitivamente una serie de tareas y aprenderlas. Para ayudarlas, en Inserta Emplea contamos con un servicio de apoyo. Tenemos personal que acompañan a estas personas en los primeros meses de su incorporación laboral para que se puedan adaptar, aprender y realizar sin ningún problema las funciones y tareas asignadas. Tenemos a muchas personas con discapacidad intelectual que buscan empleo pero a las empresas les cuesta mucho ver el puesto y las tareas que pueden desempeñar estas personas.

—Ha mencionado antes también la discapacidad psicosocial.
—El principal hándicap que tienen las personas con una discapacidad psicosocial a la hora de encontrar un trabajo es el estigma y el temor a que éstas sufran una descompensación o crisis. Estas personas pueden desarrollar una tarea al igual que cualquier otra. Es cierto que existe el riesgo de que pueda sufrir una descompensación, pero como cualquier otra persona que tenga un tratamiento médico.

—Y tras la incorporación de estas personas, ¿se muestran satisfechas las empresas?
—Sí, y mucho. Se muestran muy sorprendidas. Por lo general, cuando una persona con discapacidad quiere trabajar y busca activamente un empleo, cuando lo encuentra sabe lo difícil que ha sido conseguirlo y, por tanto, pone mucho empeño para mantenerlo y en demostrar que lo puede hacer. Esa actitud es muy importante para las empresas, que, muchas veces, se sorprenden por la dedicación de las personas con discapacidad.

—¿Cuál es el perfil de las personas que llaman a la puerta de Inserta Empleo?
—Destacan las personas de entre 45 y 55 años con una trayectoria profesional previa, que su discapacidad es sobrevenida y que está en búsqueda activa de empleo para reincorporarse al mercado laboral. En cuanto al género, los porcentajes son similares, aunque hay más hombres. La gran mayoría tienen una discapacidad física, pero trabajamos con todo tipo de discapacidades y perfiles.

—La educación y la formación son factores claves a la hora de encontrar un empleo.
—Efectivamente, por ello tenemos contacto tanto con la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía como con las diferentes universidades de la región. Durante muchas décadas, las personas con discapacidad se quedaban con el graduado escolar y con eso ya la sociedad se daba por satisfecha. Hoy, las estadísticas nos dicen que un gran porcentaje de las personas con discapacidad se quedan en los estudios de Primaria, pocas pasan a Secundaria y menos aún acceden a la Universidad. Y si los comparamos con la población sin discapacidad, los porcentajes son mínimos. Por eso es importante que se tengan en cuenta las necesidades de las personas con discapacidad, que reciban apoyo y orientación desde la educación básica y que tanto la comunidad educativa como la propia persona crea que tiene capacidades suficientes para superar los estudios primarios, secundarios y los universitarios. Tenemos muchas ofertas de empleo de grandes empresas que requieren graduados con diferentes titulaciones y no podemos cubrirlas porque las personas con discapacidad no acceden a los estudios universitarios como nos gustaría.

—Supongo que el papel de las familias también es clave.
—El entorno hace mucho, por eso en nuestro programa de empleo juvenil del Fondo Social Europeo también trabajamos con las familias. A la hora de encontrar trabajo influye mucho la familia y las expectativas que ésta tenga. Muchas familias piensan que su hijo o hija no tiene posibilidades y se conforman con que aporte a la economía familiar una pensión de 500 euros. No se dan cuentan de que con esa actitud están cortando su desarrollo profesional y personal. Todos tenemos en nuestra mente la idea de encontrar un trabajo, independizarnos y casarnos. Tenemos que trabajar mucho con las familias para decirles que tienen que cambiar de mentalidad y avanzar, sobre todo porque llegará un momento en el que el apoyo familiar falte y las personas con discapacidad tienen que sobrevivir por sí mismas.

—En su opinión, ¿cuál debería ser el papel de Fundación SAMU y otras entidades que trabajan con personas con discapacidad?
—Creo que el papel de SAMU es muy importante y puede actuar como altavoz, pues la organización trabaja de manera diaria con personas con discapacidad, prestándoles servicios y ayudándolas. Al final, a Fundación ONCE se la relaciona con la venta de cupones, pero la gran mayoría desconoce todo lo que hay detrás de formación, empleo, accesibilidad. Entidades como SAMU, quizás en un simple trayecto en ambulancia en los que escucharéis infinidad de historias, puede dar a conocer a través del boca a boca los diferentes servicios, recursos y oportunidades que están a disposición de estas personas.

