Nuevo aulario de Escuela SAMU: Esqueleto de metal, alma de innovación

Escuela SAMU contará para el próximo curso con un nuevo aulario de 765 metros cuadrados en Gelves (Sevilla). Con esta edificación modular y provisional se pretende cubrir las necesidades docentes de la Escuela, que para este curso ofertará dos nuevas titulaciones (el Máster en Dirección de Centros de Servicios Socio-Sanitarios y el ciclo de Formación Profesional de Grado Medio en Técnico de Emergencias y Protección Civil), mientras se espera la concesión de licencia de obra para el edificio definitivo, que cuenta con una acreditación de proyecto Passive House.

“La construcción del edificio definitivo lleva en espera más de cinco años debido a la falta de desarrollo urbanístico de la zona en la que se encuentra situada la parcela en el que se levantaría el edificio. Ante esta situación y la necesidad de la Escuela de contar con más espacio para sus programas formativos, desde la dirección de SAMU se ha buscado una solución provisional pero novedosa”, explica el doctor ingeniero de edificación Juan Antonio Tocino, supervisor técnico del proyecto. “Podríamos haber buscado una solución más fácil, como las casetas de obras, pero a nadie le gusta que sus hijos estudien en este tipo de instalaciones provisionales. Nosotros hemos optado por una solución de mucha más calidad y confort”.

El nuevo aulario está siendo construido a partir de un sistema Steel Framing, cuya principal característica es una estructura constituida por perfiles de acero galvanizado de bajo espesor. Se trata de la primera edificación modular y provisional (no fija) de estas características en la provincia de Sevilla.

El esqueleto estructural de acero está formado por diversos elementos individuales unidos entre sí, que así funcionan en un conjunto para resistir las cargas que solicita la estructura y le dan su forma. Entre sus características destaca el rápido montaje, la reducción en los costes, la buena calidad de aislamiento térmico y, sobre todo, la versatilidad que presentan estas disposiciones. Estas piezas son utilizadas para la composición de paneles estructurales y no estructurales (tabiques), vigas secundarias, vigas de piso, techos y demás componentes. “Estamos utilizando este sistema de construcción en toda la estructura y en el envolvente del edificio, es decir, fachada, suelo y techo también. Es muy ligero. Y en el centro de esta perfilería ligera van metido los aislamientos”, explica Tocino.

Nuevo aulario de Escuela SAMU

Nuevo aulario de Escuela SAMU

En su fabricación se utilizan, además, medidas de ahorro energético y de sostenibilidad ambiental para así minimizar al máximo las emisiones de gases de efecto invernadero. Las fachadas disponen de un sistema de aislamiento por el exterior denominado SATE (uno de los mejores sistemas de aislamiento que se pueden aplicar hoy en día a las edificaciones) que le confieren un gran aislamiento térmico. También dispone de aislamiento térmico y acústico en el interior de la estructura Steel Framing, creando, por tanto, un doble sistema de aislamiento. Lo mismo ocurre en la cubierta, que dispone igualmente de un doble aislamiento. Además, las ventanas cuentan con un sistema de corrección solar con lamas orientables.

La electricidad e iluminación también están diseñadas con criterios de eficiencia energética. Un sistema de paneles fotovoltaicos en la cubierta cubrirá las necesidades eléctricas del nuevo aulario y del resto de la Escuela (autoconsumo). “A pesar de tratarse de una edificación provisional, los usuarios contarán con las mismas calidades y confort que un edificio convencional de calificación energética A, dotado de espacios saludables”, destaca.

El sistema de construcción Steel Framing lleva varios años utilizándose en Estados Unidos y Canadá, pero es relativamente nuevo en España, donde sólo existen cuatro fábricas que se dediquen a este tipo de construcción. En Sevilla hay muy pocos ejemplos de este tipo de edificaciones. La mayoría son viviendas. Por esta razón, SAMU ha formado a su propio personal en Steel Framing a través de la Escuela de Oficios de SAMU (EOF).

