Valme López, directora de Servicios Corporativos de SAMU: “En SAMU he aprendido a tener la piel más dura”

Valme López (Sevilla, 1987) puede presumir de ser una de las pocas personas que, con su trabajo y dedicación, ha ido desde la base subiendo peldaños uno a uno dentro de la estructura de SAMU. Entró como becaria en 2010 y acaba de ser nombrada directora de Servicios Corporativos.

—En primer lugar, felicidades por este nuevo nombramiento. Se trata de un puesto de nueva creación. ¿Cuál es su función ahora exactamente?
—Sigo trabajando dentro de la Dirección General, pero no como adjunta a la Dirección, he dado un paso más. Este nuevo cargo aglutina todas esas actividades que yo ya hacía desde hace algún tiempo pero que no estaban totalmente definidas. Digamos que ahora soy directora de todas aquellas áreas y actividades relacionadas con los servicios corporativos de la organización, como por ejemplo marketing, comunicación, prensa, identidad corporativa, innovación, sostenibilidad, relaciones institucionales… Sigo dentro de la oficina de Dirección General, pero con mi propia dirección.

—¿Cuáles son ahora sus objetivos?
—Pensar a lo grande, más aún. Tengo que aprender a delegar para poder seguir creciendo, es algo que me cuesta mucho. Tengo que desarrollar el pensamiento estratégico para hacer que SAMU facture 100 millones de euros. Ese es mi objetivo, bastante ambicioso, sí, pero hay que pensar así, a lo grande, para poder seguir creciendo.

—¿Recuerda su primer día en SAMU?
—Tenía 22 años cuando entré a trabajar en SAMU. Era una niña. Entré como becaria en prácticas a través de la Universidad de Sevilla. Carlos González de Escalada, hoy director general, me entrevistó. Me acuerdo de que me preguntó: “¿Eres proactiva?”. Y él mismo me dijo: “Vaya pregunta la mía, me vas a decir que sí, claro”. Y yo, “sí sí, claro”. Me pidió que le mandara en un email lo que yo podía aportar a la empresa y cuáles eran mis objetivos. Éramos cuatro candidatos para un mismo puesto. Al cabo de diez días, Carlos me llamó y me dijo literalmente: “Si sigues interesada, en este puesto es tuyo”. Era un puesto de gestora administrativa. Hice mil bases de datos y mailings ocupando aquella responsabilidad, además de llevar la gestión de la lavandería y de apoyar a Carlos González de Escalada en las labores de dirección de Desarrollo de SAMU. Estuve seis meses de becaria.

—¿Cómo fue el paso de becaria a personal contratado?
—Yo terminaba mis prácticas el 21 de septiembre y, hasta el último día en el último momento, Carlos González de Escalada no se sentó conmigo y me dijo: “Valme, no sé si te dará tiempo de hacer la gestión en la Universidad, pero vete que mañana empiezas a trabajar aquí”. Me tuvo en vilo hasta el último minuto.

—¿Se imaginaba entonces que iba a tener una trayectoria profesional de once años en SAMU?
—No me lo imaginaba, pero sí lo quería. Aquí estaba a gusto, me sentía en familia, apoyada.

—¿Por qué lo quería?
—Por la profesionalidad que había y por todas las posibilidades y el trabajo que había por hacer. Había muchas cosas que desarrollar, muchos frentes abiertos.

—¿Cómo ha evolucionado SAMU en estos once años?
—El cambio ha sido radical. Yo siempre digo que el crecimiento de SAMU en los últimos años ha sido explosivo, no exponencial. Cuando yo llegué solo había cinco o seis recursos abiertos y unos 150 trabajadores. Hoy hay más de 70 recursos y una plantilla de 2.000 trabajadores. De SAMU, admiro su valentía. No se para por nada. A SAMU no le arruga nada. Aquí se ama el trabajo.

—¿Ha habido algún proyecto que usted pensara que no saldría adelante?
—En 2018 vivimos un momento muy crítico a raíz de la crisis migratoria y la gran cantidad de menores no acompañados que llegaron a las costas andaluzas. En aquella época se produjo una explosión de centros de menores en SAMU. Nos llamaban de la Junta de Andalucía un día sí y otro también comunicándonos la llegada de nuevos menores y la necesidad de movilizar recursos para poder atenderlos. Abríamos recursos dirigidos a menas [menores extranjeros no acompañados] a un ritmo frenético. Esto ha sido lo más meritorio y lo más fascinante que he vivido yo en SAMU. Fue increíble.

—¿Cuál ha sido el momento más difícil que ha vivido en SAMU?
—En 2012 hubo una crisis de liquidez importante. Estábamos en plena crisis económica y hubo despidos. Fue una situación muy desagradable. Yo era una joven de 24 años y tuve que comunicarle el despido a hombres con el doble de edad que yo y a compañeros a los que apreciaba mucho. Algunos no se tomaron bien que fuera yo la que les anunciara el despido y me lo hicieron saber con comentarios y actitudes fuera de lugar. Personalmente, fue un momento muy duro, quizás el más duro de mi carrera en SAMU. Muchos me seguían viendo como una niña. Lo pasé muy mal. Despedir a alguien siempre es muy difícil y siendo tan joven como lo era yo, más.
“Mejor pedir perdón que pedir permiso”

—¿Ha cambiado SAMU su personalidad?
—Sí, claramente. En SAMU he aprendido a tener la piel más dura y a resistir más. Aquí he crecido tanto personal como profesionalmente. Antes era de lágrima fácil y me agobiaba cuando tenía mucho trabajo. Recuerdo que, cuando estaba sola en Base 7, llamaba a Carlos González de Escalada, que estaba en la oficina de la Cartuja, y él no paraba de mandarme tareas y más tareas. Cuando le replicaba me decía: “¡No me contestes más!” y yo, “pero Carlos…”, y él insistía, “¡que no contestes!”. Para mí ahora eso es una anécdota divertida. Pero así también aprendí a resolver las cosas por mí misma. No me quedaba otra. Mejor pedir perdón que permiso.