—Hace más de un año, Fundación ONCE y Fundación SAMU firmaron un convenio de colaboración para fomentar la inserción laboral de las personas con discapacidad. ¿Existe voluntad de seguir colaborando?
—Sí, la voluntad existe y está clara. SAMU trabaja con personas con discapacidad y, además, tiene en su plantilla a muchas personas con discapacidad. Es cierto que a veces la entidad requiere unos perfiles profesionales que no tenemos por lo que hablábamos antes de esa falta de titulación para determinadas tareas. Pero estamos trabajando mucho en ello. Creo que podemos hacer muchas acciones junto a Ilunion. Hay mucha sinergia y juntos podemos lograr grandes cosas.

Familias colaboradoras: el calor de un hogar

El 24 de febrero de 2022, tropas rusas cruzaron la frontera con Ucrania en varios puntos e invadieron el país vecino tras meses de tensiones y acumulación de fuerzas militares. Esta invasión, que dura ya dos años y medio, continúa en varios puntos del país, al igual que los bombardeos sobre las ciudades ucranianas, prolongando la incertidumbre y el exilio de millones de desplazados.

Al inicio del conflicto le siguió una ola de solidaridad en diferentes países, entre ellos España, y se desarrollaron numerosas iniciativas de voluntarios centradas en ayudar a la población ucraniana desplazada.

En España, numerosas familias colaboraron a través de donaciones económicas o de materiales, como alimentos, mantas y ropa, y otras muchas abrieron las puertas de sus casas para cobijar bajo su techo a quien lo necesitara. Este fue el caso de la sevillana Nuria Carmona y su familia, que, en su empeño por ayudar, acogieron en su hogar a dos hermanas que entonces tenían 13 y 8 años.

La economista y psicóloga infantil Nuria Carmona y su familia, formada por su marido Luis Moreno, y sus dos hijos, tenían claro cuando comenzó la invasión rusa a Ucrania que ellos querían ayudar de manera activa, no sólo con donaciones, sino que querían dar un paso más. Por esta razón, se pusieron en contacto con varios organizaciones y asociaciones hasta que una de ellas les propuso participar en la reunificación familiar de dos hermanas menores de edad, una de las cuales estaba en ese momento viviendo en Málaga y la otra, en Cádiz.

“Las niñas llegaron a nuestra casa en junio de 2022 y estuvieron viviendo con nosotros hasta octubre de ese mismo año. Tanto mi marido como yo las acogimos como si fueran nuestras hijas y en casa se forjó un vínculo muy especial con ellas. Las escolarizamos en el colegio de nuestros hijos, las llevamos al dentista, les compramos ropa. Eran unas hijas más nuestras. De hecho, ellas nos llaman papá y mamá”, explica Nuria Carmona.

“Decidimos dar el paso porque mi propósito de vida es ayudar a los niños. Para mi era brutal pensar que un niño, por culpa de una guerra, se hubiera visto obligado a separarse de sus padres y marcharse a otro país. Donar ropa o dinero, a mí, se me quedaba corto, por eso decidimos acoger a un niño”.

Las dos niñas que Carmona acogió no sólo tuvieron que abandonar su casa y a sus padres, que se quedaron en Ucrania. También fueron separadas de sus otros dos hermanos, que fueron trasladados a la Comunidad Valenciana. Además, cada una de ellas fue a una provincia andaluza distinta.

Carmona es economista, pero después decidió estudiar Psicología y especializarse en los niños, pues percibió “que había mucha necesidad en la infancia tanto en la educación en las escuelas como a nivel de apoyo emocional y gestión de las emociones, algo que no nos enseñan en ningún sitio”. “Pasando yo mi propia crisis, me di cuenta de estas necesidades y de lo importante que es que desde pequeños recibamos esta ayuda”, continúa Carmona, que, además de ser mentora de liderazgo, creó hace 20 años el Centro de Psicología y Arteterapia Canuca, el cuál dirige y en el que atiende a personas que necesitan un apoyo psicológico para gestionar su mundo emocional.