“Al ser un edificio modular y provisional, es decir, que se puede desmontar y trasladar a otro lugar cuando cumpla su función, se podía haber construido en una fábrica y después haberlo trasladarlo, pero la dirección de SAMU decidió construirlo in situ en la propia Escuela, situada en Gelves, y el propio presidente de la Fundación SAMU, el doctor Carlos Álvarez Leiva, está haciendo un seguimiento diario de los trabajos que aquí se realizan”, explica el supervisor técnico del proyecto. “Todas las personas que participan en su construcción han sido formadas por SAMU. La obra en sí está siendo un vivero de montadores de Steel Framing y su montaje está sirviendo de aprendizaje a los alumnos de la EOF. De hecho, todos los alumnos de la primera promoción de Steel Framing están trabajando en la construcción del nuevo aulario”.

El edificio constará de ocho espacios 60 metros cuadrados cada uno: un laboratorio y siete aulas, tres de las cuales pueden unirse y transformarse en espacios más grandes. También hay dos bloques de aseos y dos más de duchas, una recepción y un amplio pasillo (distribuidor) de 124 metros cuadrados en el que se ubicaran taquillas individuales para los alumnos y una fuente ornamental con iluminación propia. Además, todo el edificio estará rodeado de una abundante vegetación. “El presupuesto inicial era de unos 276.000 euros, pero se han hecho algunas mejoras recientemente que han subido un poco este precio, especialmente en carpintería”, explica el doctor ingeniero de edificación Juan Antonio Tocino.

Por otro lado, se está gestionando la obtención de un sello ambiental para este edificio que lo haría ser la única edificación modular con este tipo de reconocimiento ambiental. Igualmente se han tenido en cuenta los criterios de accesibilidad universal con unos criterios más amplios que los estrictamente legales.

Tocino admite que el proyecto lleva un par de meses de retraso según lo previsto debido a algunos problemas técnicos y al hecho de que los constructores están “aprendiendo a la vez que levantan el edificio”, pero, si todo sigue como hasta ahora, los alumnos de la Escuela podrán disfrutar del nuevo aulario a partir de noviembre.

El proyecto original: un edificio con la acreditación Passive House

El edificio que se está construyendo actualmente, de carácter provisional, sustituye a un proyecto anterior que se encuentra paralizado ante la falta de desarrollo urbanístico de la zona en la que pretende ubicarse. Este edificio fue diseñado en 2015 por los arquitectos Valme Moreno Vega y Juan Manuel Castaño Salvador, ganadores de un concurso de ideas promovido por SAMU. Trabajaron sobre un proyecto básico primitivo de Manuel Bermudo Valero, y contó con la colaboración de un amplio equipo técnico multidisplinar y varias asesorías externas. El proyecto cuenta con la acreditación Passive House.

Una casa pasiva o casa solar pasiva es un tipo de construcción en el que se utilizan los recursos de la arquitectura bioclimática combinados con una eficiencia energética muy superior a la construcción tradicional: aislamiento térmico, un riguroso control de filtraciones y una máxima calidad del aire interior, además de aprovechar la energía del sol para una mejor climatización. Se trata de una construcción con un consumo energético muy bajo y que ofrece durante todo el año una temperatura ambiente confortable sin la necesidad de usar calefacción convencional o refrigeración.

“El proyecto de SAMU, inscrito en el Passive House Institute, causó entonces un gran interés, pues, aunque en el mundo existen ya decenas de miles de edificios con esa acreditación, en España no llegan a treinta, y la gran mayoría son viviendas unifamiliares. El edificio docente SAMU hubiera sido el primer edificio dentro de su tipología en España”, señala Tocino. “El Passive House Institute también se interesó mucho por este proyecto porque muchos de los edificios acreditados bajo este sello se encuentran en zonas con un clima frío, como Alemania, donde son necesarias hasta tres capas de vidrio en las ventanas, pero son pocos los que se ubican en un clima cálido como el nuestro”.

La construcción planteada por SAMU se ha proyectado de forma irregular, desarrollándose el programa del edificio en dos plantas con una superficie construida superior a los 3.000 metros cuadrados destinados a uso docente, más un sótano de 1.828 metros cuadrados para una futura base de vehículos de emergencias.