—¿Qué le ha enseñado SAMU en todos estos años?
—En SAMU he aprendido todo lo que sé y lo que soy. Toda mi carrera profesional la he desarrollado aquí.

—¿Quiénes han sido sus principales apoyos?
—Carlos González de Escalada, sin duda. Todo lo que sé lo he aprendido de él. Su entereza, a sacar las castañas del fuego, a ser valiente y apostar. Él ha sido mi mentor. Y estoy muy agradecida del tiempo y el esfuerzo que me ha dedicado. Siempre pienso en lo afortunada que soy de tener su respaldo. Pero al mismo tiempo, en vez de relajarme, eso me impone más responsabilidad porque no puedo ni defraudarle ni fallarle.

—¿Hacia dónde va SAMU?
—SAMU quiere buscar y apostar por algunos proyectos privados, pero sin abandonar la estrategia seguida hasta ahora y fruto de la cual ha sido nuestro crecimiento. Vamos a continuar persiguiendo y mejorando los contratos con la Administración Pública como hasta ahora porque está más que demostrado que eso es lo que mejor sabemos hacer. Como decía hace un tiempo nuestro director general, SAMU es una entidad privada de servicio público.

—Antes ha mencionado lo que le ha enseñado y aportado SAMU, ¿y al revés, qué cree que le ha ofrecido usted a la organización?
—Lealtad y compromiso, sobre todo. También confianza y seguridad. Mi jefe y compañeros saben que a mí ‘no se me pasa nada’.

Una atención especial para los alumnos con cardiopatías en Cataluña

Fundación SAMU ha puesto en marcha recientemente un nuevo servicio gratuito de Atención al Alumnado con Cardiopatías en los centros educativos de enseñanza obligatoria de Cataluña a través de su área de Servicios Educativos. La propuesta, que se presta para la Dirección General de Currículum y Personalización del departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña, nace para dar cobertura a los cerca de 400 alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria identificados por el departamento de Educación Inclusiva de la Generalitat con esta patología, más los nuevos casos que se detecten. Aunque el servicio apenas lleva funcionando dos semanas, el equipo de Fundación SAMU ya ha comenzado la intervención de más de 40 alumnos.

El objetivo del equipo, compuesto por dos profesionales psicopedagogos tutelados por el área Hospitalaria y la dirección de Servicios Educativos de Fundación SAMU (según las necesidades, podría duplicarse la plantilla) tiene como finalidad dar apoyo no sólo a los alumnos con cardiopatía congénita sino a todo su entorno, asesorando también al profesorado y al resto de profesionales que atienden a estos estudiantes, así como a su familia.

Según Concepción Pérez Carrera, directora del área de Servicios Educativos de Fundación SAMU, el tipo de intervención es muy diversa y se acometen labores globales formativas, de recomendaciones, de dotación de recursos y orientación de manera muy individualizada. “Tras una valoración inicial de toda la información y documentación clínica y la apertura de la ficha y registro del alumno, se procede a realizar diferentes acciones. Se ejecuta el plan de apoyo al menor según su edad y etapa madurativa en la realización de actividades de la vida diaria, relativas a higiene, alimentación, control de esfínter o vestido; se activan las intervenciones de información, asesoramiento y orientación de los profesionales de la educación y el seguimiento de las Necesidades Específicas de Apoyo Educativo del estudiante; se coordinan con los profesionales externos las actividades habituales de ocio y tiempo libre de los menores para adaptarlas a las actividades escolares y de recreo; se ofrecen las pautas de actuación, con reuniones y sesiones de trabajo a los profesionales directamente implicados con el alumno”, indica.

Además de ese trabajo directo con el estudiante, los profesionales de SAMU realizan charlas y sesiones para informar al resto de la comunidad educativa en relación a la enfermedad y sus repercusiones, se apoya la elaboración de informes psicopedagógicos que realiza el Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico (EPA) y se dota de los recursos humanos necesarios para la demanda asistencial.

Cuatro toneladas de residuos reciclados en un año

La empresa de reciclaje Recilec y SAMU firmaron hace más de un año un acuerdo de colaboración para la gestión de los residuos electrónicos, pilas y baterías de la organización, al mismo tiempo que Recilec ponía a disposición de SAMU electrodomésticos recuperados en su centro de preparación para la reutilización, ubicado en la planta de tratamiento de Aznalcóllar (Sevilla), implementando así los preceptos básicos de la economía circular. Durante este tiempo, SAMU, a través del departamento de Sostenibilidad, ha logrado reciclar más de cuatro toneladas de residuos.

“Nuestra actividad principal es la recogida, transporte y tratamiento de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE), incluido las operaciones de tratamiento de preparación para la reutilización. Disponemos de una planta en Aznalcóllar (Sevilla) y un Centro de Consolidación en Loja, Granada. Desde estas dos instalaciones damos cobertura a Andalucía, Extremadura, Ceuta, Melilla y parte de Murcia”, explica Leonardo Pineda, director general de Recilec.