Durante el verano de 2022, las dos niñas ucranianas se integraron tanto en la familia Moreno Carmona como en el barrio en el que viven, pero, con el tiempo, la sevillana empezó a percibir en las menores, especialmente en la mayor, una serie de comportamientos y “cosas raras”. “Conseguí que se abrieran y hablaran conmigo hasta que identifiqué una situación de desamparo muy grave en su familia de origen”, señala Carmona. “Con la única intención de ayudarlas, me puse en contacto con los servicios sociales de mi municipio y denuncié dicha situación. Las niñas entraron rápidamente en el Sistema de Protección de Menores de la Junta de Andalucía y de un día para otro tuvieron que abandonar nuestra casa y marchase a un centro de acogida. Fue un golpe muy duro. Nosotros sólo queríamos ayudarlas, sobre todo si algún día debían regresar a su país de origen. En ningún momento pensamos que nos las quitarían, que ya no vivirían con nosotros. Fue todo tan rápido, que no pude explicarles bien qué estaba pasando y cuál era la situación, por lo que ellas se sintieron abandonadas, y nosotros, desde entonces, no paramos de luchar para poder verlas de nuevo”.

Fue así como la familia de Carmona pasó de ser una familia de acogida a colaboradora. “La Junta de Andalucía trasladó a las niñas a un centro de menores gestionado por Fundación SAMU, pero eso lo supimos después. Al no tener ningún vínculo familiar con ellas, no podíamos contactar con las niñas, no éramos nadie”, cuenta la mujer. “Estuvimos nueve meses luchando para poder, al menos, hablar con ellas por teléfono hasta que la Asociación Paz y Bien nos habló de la figura de las familias colaboradoras y que todo el mundo podía hacerlo”.

El espacio más idóneo para que se desarrolle la vida de las niñas, niños y adolescentes es en el seno de una familia, por ese motivo, desde los Servicios de Protección de Menores se da prioridad a las medidas que suponen la integración familiar de los menores, frente a la convivencia en un centro de protección.

Estas medidas de integración familiar pueden ir desde el retorno del menor a su núcleo familiar de origen, a proporcionarles algún recurso alternativo como puede ser el acogimiento con otros miembros de su familia o con una familia ajena, o incluso la guarda con fines de adopción.
No obstante, hay muchos menores que por diversos motivos viven en centros de protección, ya sea de forma temporal o más estable en el tiempo, que también pueden beneficiarse de la convivencia con una persona o familia participante en el programa de familias colaboradoras con los centros de protección.

Estas familias o personas colaboradoras se comprometen a compartir periodos de tiempo determinados (generalmente no lectivos como fines de semana, festivos, vacaciones) con una niña, niño o adolescente que reside en un centro de protección de menores. Dicha convivencia puede ser en el domicilio familiar o en el lugar donde transcurran las vacaciones de la familia.

En el caso de las dos niñas ucranianas de esta historia, ambas pasan los fines de semana y las vacaciones escolares con Nuria Carmona y su familia. “Ellas nos dicen que son muy felices aquí y que no quieren volver a su país, sólo desean saber que su madre y su abuela, que aún viven en Ucrania están bien y hablan con ellas por teléfono con frecuencia”.

“Fundación SAMU realiza una maravillosa labor de acogida y apoyo psicológico, de educación en valores, el establecimiento de rutinas y le enseñan mucha autonomía, algo muy importante teniendo en cuenta que a los 18 años deben abandonar el centro. Pero estos menores, muchos de los cuales han sido alejados de su ambiente familiar para protegerlos de situaciones de negligencia, abandono o violencia por parte de sus padres o cuidadores, necesitan establecer vínculos emocionales sanos, ampliar su red de apoyo social y un sitio en el que de verdad le puedan ofrecer un ambiente familiar, de hogar”, añade Carmona.

“Todo el mundo puede ser familia colaboradora. Hay muchos niños que lo necesitan porque aunque estén bien atendidos en un centro de acogida, hay que tener en cuenta que están con educadores, no en un ambiente familiar. Y es muy sencillo pasar un fin de semana con uno de estos niños, al igual que a veces llevas a tu casa a un amigo de tu hijo a pasar el día”.

Nuria Carmona también destaca los beneficios que tiene ser familia colaboradora para sus propios hijos: “A mi hijo, que va a cumplir 13 años, le ha cambiado mucho la mentalidad y se ha dado cuenta de la suerte que tiene. Es una forma de educar a nuestros hijos en valores. Para nosotros está siendo una gran experiencia”.