La fachada ha sido resuelta mediante sistema de aislamiento térmico por el exterior (SATE) sobre bloque de hormigón. La cubierta dispone de un aislamiento térmico de 15 centímetros de espesor sobre la que se diseña una azotea ajardinada. La carpintería de fachada se ha dispuesto de baja conductividad térmica y, como en el resto de la envolvente, se ha puesto prestado gran interés en la hermeticidad, que es clave para conseguir la eficiencia energética, con especial cuidado en la resolución de los puentes térmicos. Y la calidad del aire interior se realiza mediante ventilación mecánica con recuperador de calor. Además, el edificio contará con otro elemento singular de la arquitectura bioclimática como es una chimenea solar, en cuyo diseño se ha contado con el asesoramiento del grupo de Termotecnia del departamento de Ingeniería Energética de la Universidad de Sevilla, que favorecerá la ventilación nocturna, colaborando para disipar el calor acumulado en el edificio durante el día. También se ha diseñado una lámina de agua circulante en el suelo del porche.

“Actualmente, son muy escasos en España los edificios con chimenea solar y con un funcionamiento que necesita mejorar. El nuevo edificio de la Escuela SAMU, cuando se construya, será un hito dentro de los edificios de pública concurrencia en España, ya que proyectó un sistema de chimenea solar muy estudiado que utilizará la radiación del sol para mover el aire, suministrando aire fresco al edificio”, admite Juan Antonio Tocino. Pero este ambicioso proyecto tendrá que esperar.

Frente al monstruo de la adicción

Dice Antonio Torne que, aunque a veces se olvida, el tratamiento de un heroinómano no es el de un enfermo al uso. “No basta con poner un antibiótico”, resume para explicar la complejidad de una recuperación que incluye reconstruir múltiples tejidos, casi todos sociales. Los drogodependientes son, en muchas ocasiones, personas que han roto con todo: familia, trabajo, amigos, y hasta consigo mismo. Llegan con la autoestima por los suelos. Así que a aquellos adictos a la heroína que se presentaban los centros de día en los 90, igual que a los que llegan hoy enganchados al juego, al alcohol o a cualquier otra cosa, no les basta con un medicamento. Toca empezar desde la base: “Hay que motivarlos para empezar y, luego, reconducirlos”.

Éste era el trabajo de los Centros de Día Municipales de Incorporación Sociolaboral de Sevilla cuando el Ayuntamiento los creó, en 1990, y sigue siéndolo hoy, más de treinta años después. Desde hace seis meses, Fundación SAMU ha asumido la gestión de los tres que hay en Sevilla, bajo la dirección del Consistorio. “Siempre procuramos que sea una entidad con prestigio, relevancia y solvencia”, explica Torne, jefe del Negociado de Reducción de Daños e Incorporación Social en Adicciones del Ayuntamiento de Sevilla.

Tres centros pioneros en Sevilla

Antonio Torne sabe bien de lo que habla. Participó como técnico en el diseño de los recursos, allá por finales de los 80, y ha trabajado en ellos desde la primera línea. Son centros que elaboran un diagnóstico del dependiente, determinan sus capacidades y fijan un itinerario personalizado con un objetivo: recuperarlo para la vida en sociedad.

Es una ayuda pública y gratuita que no presta ningún otro recurso y que el Ayuntamiento de Sevilla ofrece en tres puntos, con la gestión de SAMU: los centros de día de Macarena, Polígono Sur y Juan XXIII. Cada centro está integrado por un equipo técnico interdisciplinar, que incluye un psicólogo, un trabajador social, un educador social, un administrativo y un orientador laboral. En total, tienen capacidad para atender a 275 dependientes. Los centros están situados cerca de los puntos de consumo y venta, pero no en ellos. Hay que facilitar que los drogodependientes accedan al recurso, para evitar la tentación de recaer.

Aunque se trata de centros que ofrecen actividades comunes, el itinerario para cada usuario es único, y se va modificando en función de sus necesidades. “La recuperación puede tardar años y no conseguirse nunca plenamente, mientras que otras personas en siete u ocho meses tienen un nivel alto de integración y se les puede dar alta terapéutica”, comenta Torne.

Los cuatro pilares de la atención

El trabajo en estos centros se sostiene sobre cuatro pilares. El primero de ellos, abierto a cualquiera que lo necesite, es un servicio de acogida e información. Se trata de detectar problemas de adicción a drogas, juegos, nuevas tecnologías o a cualquier otra sustancia o conducta. “Cualquier persona puede plantearnos su problemática y la orientamos. Si necesita consulta inmediata de un profesional de medicina lo derivamos y luego seguimos trabajando otras problemáticas”. En lo que va de año, 227 personas han usado este recurso.