El acuerdo entre SAMU y Recilec surgió cuando representantes de ambas entidades coincidieron en un foro celebrado en Málaga en octubre de 2018 sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible que promueve las Naciones Unidas (Agenda 2030). “Al conocer que SAMU contaba con una dirección de Sostenibilidad y el nivel de implicación de esta entidad con el medio ambiente y la economía circular, le informamos de nuestros servicios e inmediatamente vimos que ambas organizaciones caminábamos en la misma dirección y que de la colaboración entre ambas se producirían sinergias”, explica Pineda.

El objetivo que persigue esta alianza es, principalmente, facilitar la correcta gestión medioambiental de los residuos RAEE, pilas y baterías que se generan en los diferentes centros operativos de SAMU, así como explorar la posibilidad de servir de fuente de suministro de productos recuperados en el Centro de Preparación para la Reutilización que tiene Recilec en Aznalcóllar (Sevilla) como pueden ser lavadoras para hogares de personas que son asistidas por SAMU.

Una de las claves del éxito en los 17 años de existencia de Recilec ha sido el desarrollo de alianzas estratégicas con entidades de diferentes sectores. Como ejemplo, el acuerdo con los fabricantes de aparatos representados en los Sistemas Individuales y Compartidos de Responsabilidad Ampliada del Productor (SRAP) o el acuerdo desarrollado en los últimos años con la Federación Andaluza de Electrodomésticos (FAEL), gracias al cual se puso en marcha un modelo de gestión que ha sido referente nacional para aumentar las cifras de recogida selectiva del RAEE en el canal comercial. Por otro lado, llevan años colaborando con entidades con fines sociales (Reto, Madre Coraje, Traperos de Emaús) a quienes han dado siempre su apoyo.

Cómo Zampou se convirtió en un trabajador esencial

Ha sido un año difícil para todos, qué duda cabe. A la preocupación por la salud general, entender nuestro nuevo modelo de relación social y desarrollar estrategias para rediseñar nuestras vidas, se sumaba la preocupación por la destrucción del empleo. No es una frivolidad, estábamos y estamos muy preocupados por la destrucción del empleo. La columna vertebral de nuestro Programa de Alta Intensidad (PAI) para jóvenes extutelados es la inserción laboral. Sólo así nuestros jóvenes podrán emprender de manera autónoma y en condiciones de seguridad su camino hacia la vida adulta.

El protagonista de esta historia, Zampou (natural de Burkina Faso) inició su actividad laboral en la Panadería Molino del municipio de Motril en enero de 2020. Tras un periodo de prueba nos comunicaron que sería contratado a jornada completa durante un año, condiciones necesarias para tramitar su permiso de trabajo. Su felicidad era inmensa: lo había conseguido tras mucho esfuerzo.

A las pocas semanas se decretó el estado de alarma por la pandemia del Covid-19 y afloraron en nuestros jóvenes los impactos psicológicos del confinamiento y el estado de incertidumbre continuado: desde la preocupación por el estado de salud de familiares en sus países de origen al deterioro del contacto social directo con amigos y compañeros de trabajo, la pérdida de empleo o de la fuente de ingresos y la incertidumbre sobre el futuro y, por lo tanto, sobre la capacidad para afrontar el proyecto personal de vida iniciado.

En el caso de Zampou, al tratarse de un sector esencial, se sumaba el estrés propio de personas que siguieron trabajando y asumiendo importantes riesgos y responsabilidades (sanitarios, empleados de supermercados, limpiadoras, transportistas, conductores,…). A pesar de ello, se sentía (y se siente) afortunado.

El efecto de la crisis en los jóvenes

La población joven ha experimentado las consecuencias más virulentas de la crisis económica que ha desencadenado la pandemia del Covid-19: “Tras los meses de confinamiento, solo el 33,5% tenía un empleo y la tasa de actividad ha bajado del 50% por primera vez en la última década”. Así lo refleja el informe Juventud en riesgo: análisis de las consecuencias socioeconómicas del COVID-19 sobre la población joven en España, elaborado por el Instituto de la Juventud (Injuve) y el Consejo de la Juventud de España.

Por nacionalidad, la tasa de paro de la población española es del 14,46%, mientras que la de la población extranjera en nuestro país alcanza el 26,58%. También por nacionalidad, el número de activos aumenta el último trimestre de 2020 en 123.500 entre los españoles y en 40.700 entre los extranjeros (Encuesta de Población Activa – cuarto trimestre de 2020).

Estos datos son poco alentadores para los profesionales que trabajamos dedicados a la orientación e inserción laboral de un colectivo. En todos los casos, dice el estudio, las cifras reflejan “una pauta dual característica cíclica” del sistema productivo español: “las personas jóvenes, cuyos empleos son mayoritariamente temporales y precarios, son despedidas (o no renovadas) a bajo coste en épocas de crisis”. Y justo ahora atravesamos uno de estos periodos.

Sin embargo, este no ha sido el caso de Zampou. Tras un año de aprendizaje, hoy es un gran panadero, una pieza importante en el obrador de pan en el que desempeña su trabajo. El fin de su contrato, no obstante, trajo consigo los inevitables miedos e inseguridades.
En nuestra situación geográfica, el turismo, la hostelería, el comercio y el resto de servicios han acusado gravemente la crisis provocada por la pandemia, por lo que los miedos de Zampou al acercarse la fecha del fin de su primer contrato no eran del todo irracionales. Somos conscientes de su incertidumbre y nervios el día que fue llamado al despacho del gerente.