Según datos de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, actualmente, hay casi 6,5 millones de refugiados de Ucrania que han buscado protección en todo el mundo, mientras que alrededor de 3,7 millones de personas siguen desplazadas forzosamente dentro del país.

España es uno de los países receptores, y desde que el 9 de marzo de 2022 se activara el mecanismo de protección extraordinario que otorga de manera inmediata permiso de residencia y de trabajo a los desplazados por la invasión rusa, nuestro país ha concedido protección temporal a más de 200.000 ciudadanos ucranianos. Según datos del Ministerio del Interior, el 31,3% de estas personas tienen menos de 18 años.

Todas las miradas vuelven a Ceuta

Ceuta se enfrenta a una nueva emergencia humanitaria debido al aumento de la llegada de menores migrantes no acompañados procedentes de Marruecos. La ciudad autónoma comenzó a recibir a principios de agosto un goteo constante de entradas de menores migrantes, que se ha ido intensificado hasta el punto de que el 15 de agosto el Ejecutivo local lanzó una llamada de auxilio a Gobierno y comunidades autónomas para que se articulen mecanismos que permitan trasladar a estos adolescentes a otros puntos de la Península.

El frente de Marruecos es Ceuta. Con casi 20 kilómetros cuadrados de extensión y 83.000 habitantes, la frontera sur de Europa ha registrado un incremento de un 175% de entradas por vía terrestre (que incluyen los que llegan a nado) con respecto al año pasado, y suman ya más de 1.600 personas en lo que va de año, según datos del Ministerio del Interior. En las primeras dos semanas de agosto llegaron 251 migrantes, un 15% del total de 2024 hasta la fecha.

Fundación SAMU puso en marcha en febrero la Operación Ceuta 2024 con el objetivo de reactivar infraestructuras de acogida y reforzar el dispositivo de atención a menores existentes en la ciudad autónoma. Este verano, especialmente en agosto, la actividad se ha intensificado ante el incremento de la llegada de menores extranjeros no acompañados.

«Ceuta, con su singular enclave geográfico entre África y Europa, se encuentra en el epicentro de un flujo migratorio constante que refleja las tensiones y esperanzas de quienes buscan una vida mejor al otro lado del Mediterráneo. La proximidad a Marruecos y las circunstancias socioculturales de la región han fomentado un mestizaje progresivo y un tránsito transfronterizo estable, que, sin embargo, enfrenta desafíos complejos debido a las presiones demográficas y socioeconómicas», comenta Carlos Álvarez Leiva, fundador de SAMU.

«Es evidente que las dinámicas demográficas juegan un papel crucial en la migración. Ningún poder puede detener los flujos migratorios cuando estos responden a desigualdades profundas y desequilibrios vitales. En Ceuta, llevamos años gestionando la llegada de menores no acompañados, que llegan en oleadas marcadas por las coyunturas de una frontera problemática y una proximidad geográfica».

Actualmente, Fundación SAMU tiene activos en Ceuta tres centros dirigidos a menores: dos de acogida inmediata y un centro de inserción sociolaboral. Se trata del centro Nueva Esperanza, el centro Aljarafe y el ISL Triana. En total, los tres recursos suman 156 plazas.

Estos centros garantizan una acogida digna y una atención integral en condiciones de seguridad. Se garantiza, de esta manera, una atención específica de los menores según el tiempo de permanencia en el país de acogida y el diseño de un itinerario de inclusión social que permita una transición a la vida independiente en condiciones de igualdad.

Todos los centros trabajan en coordinación y colaboración con otras instituciones y organizaciones, tanto gubernamentales como no gubernamentales, para asegurar una atención integral y efectiva.

Álvarez Leiva advierte que este verano la ciudad autónoma se ha enfrentado a una «avalancha de intensidad media, con la llegada de hasta 100 menores por semana», lo que ha sobrepasado la capacidad de acogida local que sostiene la estructura de la ciudad y un reducido grupo de instituciones, entre ellas Fundación SAMU.