El pilar principal es el programa de rehabilitación e incorporación social. En él ingresan únicamente personas derivadas desde un centro de tratamiento ambulatorio concertado por la Junta de Andalucía, a quienes se le plantean un itinerario para su reincorporación a la vida social. La colaboración del usuario es esencial. Por eso, Torne explica: “No se hace nada en contra de la voluntad del usuario, pero eso no significa que hagamos lo que dice el usuario”. El tratamiento durará meses o años hasta que, de acuerdo con el centro ambulatorio, se llegue a la conclusión de que la persona está “recuperada” o que necesita una alternativa. Desde enero, 245 usuarios han hecho uso de este programa, que atendió a 291 personas y 259 en 2020.

El programa de atención precoz se centra en los primeros consumos. Sus usuarios suelen ser menores de 30 años, jóvenes e incluso adolescentes, más chicos que chicas. “Es un programa que está creciendo mucho: cada vez nos llaman más de centros educativos, centros de salud, asociaciones de padres y vecinos…”. Entre las nuevas adicciones de los jóvenes, ha crecido de forma exponencial el juego, ya sea en forma de apuestas online o de gaming, juegos que obligan a un desembolso para seguir compitiendo. 55 jóvenes han pasado por este programa en los seis meses de 2021; más que en todo 2019 (48) y 2020 (33).

Por último, existe un programa para el seguimiento de las altas, que actualmente da servicio a 16 usuarios. “Para una persona que ha sido dependiente, vivir en sociedad es complicado”, cuenta el experto. Con frecuencia, el estigma sigue acompañándole en el trabajo, con los amigos o incluso en la familia. Se carga entonces un peso extra sobre alguien que está tratando de reconducir su vida, y que puede ver en la recaída una forma para liberarse de esa carga. En estas situaciones, es clave la intervención rápida, especialmente si lo hace el terapeuta de referencia. “Es más fácil que llegue rápidamente a quien le conoce desde hace tiempo. Se trata de que no haya ni un solo momento de conflicto, y que pueda recaer”.

De la heroína al ‘gaming’

Todos estos programas están en evolución continua. “El trabajo del Ayuntamiento es pensar qué encontramos y cómo podemos responder”, argumenta Torne. De hecho, muchas cosas han cambiado desde 1990 hasta aquí. Aquellos eran los años de la heroína. “Cayó como una bomba”, recuerda hoy el especialista. Llegó tarde a España, pero arrasó con todo. Se consumía inyectada, y generaba problemas de enfermedades contagiosas, como sida y hepatitis B. Muchos consumidores se prostituían, y contraían sífilis y un puñado de enfermedades derivada del modo de consumo. “Tuvimos que aprender a solucionar esto casi con ensayo y error. No había literatura ni experiencia”.

Fue entonces cuando surgieron los tres centros del Ayuntamiento de Sevilla, que a mediados de los noventa empezaron a tratar otro tipo de drogodependiente: el consumidor de cocaína, la droga glamurosa, más cara, cuya vía de consumo ya no generaba los problemas asociados de la heroína. En cambio, las drogas de diseño del cambio de siglo se trataron preferentemente a nivel asistencial. Ahora, vuelve el dominio de la cocaína y la heroína, a veces combinado (el “rebujito”), y ha subido con fuerza la adicción al juego.

Y entre tanto, el alcohol, que siempre estuvo. “Siempre ha sido la droga más consumida y que más problemas de salud ha dado. Lo que pasa es que es legal”, comenta Torne, que advierte: “Una persona que llega a un síndrome de abstinencia de heroína o cocaína no se muere nunca de ese síndrome; el del alcohol o barbitúricos, sí”.

De fondo, subyace la tesis ya demostrada de que la dependencia no depende de la sustancia sino de la recompensa que genera en el cerebro. “Cualquier cosa que proporcione satisfacción puede generar una adicción. Lo adictivo es el perfil de la persona, y hay un porcentaje de la población que es proadictiva”, comenta Torne. “Ahora nos encontramos con jóvenes adictos al gaming y al gambling, que mezclan con cocaína y alcohol. Si estás bajo los efectos de alcohol tienen menos resistencia a repetir la conducta”.