Ese día cambió todo, pues le comunicaron a Zampou que, a partir de ese día, formaría parte de la plantilla de la panadería de manera indefinida. Tardó unos segundos en digerir la noticia e inmediatamente hizo una llamada al equipo del PAI SAMU Motril para comunicarnos lo que había ocurrido: “Acabo de firmar mi contrato indefinido”, decía una voz emocionada y entrecortada.

Hoy más que nunca, desde el Programa de Alta Intensidad gestionado por Fundación SAMU seguiremos ejerciendo de puente entre jóvenes en riesgo de exclusión social y el tejido empresarial de los territorios en los que trabajamos, mejorando la empleabilidad de todos estos chicos, dotándoles de las herramientas técnicas y de competencias para lograr una eficaz inserción laboral y su inclusión social activa. Sólo así, minimizaremos el riesgo de que los jóvenes vean amenazado su proyecto de emancipación.

Autor: SIHAM KHALIFA EL ABDI.
Responsable PAI SAMU Motril

Proponer, crear y gestionar ideas innovadoras en SAMU

El departamento de Innovación de SAMU, liderado por Almudena Chávez, creó en 2018 el primer Comité de Innovación con el objeto de realizar un diagnóstico del punto de partida de los proyectos I+D+i (Investigación+Desarrollo+innovación) de la organización con el apoyo y la colaboración de la Corporación Tecnológica de Andalucía (CTA, fundación privada que ayuda a empresas, universidades, administraciones y otras entidades a cumplir con éxito sus objetivos en I+D+i).

Este comité está formado por trabajadores de SAMU de diversas categorías profesionales y procedentes de diferentes centros y servicios de la entidad: Rubén Gordillo Guerrero, educador de la UED San Lucas; Elena Guerrero García, cuidadora del Centro de Día San Lucas; Nacho Ávila Guerra, enfermero de Traslados de Pacientes Críticos SAMU en el Servicio Provincial de Huelva; Desiree Calasanz Fernández, directora de la Residencia Santa Ana para personas con daño cerebral sobrevenido; Almudena Chávez Peinado, directora de Innovación y de la UED San Lucas; Francisco José Ruiz Román, educador de la Residencia San Sebastián y coordinador de SAMU Idilio; María José Tinoco Rodríguez, directora del área de Discapacidad SAMU; Beatriz Estrada Vida, jefa de estudios y del departamento de orientación de la Escuela SAMU; Thomas Couyotopoulo, subdirector de Escuela SAMU; Ester Ruiz Molina, directora de centro de menores Dúrcal; y Clara Buzón García, subdirectora de la clínica de salud mental SAMU Wellness.

Tras un primer diagnóstico, se elaboró el primer Plan de I+D+i de SAMU con más de 90 acciones relativas a la gestión del talento, apoyo a las unidades de negocio, generación de ideas y formalizar la posición de la entidad en el mundo corporativo dedicado a la innovación. “Nos hemos definido como un grupo de trabajadores de SAMU que, gracias a una visión global y multifacética, propone, crea y gestiona ideas innovadoras con el objeto de mantener una mejora continua en los procesos e intervenciones, adaptándonos al contexto y momento actual, y previendo un futuro mejor y más sostenible”, explica Almudena Chávez.

Los principios del Comité son la mejora continua, excelencia, optimizar recursos, conectar áreas y actitud proactiva en la toma de decisiones. Por otro lado, entre las acciones más importantes del comité destacan la precisión en el trabajo de diagnóstico de partida en innovación corporativa, la revisión y reformulación del código ético de SAMU, renovación de la estructura de la web corporativa y la puesta en marcha del proyecto Pasaporte SAMU, clave para la gestión del talento.

“Este 2021 hemos comenzado con fuerza”, señala Chávez. “Se ha realizado un nuevo Plan de I+D+i, esta vez por una duración de cinco años, al quedar obsoleto el anterior, con acciones ambiciosas para el área y que supone la base sobre el que se asientan las decisiones del Comité”.

El tiempo libre de los menores en tiempos de pandemia

En marzo se ha cumplido un año de la declaración del primer estado de alarma debido a la pandemia del Covid-19. El virus ha marcado nuestra vida personal y laboral. Y no ha sido menos para el conjunto de menores del centro ISL Castillo de las Guardas en Sevilla, que, como el resto de centros de la entidad, han visto alterada su rutina y forma de vida. Uno de los aspectos que más afectaba al estado anímico de los menores y que, por tanto, requiere de un impulso extra por parte de nuestro equipo educativo, era proporcionar nuevas alternativas al tiempo de ocio.

El Castillo de las Guardas ha sufrido especialmente el azote de la pandemia, ya que se trata de un pequeño pueblo de apenas 1.500 habitantes. Esto hizo que el coronavirus no tardase en llegar a nuestro centro, aunque conseguimos superar la situación. El pueblo continúa hoy sufriendo las consecuencias del virus, con confinamientos y cierres perimetrales recurrentes.