«Gestionar un centro de menores es una tarea apasionante, y solo puede concebirse de esta manera si se entiende la trascendentalidad del resultado esperado. Se trata de transformar una materia prima en elementos cruciales que son altamente demandados en una sociedad envejecida y con crecientes niveles de dependencia en todos los servicios. Estamos ayudando a construir el futuro de nuestra sociedad a través de estos menores», continúa el fundador de SAMU. «Esta visión no es romántica, es una realidad pragmática. Mi objetivo es transmitir esta realidad a mi entorno, donde hemos atendido a más de 3.000 menores. Hemos pasado de un modelo que veía al menor como destructor a uno que lo considera menor trascendental, aquel que la sociedad, tanto en España como en Europa, necesita de manera urgente para garantizar nuestra sostenibilidad. Es una oportunidad mutua».

Álvarez Leiva hace hincapié en el valioso papel de los menores más veteranos de los centros a la hora de acoger, orientar y acompañar a los jóvenes recién llegados. «Cuando decimos que los menores forman parte de la organización, lo hacemos en términos sencillos. En SAMU, la estructura se expresa a través de líderes que ejecutan funciones específicas. Estos líderes, o jefes deben ser visibles y activos para ser efectivos. Identificamos talentos y los reforzamos, formando equipos básicos como los jefes de habitación, quienes controlan el orden, la limpieza y evitan actividades de riesgo. Luego están los jefes de día, que supervisan a los jefes de habitación. Estos roles son sencillos, rotativos y se identifican con un chaleco de color. También formamos equipos para funciones de mantenimiento, jardinería y carpintería, alineando y desarrollando las competencias individuales. Todo ello reforzado por nuestros profesionales previamente comprometidos en una tarea de todos: ejemplo, disciplina y trabajo. En SAMU, la organización, la disciplina y el trabajo son parte de nuestro ADN».

Para la acogida de los menores recién llegados, Fundación SAMU cuenta con «hermanos mayores», los antiguos acogidos que, tras haber pasado por sus propias dificultades, están especialmente capacitados para absorber la ansiedad de los nuevos y guiarlos en su adaptación a la nueva vida. Según Álvarez Leiva, «todo esto hace que el proceso sea más humano y cercano, pues no debemos olvidar que detrás de cada menor hay un trauma familiar, un desarraigo y una incertidumbre vital que a veces se traduce en conductas desadaptadas».

Carlos Álvarez Leiva: «A las personas migrantes se les debe garantizar seguridad, abrigo, alimentación y salud»

Carlos Álvarez Leiva, presidente de honor y fundador de SAMU, reflexiona sobre la importancia de que la sociedad tenga claro qué es una crisis y cómo debe gestionarse para entender lo que sucede en Ceuta.

«Lo que vivimos en Ceuta no es un suceso, es una crisis. Son dos conceptos diferentes ¿Y qué es una crisis? Una crisis es un concepto dinámico, cambiante, en el que hay tensiones, órdenes, contraórdenes, ausencias, malos modos, comunicados y artículos de prensa interesados, oportunistas que ganan dinero, desenfados y enfados de la Administración con las entidades que ejecutan, pérdida de confianza de unos con otros. Todo eso es una crisis. Una crisis no es un momento político que va pasando. Es un magma, y quien no sepa navegar en una alta mar enardecida no es un gestor de crisis», puntualiza.

El fundador de SAMU considera que es clave tener claro este concepto para entender el contexto de Ceuta. «Si no tenemos claro qué es una crisis, podemos perdernos de la realidad. ¿Y cuál es la realidad? Pues que decenas de personas llegan cada día a Ceuta jugándose la vida y con una mochila llena de incertidumbres y de miedo y sin saber qué les va a pasar. Estas personas tienen que ser atendidas, pero no pueden ser acogidas en hoteles de cuatro estrellas, pues estamos en medio de una crisis. Por supuesto que deben ser atendidas con dignidad pero no podemos pedir ningún milagro. Y esto no sólo pasa en España, sino también en Estados Unidos, Italia, Inglaterra y en cualquier parte del mundo».

Para Carlos Álvarez Leiva, a las personas que llegan de manera irregular a las costas españolas se les debe garantizar «seguridad, abrigo, alimentación y salubridad», y «a partir de ahí, haremos un gran esfuerzo para reforzar logísticamente su atención».

A pesar de todas las dificultades y el gran esfuerzo que este trabajo conlleva, Álvarez Leiva tiene las ideas claras: «Ceuta es y será un reto apasionante en el que podamos influir para hacer un mundo mejor».