SAMU se expande por todos los territorios del país y quiere que Madrid sea piedra angular de este proceso. Por eso, la capital del Estado aloja ya una sede institucional de SAMU, inaugurada a finales de 2019. “La idea es tener un puesto de mando en Madrid para coordinarnos con las otras zonas”, explican desde SAMU. Alberto San Juan se encuentra actualmente al frente de la delegación SAMU Madrid, que engloba a toda la comunidad madrileña.
Los primeros recursos que SAMU puso en marcha en Madrid estaban dirigidos a menores extranjeros. Ahora SAMU gestiona tres viviendas compartidas en la Comunidad de Madrid donde viven menores extranjeros no acompañados (menas). Estas viviendas se encuentran en los municipios de Colmenar Viejo, Rivas y Madrid, y tienen capacidad para 40 chicos de entre 12 y 17 años.
Las tres fases en un piso de menores
Juan Carlos Rodríguez, director de este proyecto, explica que se trata de chicos que han seguido una ruta migratoria “compleja”. Chavales que llegan a la capital después de haber pasado por dificultades de adaptación en su primer destino en España. Después de pasar de uno a seis meses en un centro de primera acogida, la Comunidad de Madrid los deriva a SAMU, siempre teniendo en cuenta sus necesidades y el comportamiento que han mostrado en esas primeras semanas.
Para lograr su plena adaptación, en los pisos de SAMU trabajan en tres fases: la primera consiste en reforzar el idioma y las habilidades sociales y emocionales. “El idioma es un factor importante de exclusión social y de conflicto frente a sus iguales o al personal educativo. También es necesario para la adaptación a su entorno”, explica Rodríguez.
Mientras aprenden las nociones básicas, también es necesario trabajar estrategias de control emocional que minimicen los efectos de su entorno, que en muchas ocasiones puede inducirlos al consumo de sustancias estupefacientes o a la comisión de pequeños delitos. Es una fase que suele durar uno o dos meses, y que se supera una vez que los educadores constatan el cumplimiento de una serie de indicadores.
Llega entonces el momento de una segunda fase de “convivencia o intervención”, en la que se les busca un recurso formativo acorde a sus expectativas o capacidades. “Algunos se incorporan al instituto, pero la mayoría quieren preparación laboral, una formación profesional o talleres prelaborales”, explica Juan Carlos Rodríguez. Es una fase muy provechosa, en la que se adaptan a una vida similar a la de cualquier adolescente español: mañana o tarde para su formación, y el resto del día para el refuerzo escolar y lo que Rodríguez llama el “área comunitaria”: habilidades sociales y emocionales, responsabilidad comunitaria en el piso y deporte.
La tercera y última fase es la preparación de su salida. Al cumplir los 18 años, los chicos deberán abandonar los pisos. Habrán cumplido entonces su preparación y deben estar listos para una vida adulta plena. SAMU les da todas las herramientas para que lo consigan: “Se trabaja su preparación para una vida independiente: que el chico aprenda a gestionarse su vida, su formación, su ámbito laboral, su salud…”.
Lógicamente, este proceso genérico se adapta a una intervención individual liderada por el tutor de cada chico. Esto permite que desde la primera fase haya menores que avanzan más rápido en el desarrollo de su autonomía, porque dan muestras de madurez. Para individualizar cada intervención, el tutor se sienta una vez por semana con cada uno de los chicos y trabaja con ellos sus objetivos personales. Todo queda reflejado en una especie de cuaderno de bitácora que recoge la evolución personal, social y formativa de cada chico, y que será la base de su informe personal.
SAMU trabaja en este proyecto desde hace más de un año. Gracias al esfuerzo de educadores sociales, mediadores interculturales y auxiliares técnicos educativos, varios chicos disfrutan ya de una vida autónoma e independiente. Rodríguez no oculta que también ha habido casos en los que no han logrado revertir graves trastornos de conducta.
En la excepcional situación generada por la crisis sanitaria del coronavirus, dos chicos, Allae y Salah, han prorrogado su estancia en los pisos más allá de la mayoría de edad. Han ayudado a reforzar las labores de mediación con los otros chicos, función que fue especialmente importante durante el confinamiento obligatorio de la pasada primavera. Los dos han logrado una beca como mentores para apoyar al equipo educativo. “Cuando son modelos positivos se convierten en referentes muy fuertes y los chicos les hacen bastante caso, a veces más que al educador”, admite Rodríguez.
Nuevos recursos en 2021
SAMU-Centro ha puesto en marcha este año dos nuevos recursos de menores. Se trata de un servicio de acogida residencial de chicas menores de edad y otro servicio de acogida residencial de menas con dificultades de adaptación sociocultural, que se llama El Pinar y cuenta con 26 plazas para chicos y chicas de 12 a 17 años.
“El Pinar está dirigido a menas con necesidades de atención especializada, como consecuencia de sus dificultades de adaptación a contextos sociales normalizados, así como con problemas de conducta y/o relacionados con el consumo de tóxicos”, explican desde SAMU. “Estos menores, dada su trayectoria vital, pueden presentar impulsividad, dificultades de autocontrol, escasa tolerancia a la frustración, endurecimiento emocional, ausencia de figuras adultas de referencia en nuestro país, consumos de sustancias tóxicas, escolaridad insuficiente en su país de origen y escaso o nulo conocimiento del castellano, entre otras cosas”.
Por otro lado, el centro Ramón y Cajal, cuenta con doce plazas concertadas por la Administración de Melilla. Este Acogimiento Residencial Básico atiende a menores de género femenino en exclusiva y procedentes del sistema de protección de Melilla.
“A estas chicas se les proporciona recursos formativos, prelaborales y un itinerario de inserción social y laboral para que su integración en la sociedad sea de manera normalizada y les proporcione a futuro una transición a la vida adulta alejada de adversidades. Asimismo, se les ofrecerá talleres de habilidades sociales y afectivo-sexual, de tal manera que adquieran habilidades, herramientas y estrategias para afrontar las diferentes situaciones de la vida cotidiana”, detallan desde SAMU.
Apoyo a personas con discapacidad auditiva
De forma paralela, el área de Servicios Educativos de SAMU está en pleno proceso de expansión en la Comunidad de Madrid. Desde el 13 de julio, SAMU ayuda a las personas sordas y con discapacidad auditiva de la Comunidad de Madrid a relacionarse con la administración. Ofrece a todas estas personas, gratuitamente, un servicio de acompañamiento para hacer cualquier gestión: desde una cita médica a una cita con el SEPE, pasando por las tutorías escolares de los hijos.
Además, SAMU trabaja con el Ayuntamiento de Móstoles para ofrecer el servicio de interpretación de lengua de signos, y cuenta con un servicio a la comunidad educativa de la Comunidad. Se trata de un proyecto con “asesores sordos”, que trabajan con niños de Infantil y Primaria integrados en aulas ordinarias para que aprendan la lengua de signos desde etapas tempranas.