Pero nada de esto nos iba a frenar. Poco a poco nos hemos ido adaptando a la nueva situación, cambiando el enfoque de nuestras actividades de ocio. Y, como no podemos salir a la calle a disfrutar de las fiestas más tradicionales de nuestra cultura, las hemos traído a lo largo de este año al centro para reducir al máximo las posibilidades de contagio. Así, nos hemos deleitado con las risas provocadas por las fiestas de disfraces de carnaval o Halloween dentro del centro; hemos disfrutado de la noche del pescadito convirtiendo el centro en una caseta improvisada; hemos sustituido las refrescantes visitas a las playas de Huelva y Cádiz por un chapuzón con restricciones en la piscina municipal; y hemos disfrutado de unas Navidades atípicas en las que el deseo de salud brotaba con más fuerza que nunca y donde el color lo puso nuestro concurso de postales navideñas. La imaginación afloró con nuestro mini-cuento de Navidad. La ilusión no faltó ni un solo día con el calendario de Adviento. La tradición se fortaleció en nuestra cocina con la elaboración de los populares platos y postres navideños, y pudimos disfrutar desde el balcón de una cabalgata de Reyes alternativa e improvisada por nuestros vecinos.

A pesar de ser una actividad bastante común en nuestro centro ya antes de la pandemia, tuvimos que darle una nueva perspectiva a los cine-fórum, dándole un sentido a todas y cada una de las películas o documentales que íbamos proponiendo. Elaboramos una lista que contenían relatos con mensajes con los que poder trabajar aspectos importantes de personalidad o conducta.

A la par que el cine, otras opciones de ocio que se fueron desarrollando para trabajarlas dentro del centro para disminuir la exposición social fueron los talleres de manualidades y los juegos de mesa. Con los recursos del equipo se consiguió hacer llegar a los menores juegos como Palabras Cruzadas, Jungle Speed, Jenga, un futbolín e incluso videojuegos en plataformas PlayStation, juegos más o menos conocidos que buscaban ampliar la oferta habitual de ocio que se encontraba limitada en el día a día del menor, a la vez que permitían explorar el desarrollo de capacidades motrices y mentales específicas.

También buscamos la estimulación de los jóvenes a través de talleres de jardinería, impresión textil, decoración, producción musical o de cocina, en el que vivimos una nueva y apasionante experiencia por la situación de pandemia. Nuestros amigos de Fundación La Caixa nos hicieron partícipes de varios talleres de cocina tradicional en los que, por videollamada, los menores tuvieron la oportunidad de intercambiar platos culturales con voluntarias de la fundación, a la vez que pasaron un buen rato compartiendo anécdotas y vivencias.

Aunque no lo pareciese, la práctica de deporte habitual y variado era posible en tiempos de Covid-19, alejándonos de los deportes grupales de contacto como el fútbol y el baloncesto y acogiendo a otros muchos menos practicados. Nos fuimos hasta Dos Hermanas para que muchos jugaran por primera vez una partida de bolos; trasladamos un campeonato de dardos al centro en el que menores y educadores pusieron a prueba su puntería; practicaron el olvidado ajedrez para ejercitar la creatividad y la lógica; y ensayaron sus habilidades con la pala jugando al ping-pong. Además, las nueva situación ha provocado que sean cada vez más habituales las salidas para correr por la mañana y hacer otros ejercicios aeróbicos y de musculación los fines de semana.

Pero no todo iba a ser limitaciones. Esta temporada de confinamientos nos ha proporcionado más tiempo para realizar talleres que buscan el desarrollo educativo y profesional de los menores. Hemos podido trabajar con ellos el itinerario profesional individualizado de forma más profunda. Hemos detallado trámites tan importantes como los que deben de realizar en extranjería, se han realizado simulacros de compra, simulacros de entrevistas laborales y se han elaborado currículos y cartas de presentación de manera más minuciosa.

La pandemia ha entrado en nuestro día a día y transformar la manera que teníamos de vivir, pero no ha podido arrebatarnos nuestra fuerza para reponernos frente a la adversidad y buscar otros caminos que nos lleven a salir adelante.

Autor: ISL CASTILLO DE LAS GUARDAS

“La emigración no es una alternativa, es una necesidad”

Mi nombre es Abdelilah y soy emigrante. Hace veintiún años pisé territorio español por primera vez, sin papeles, sin saber el idioma, sin adaptación cultural, sin nada. La situación no era fácil, pero al menos la bonanza económica acompañaba la situación de España. La famosa “burbuja inmobiliaria” y la falta de mano de obra por parte de la población española para la actividad agrícola, catalogada como “trabajo menor” en aquella época, me ayudó a regularizar mi situación administrativa. Trabajé duro. El sol en la frente y el dolor en la espalda marcaron mis primeros años en España.

Hoy día, al cabo de los años, he conseguido cumplir mi sueño y formar una familia en España. Casualidades de la vida han hecho que en la actualidad trabaje con menores y jóvenes en el centro ISL/ JEM SAMU Huelva. Estos menores y jóvenes viven actualmente las mismas circunstancias que yo experimenté hace veintiún años. Luchan por los mismos sueños. Dicen que la experiencia es un grado y solo aquel que ha vivido la soledad y la frialdad de un país extranjero que no comparte tu lengua ni tu cultura sabe lo duro que es este proceso. Sentir la admiración de estos chicos, sus oídos ante mis consejos y su inmensa necesidad de saber me hacen sentir gratamente afortunado del trabajo que realizo cada día.