Cerca de 9.000 usuarios: “Miles se han recuperado”

La clave es reconocer el problema, pero es difícil admitir que algo pasa con el alcohol si está presente y normalizado en todas las celebraciones. Reconocer la adicción al juego tiene el hándicap de que las apuestas online están tan asumidas que se anuncian insistentemente en cualquier retransmisión deportiva. “Los jóvenes hacen vida social apostando juntos”, alerta el técnico del Ayuntamiento de Sevilla. “Hay personas cuya única motivación es fumar hierba, y ahora está subiendo el nivel de THC, lo que lo hace más adictivo y perjudicial”, dice respecto al cannabis. Y tampoco es fácil tratar la adicción a las nuevas tecnologías en una sociedad que tiene un móvil pegado a la mano.

Además, Torne lamenta lo que sigue costando que las mujeres hagan uso de estos recursos. “Se entiende que tiene que el problema de las mujeres debe quedar relegado al ámbito doméstico. No nos permiten que podamos facilitarle recursos de capacitación laboral, formativos… Porque se entiende que mejor se quede en casa. Y da vergüenza reconocer un problema de adicción”. Son en torno al 20% de los usuarios totales. Muchas más, en todo caso, que el 5% en pleno boom de la heroína.

Con todo, Torne lanza un mensaje. Cerca de 9.000 personas han pasado por los tres centros de día del Ayuntamiento de Sevilla en los últimos 30 años. Todos buscan una salida y muchos la encuentran. Los centros les facilitan talleres diarios: deportes, autoestima, habilidades sociales, informática, resolución de conflictos, prevención de recaídas… También una inserción laboral, en colaboración con dos programas de la Junta de Andalucía: la Red de Artesanos, que facilita la formación laboral, y Arquímedes, un programa de inserción laboral que ofrece incentivos de hasta 8.000 euros por la contratación, con flexibilidad para el empresario. Solo se incorporan a estos programas quienes tienen el visto bueno del equipo terapéutico.

Por eso, el mensaje final de Torne es de esperanza. “Dicen que de la droga no se sale. Y yo siempre digo: “Eso lo dirá usted”. Lo que pasa es que la persona que se ha quitado no lleva un cartelito diciendo: “Yo me desenganché de la heroína”. Yo me lo encuentro trabajando en la feria, me guiña, o me cuenta que se ha casado o que tiene un niño. Eso la gente no lo sabe. Yo sí lo sé. Y sé que hay mucha gente que sí se recupera. Miles de personas se han recuperado, estaban tirados, y hoy están con nosotros”.

Menas de bien

Si no me gusta llamar “centro educativo” a un colegio, mucho menos me gustar llamar “mena” a un niño. El término proviene de la parla administrativa, donde se utiliza el acrónimo MENA para referirse al menor extranjero no acompañado. Los profesionales del sector no lo usamos entre nosotros. La Fundación SAMU acoge a más de 2.000 niños y jóvenes que llegaron a España sin compañía de un familiar adulto. De ellos, la mitad se encuentran en Ceuta, en condiciones seguras, aunque inicialmente precarias. Casi todos ellos son varones, aunque también albergamos a unas 80 niñas de especial vulnerabilidad. Estas cifras, nos convierten en la mayor entidad española especializada en la acogida de menores migrantes. Esa experiencia nos permite aportar luz sobre el fenómeno de la inmigración infantil.

Según nuestras propias investigaciones, nueve de cada diez niños sufrió algún tipo de abuso, peligro o privación antes de cruzar nuestras fronteras. A los que somos padres, nos horrorizaría ver a nuestros hijos en situaciones remotamente parecidas a las que han sufrido ellos. Sin embargo, algunas capas de la sociedad tienen serias prevenciones contra ellos; consideran que su destino natural es la marginalidad o la delincuencia, sin el menor conocimiento de causa.

Criminalizar a estos niños reviste la irracionalidad de tomar el todo por la parte. En algunas televisiones he visto imágenes de adolescentes de tez oscura que cometen actos vandálicos o abiertamente delictivos. Actos reprobables, sin duda, que a pesar de ser muy minoritarios entran en una gran caja de resonancia generando alarma. Pareciera que cuando se trata de menores extranjeros, la culpabilidad sea doble. Se transmite una imagen totalmente descompensada, porque los incívicos son una ínfima proporción en comparación con los miles de niños responsables e industriosos que las entidades educamos con tesón.