El mero hecho de emigrar y mi tenacidad por conseguir mis objetivos me abrieron puertas laborales. La necesidad de expresarme allá donde he ido ha hecho que hoy pueda comunicarme en tres idiomas, cualidad que me ha permitido trabajar en diversos contextos y ámbitos de la emigración. Afortunadamente, he podido ayudar a muchas personas. Y desgraciadamente, también he tenido que contemplar muchas penurias. En la actualidad, trabajo con menores y jóvenes provenientes de Marruecos en su mayor parte. En el pasado, trabajé con mujeres temporeras. Madres e hijos, familias que por una circunstancia u otra se rompen por el mismo sueño o la misma necesidad: el progreso y la bonanza económica. Unas veces ves el dolor en los ojos de una madre que añora a sus hijos pero que trabaja constantemente por conseguir pan que los alimente; y otras, la tristeza de un simple niño que se ve obligado a huir de su pobreza para que no lo tenga que hacer su madre.

De mi experiencia solo puedo sacar una conclusión: la emigración no es una alternativa, es una necesidad. Nadie abandona su hogar, su familia, su cultura y la tierra que le ha visto nacer por mero capricho. Cuando te juegas la vida en el mar es porque éste es más seguro y próspero que la tierra.

Autor: ABDELILAH EL ZEFRI CHLOUCHI Mediador del centro ISL/JEM SAMU Huelva

Madrid, piedra angular de la expansión de SAMU

SAMU se expande por todos los territorios del país y quiere que Madrid sea piedra angular de este proceso. Por eso, la capital del Estado aloja ya una sede institucional de SAMU, inaugurada a finales de 2019. “La idea es tener un puesto de mando en Madrid para coordinarnos con las otras zonas”, explican desde SAMU. Alberto San Juan se encuentra actualmente al frente de la delegación SAMU Madrid, que engloba a toda la comunidad madrileña.

Los primeros recursos que SAMU puso en marcha en Madrid estaban dirigidos a menores extranjeros. Ahora SAMU gestiona tres viviendas compartidas en la Comunidad de Madrid donde viven menores extranjeros no acompañados (menas). Estas viviendas se encuentran en los municipios de Colmenar Viejo, Rivas y Madrid, y tienen capacidad para 40 chicos de entre 12 y 17 años.

Las tres fases en un piso de menores

Juan Carlos Rodríguez, director de este proyecto, explica que se trata de chicos que han seguido una ruta migratoria “compleja”. Chavales que llegan a la capital después de haber pasado por dificultades de adaptación en su primer destino en España. Después de pasar de uno a seis meses en un centro de primera acogida, la Comunidad de Madrid los deriva a SAMU, siempre teniendo en cuenta sus necesidades y el comportamiento que han mostrado en esas primeras semanas.

Para lograr su plena adaptación, en los pisos de SAMU trabajan en tres fases: la primera consiste en reforzar el idioma y las habilidades sociales y emocionales. “El idioma es un factor importante de exclusión social y de conflicto frente a sus iguales o al personal educativo. También es necesario para la adaptación a su entorno”, explica Rodríguez.

Mientras aprenden las nociones básicas, también es necesario trabajar estrategias de control emocional que minimicen los efectos de su entorno, que en muchas ocasiones puede inducirlos al consumo de sustancias estupefacientes o a la comisión de pequeños delitos. Es una fase que suele durar uno o dos meses, y que se supera una vez que los educadores constatan el cumplimiento de una serie de indicadores.

Llega entonces el momento de una segunda fase de “convivencia o intervención”, en la que se les busca un recurso formativo acorde a sus expectativas o capacidades. “Algunos se incorporan al instituto, pero la mayoría quieren preparación laboral, una formación profesional o talleres prelaborales”, explica Juan Carlos Rodríguez. Es una fase muy provechosa, en la que se adaptan a una vida similar a la de cualquier adolescente español: mañana o tarde para su formación, y el resto del día para el refuerzo escolar y lo que Rodríguez llama el “área comunitaria”: habilidades sociales y emocionales, responsabilidad comunitaria en el piso y deporte.

La tercera y última fase es la preparación de su salida. Al cumplir los 18 años, los chicos deberán abandonar los pisos. Habrán cumplido entonces su preparación y deben estar listos para una vida adulta plena. SAMU les da todas las herramientas para que lo consigan: “Se trabaja su preparación para una vida independiente: que el chico aprenda a gestionarse su vida, su formación, su ámbito laboral, su salud…”.
Lógicamente, este proceso genérico se adapta a una intervención individual liderada por el tutor de cada chico. Esto permite que desde la primera fase haya menores que avanzan más rápido en el desarrollo de su autonomía, porque dan muestras de madurez. Para individualizar cada intervención, el tutor se sienta una vez por semana con cada uno de los chicos y trabaja con ellos sus objetivos personales. Todo queda reflejado en una especie de cuaderno de bitácora que recoge la evolución personal, social y formativa de cada chico, y que será la base de su informe personal.

SAMU trabaja en este proyecto desde hace más de un año. Gracias al esfuerzo de educadores sociales, mediadores interculturales y auxiliares técnicos educativos, varios chicos disfrutan ya de una vida autónoma e independiente. Rodríguez no oculta que también ha habido casos en los que no han logrado revertir graves trastornos de conducta.

En la excepcional situación generada por la crisis sanitaria del coronavirus, dos chicos, Allae y Salah, han prorrogado su estancia en los pisos más allá de la mayoría de edad. Han ayudado a reforzar las labores de mediación con los otros chicos, función que fue especialmente importante durante el confinamiento obligatorio de la pasada primavera. Los dos han logrado una beca como mentores para apoyar al equipo educativo. “Cuando son modelos positivos se convierten en referentes muy fuertes y los chicos les hacen bastante caso, a veces más que al educador”, admite Rodríguez.

Nuevos recursos en 2021

SAMU-Centro ha puesto en marcha este año dos nuevos recursos de menores. Se trata de un servicio de acogida residencial de chicas menores de edad y otro servicio de acogida residencial de menas con dificultades de adaptación sociocultural, que se llama El Pinar y cuenta con 26 plazas para chicos y chicas de 12 a 17 años.

El Pinar está dirigido a menas con necesidades de atención especializada, como consecuencia de sus dificultades de adaptación a contextos sociales normalizados, así como con problemas de conducta y/o relacionados con el consumo de tóxicos”, explican desde SAMU. “Estos menores, dada su trayectoria vital, pueden presentar impulsividad, dificultades de autocontrol, escasa tolerancia a la frustración, endurecimiento emocional, ausencia de figuras adultas de referencia en nuestro país, consumos de sustancias tóxicas, escolaridad insuficiente en su país de origen y escaso o nulo conocimiento del castellano, entre otras cosas”.

Por otro lado, el centro Ramón y Cajal, cuenta con doce plazas concertadas por la Administración de Melilla. Este Acogimiento Residencial Básico atiende a menores de género femenino en exclusiva y procedentes del sistema de protección de Melilla.

“A estas chicas se les proporciona recursos formativos, prelaborales y un itinerario de inserción social y laboral para que su integración en la sociedad sea de manera normalizada y les proporcione a futuro una transición a la vida adulta alejada de adversidades. Asimismo, se les ofrecerá talleres de habilidades sociales y afectivo-sexual, de tal manera que adquieran habilidades, herramientas y estrategias para afrontar las diferentes situaciones de la vida cotidiana”, detallan desde SAMU.

Apoyo a personas con discapacidad auditiva

De forma paralela, el área de Servicios Educativos de SAMU está en pleno proceso de expansión en la Comunidad de Madrid. Desde el 13 de julio, SAMU ayuda a las personas sordas y con discapacidad auditiva de la Comunidad de Madrid a relacionarse con la administración. Ofrece a todas estas personas, gratuitamente, un servicio de acompañamiento para hacer cualquier gestión: desde una cita médica a una cita con el SEPE, pasando por las tutorías escolares de los hijos.

Además, SAMU trabaja con el Ayuntamiento de Móstoles para ofrecer el servicio de interpretación de lengua de signos, y cuenta con un servicio a la comunidad educativa de la Comunidad. Se trata de un proyecto con “asesores sordos”, que trabajan con niños de Infantil y Primaria integrados en aulas ordinarias para que aprendan la lengua de signos desde etapas tempranas.

En acción para llevar la vacuna a grandes dependientes

Gelves ha comenzado en marzo una campaña de vacunación a domicilio para las personas grandes dependientes de la localidad. La acción ha sido posible gracias a la coordinación del Ayuntamiento de Gelves (Sevilla) y la colaboración de la Escuela de Emergencias SAMU, que ha puesto a disposición del Consistorio una ambulancia y un técnico en emergencias sanitarias para que la enfermera del centro de salud dependiente del SAS (Servicio Andaluz de Salud) encargada de realizar esta tarea pueda llegar a todos los domicilios.

El Ayuntamiento, que agradece la colaboración de SAMU, ha querido así agilizar el proceso para que estas personas no sufrieran más retraso en recibir sus dosis por parte del Servicio Andaluz de Salud, al ser de alto riesgo por sus dolencias, enfermedades, edad o limitaciones físicas, entre otros aspectos, según informan desde el Ayuntamiento de Gelves. La campaña arrancó el 19 de marzo a las nueve de la mañana y, durante dos jornadas, se visitaron más de 40 domicilios.

La semana anterior recibieron sus dosis los agentes de la Policía Local de Gelves, sumándose así a los colectivos prioritarios para vacunación marcados por las autoridades sanitarias andaluzas. Anteriormente, ya habían sido vacunados el personal de ayuda a domicilio y dependencia, personal docente y de apoyo de los centros educativos, y personal sanitario del centro de salud.

La vacunación avanza en Andalucía y, actualmente, las vacunas de ARNm, Pfizer y Moderna, además de las dosis de AstraZeneca recuperadas tras la aprobación por parte de la Agencia Europea del Medicamento, son las que se encuentran bajo administración.

Andalucía ya ha superado el millón de dosis utilizadas de la vacuna frente al coronavirus (1.336.900), al mismo tiempo que crece el número de personas inmunizadas por completo, que ya roza el medio millón de andaluces (489.979). En esta Comunidad, la edad es el principal factor para recibir la vacuna contra el Covid-19.

Los grupos de población se dividen fundamentalmente por la edad. Una vez aprobado el uso de la vacuna de AstraZeneca en personas de hasta 55 años, éste es el criterio primordial a la hora de crear la ‘cola’ de vacunación frente a la Covid.

Así, mientras se va acabando la vacunación con los grupos 1 (personas que se encuentran en residencias, centros de mayores o centros de día), 2 (personal sanitario y sociosanitario) y 3A (personal que no está en la primera línea pero que trabaja en centros y establecimientos sanitarios y sociosanitarios), se ha empezado a suministrar las vacunas de ARNm, Pfizer y Moderna a las personas del grupo 4, grandes dependientes, y el grupo 5, personas mayores de 80 años.