En algunas ocasiones, hemos tenido que renunciar a abrir hogares en municipios en los que los vecinos o los gobiernos locales se nos han echado encima escandalizados por la apertura. En la peor de ellas, la Policía Local nos hizo un cordón que nos impedía acceder a nuestro centro recién alquilado ¡Porque no teníamos licencia de obra para cambiar el contador! Racismo puro, que resulta injustificado cuando alguien se toma la molestia de conocer de verdad a los chicos.

Puedo entender que los flujos migratorios incontrolados son un factor de desestabilización para nuestra democracia. También asumo que parte de los españoles están en contra; pero yo sí defiendo que lo decente es dar protección y amparo inmediato a niños (y niñas) en franco desamparo. En las naciones más avanzadas, los menores son sujetos de una especial protección jurídica y social, al margen de cuál sea su procedencia.

Otro argumento poderoso en contra de los menas es el coste que supone para las arcas públicas todo el sostenimiento del sistema de menores. En esto doy la razón al que diga que resulta muy costoso, porque además los gobiernos autonómicos tienen que pechar con un fenómeno europeo con presupuestos regionales. Lo que resulta falaz es que los menas “reciban” más de 4.000 euros al mes, como se nos quiere dar a entender.

Dependiendo de la Comunidad Autónoma y de la tipología del centro (no es lo mismo un centro de primera acogida que un centro psicoterapéutico), el coste de cada plaza varía entre 1.500 euros al mes y los 4.650 euros, aunque el precio más común está alrededor de los 2.500 euros. Lo que nadie ha explicado es la intensidad de servicios que recibe cada niño: alojamiento, pensión completa, educación, transporte, servicios de escolarización, actividades, ropa, enseres, actividades deportivas, celebraciones, etc. Realmente, reciben lo que cualquiera de nuestros hijos, pero con la diferencia de que, además, por cada dos niños acogidos es preciso contar con un profesional cualificado para cuidarles: psicología, pedagogía, trabajo social, auxiliares, cocina, limpieza, mantenimiento, seguridad, monitorización deportiva, enfermería. Son decenas de profesionales por centro para educar a los chicos en la consecución del bien común. Pensemos si hay muchos negocios de hostelería que por, digamos, 70 euros al día den, no ya alojamiento y pensión completa, sino ropa, consulta de psicología, transporte, actividades, peluquería, ropa y todos los servicios auxiliares. En el caso de nuestra organización, además, en situaciones de emergencia organizamos el envío de contenedores, infraestructura e incluso construcción. Un “todo incluido” pero “muy todo”.

Sí considero que las entidades especializadas en menores tenemos el deber de responder de esa inversión al resto de la sociedad. En algunos casos, cuando están mal gestionados, los centros de menores son pensiones donde los niños hacen lo que les viene en gana. Todo lo contrario, los centros de pro tienen la obligación de ser núcleos de fomento de nuevos ciudadanos responsables, productivos y con valores sociales y democráticos.

En SAMU consideramos una obligación el educar a jóvenes que sean luego útiles a la sociedad desde el puesto que les toque desempeñar; máxime por la inversión que ha supuesto cada uno de ellos. Si tras dicha profusión de recursos, el joven cumple 18 y termina tirado en la calle, no sólo supone un drama humano de primer orden, sino que el esfuerzo económico se malogra.

Los niños del sistema de protección tienen todo nuestro cariño y comprensión y además los formamos con determinación para ser útiles, amables y solidarios dentro de la sociedad de la que forman parte. Tenemos la alegría de que tantos y tantos empresarios nos hayan dicho de los chicos en prácticas: “Oye, el niño que me mandaste muy bueno, creo que lo vamos a contratar”. Personalmente, estoy muy orgulloso de mis niños y sé que casi todos triunfarán porque son valientes y trabajadores. Son ambiciosos y les mueve el ideal de una vida mejor. Si les llamáis menas, yo los llamaré menas de bien.

Por Carlos González de Escalada, director general de SAMU