A continuación, y siempre en función de las dosis recibidas, se seguirá con la vacunación del grupo 5B, correspondiente a la edad comprendida entre los 70 y los 73 años, y después el grupo 5C, personas de 60 a 69 años. Una vez terminado todo el grupo 5, se procederá al grupo 7, que corresponde a las personas menores de 60 años con patologías de alto riesgo.

Escuela SAMU: La importancia de la logística para salvar vidas

Los alumnos del primer año del ciclo de Formación Profesional del Grado Medio en Técnico de Emergencias Sanitarias (TES) de Escuela SAMU participaron el 26 y 27 de marzo en una acampada logística con múltiples ejercicios prácticos, poniendo así punto y final al segundo trimestre del curso 2020-2021.

La Operación Rosito 2021, nombre con el que los propios alumnos bautizaron a la acampada, consistió en la realización del montaje y organización de un hospital de campaña ante un incidente de múltiple víctimas (IMV) provocado por un terremoto. La acampada se desarrolló en la Hacienda de La Rihuela, un enclave más conocido con el nombre de La casa de la Loca, en la población de Palomares, en la provincia de Sevilla.

“Esta es la primera vez que celebramos una acampada logística para técnicos en emergencias sanitarias (TES) en Escuela SAMU. La idea es ir más allá de las clases prácticas y de las diapositivas y espacios teóricos en el aula y que ellos aprendan de primera mano cómo es montar un hospital de campaña, con su almacén, su puesto de mando, camas, zonas de triaje, UCI, material sanitario…”, explica Andrés Rodríguez, enfermero e instructor de Escuela SAMU.

El foco de aprendizaje de esta acampada estaba más en el apartado logístico que en la propia asistencia sanitaria, algo menos habitual en Escuela SAMU. Así, se prestó especial atención a la gestión de los residuos, el suministro y gestión del agua, la energía y el material. En definitiva, todo aquello que resulta indispensable para poder ofrecer asistencia sanitaria. “Antes de ofrecer asistencia, es fundamental reconocer cuáles son las necesidades logísticas y organizativas para que funcione un punto asistencial. Este era el principal objetivo de esta acampada”, continúa Rodríguez.

Durante dos días, los 40 alumnos que participaron en el ejercicio junto a sus instructores, avalados con años de experiencia en situaciones de emergencia, llevaron a cabo diferentes talleres, entre los que destacan un taller de geolocalización, extinción de fuego, taller de nudos, de inmovilización de circunstancias y otro taller de rescate con cabrestante (Wincher).

“El fin de esta actividad es exprimir al máximo todos los conocimientos de nuestros instructores para así poder aprender y aumentar los nuestros. ‘Aprende haciéndolo’ es el lema de Escuela SAMU. Por ello realizamos talleres prácticos y simulacros que reproduzcan situaciones similares a las que los alumnos se puedan encontrar en su profesión el día de mañana”, detallan los propios alumnos.

La acampada de final de marzo arrancó antes incluso de llegar a la hacienda de la Rihuela con un ejercicio sorpresa. Los estudiantes tuvieron que ir andando desde las instalaciones de la Escuela hasta la Casa de la Loca camilleando. Es decir, en grupos de cinco personas, debían cargar con todas sus pertenencias y con un compañero en una camilla (uno en la camilla y cuatro lo portaban) durante una distancia de alrededor de un kilómetro y medio, un recorrido muy largo para este tipo de ejercicio y que tardaron dos horas y media en hacer.

“Para mí el camilleo ha sido lo peor de estos dos días pero al mismo tiempo lo que más me ha gustado”, confiesa la alumna Blanca Fernández de Peñaranda la mañana del segundo día de la acampada. “Creía que me iba a morir, sufrí muchísimo, pero lo repetiría sin dudarlo”.
Para Javier Armario, otro de los estudiantes participantes, la parte más interesante y divertida del ejercicio fue el taller de Wincher. “Debíamos rescatar y subir a un compañero inmovilizado por una zona totalmente en pendiente, aquello era una pared. Hemos tenido que aprender a actuar en situaciones de riesgo y velar no solo por la seguridad del paciente, sino también por la tuya propia y la de todo el equipo interviniente”.

Dos horas de sueño

A estos talleres se sumó, además, un simulacro nocturno que arrancó a las dos de la mañana y se prolongó durante toda la noche. Los alumnos apenas pudieron dormir dos horas antes de comenzar un segundo simulacro a primera hora de la mañana. En este ejercicio nocturno (cuyas imágenes acompañan a este reportaje), los TES debían de hacer frente a un terremoto que había ocasionado múltiples víctimas, que se encontraban atrapadas o bajo los escombros. Los estudiantes, además, tenían que hacer frente a traumas provocados por derrumbes.

“Han sido dos días muy duros, pero hemos aprendido mucho. Sobre todo, hemos aprendido a conocernos a nosotros mismos y descubrir que podemos hacer más de lo que pensábamos. Estamos muy cansados, pero merece la pena”, señala Blanca Fernández de Peñaranda, mando de planificación de la acampada.

“También hemos aprendido lo importante que es el compañerismo y trabajar en equipo para intervenir con éxito en cualquier operación de emergencias sanitarias”, continúa Javier Armario. “Confiar en la persona que tienes al lado y conocer sus límites”. Javier Armario, mando organizativo del segundo día, destaca también el papel de los instructores. “Han venidos muchos profesores a la acampada, eso es de agradecer ya que, a pesar de participar en misiones y dispositivos, nunca se muestran cansados y siempre están a nuestro lado para transmitirnos todo lo que saben”.